Monday, December 14, 2009

Tell me why I don´t like Christmas...

Más allá del cartoon, el título me hace imaginar a Bob Geldorf inclinado sobre el pianito, cantando el título de esta entrada con la misma intensidad con que lo hacía en los Boomtown Rats, pero cada tanto indicándole por lo bajo al auditorio que "en realidad él no tocaba en Pink Floyd". Todos somos espejismos de todos, incluso Bob. La Navidad también.

En vez de mi habitual alegato antisaludo navideño, esta vez elijo preguntarme por qué no me gustan para nada las Navidades. Será por sentirme a años luz de la felicidad zoológica de la espera del MotorBox90 de cuando era chico? Es acordarme en vano de la lucha contra el sueño escuchando la conversación de mayores en Bernardo de Irigoyen, desde el regazo de la madre? Nunca más, en letras graníticas. Y tampoco el mandato religioso. Ni siquiera la obligación de los regalos, aunque cada año hay mayores pretensiones en ese rubro. Apenas una wish list dejada en el estante de la biblioteca, para hacerle la vida más fácil al resto. Tampoco hay obligaciones cursi con invitados desconocidos -casi siempre somos los mismos- o intrincados rituales anglosajones, salvo el de una decente ebriedad.

Escarbando en capas interiores, llego a la real molestia: el plural de amistosa concordancia que nos hace gelatina contra el piso. El mero cúmulo de frases hechas y de conductas preformateadas puede aturdir hasta bien entrado el 2010. Mucha gente me saludará con mucha efusividad en los días que vienen, y yo simularé no asombrarme, y tal vez sea eso lo que de veras molesta: el ahuecarse, el presentar concavidad de alma cuando hay filo. Pero en fin, que lo pases muy feliz, y con salud... y un venturoso 2010... y pobre Bob, sigue agazapado en su piano, mientras yo activo los phasers para evitar salutaciones.

Friday, December 11, 2009

Mi próxima cruzada absurda

Gracias, Samsonite, por inaugurar ésta, mi nueva cruzada absurda.
Consumo, luego existo. Debo tener este Samsonite-Trolley.

Wednesday, December 09, 2009

Salto al vacío

Revisando viejos archivos de estos dos blogs propios en competencia, creo que en Snark escribo acerca de cuestiones universales, vinculadas con la comunicación y su impacto en las empresas (y cada vez menos Tecnología!) y en cambio Otredades es cada vez más el santuario de cuestiones muy pequeñas pero poderosas: lecturas, actitudes, o tal vez pequeños dramas cotidianos como el que sigue.

Hace dos días salí a tirar la basura y algo me sobresaltó. Un pichón de gorrión daba saltos en el umbral, como queriendo regresar al nido del que probablemente hubiera caído. En uno de esos saltos logró alcanzar el cantero de la entrada de casa. Allí habría quedado todo, sino hubiera advertido con el rabillo del ojo un movimiento furtivo dentro del cantero. Moviendo las ramas con cuidado advertí que, con muy escaso esfuerzo, un gato acababa de encontrar su cena.

Contemplé al gato, yo aún atónito por la falta de instinto, olfato o fortuna del gorrión. Cada vez que salí, en la semana, el gato seguía allí en el paroxismo de la espera. Un consultor poco original hubiera hablado de la "zona de confort" gatuna; yo más bien intuyo metáforas no benevolentes donde más veces soy gorrión que gato, y me pregunto cuál será mi próximo salto al vacío.

Wednesday, November 25, 2009

"American Pastoral", Philip Roth

OK, aquí vamos otra vez.

Philip Roth, en su "American Pastoral" detona alrededor de la página 35 el asunto de las otredades. "And yet what are we to do about this terribly significant business of other people... ? Is everyone to go off and lock the door and sit secluded like lonely writers do, in a soundproof cell, summoning people out of words and then proposing that these word people are closer to the real thing than the real people that we mangle with our ignorance every day? The fact remains that getting people right is not what living is all about anyway. It's getting them wrong that is living, getting them wrong and wrong and wrong and then, on careful reconsideration, getting them wrong again."

Nathan, el alter-ego de Roth, un varón nostalgioso de sesenta y pico de vuelta de una operación de próstata (hoy estamos pum para arriba) persevera en su búsqueda del personaje, Swede Lenov, un tipo carismático al que la vida le dió todo, y al que trata de capturar en su percepción varios años después. Pero no lo logra. Swede es una especie de Dios con una mácula: su propia hija se hartó de tanta perfección y se le dió por tirar bombas en los setenta. "When it comes to illuminating someone with the Swede's opacity, to understanding those regular guys everybody likes and who go about more or less incognito,it's up for grabs, it seems to me, as to whose guess is more rigorous than whose."

Me despego de Roth y soy yo otra vez, en esta sala VIP, pensando en lo que es entender al otro (en la pareja, en los negocios, en la paternidad) y siento que estamos a años luz y que sólo capturamos fantasmas. No nos llega la cosa real, sino su derivada tercera o cuarta, y por eso estamos condenados a la prisión de nuestra percepción y a vagar entre otredades. La cosa es así, tan sin piedad y desnuda, que este post no merece links aclaratorios, ni imágenes atractoras de lectores.

Thursday, November 12, 2009

Los clichés de fin de año

A medida que se acerca fin de año, la gente abre su válvula de clichés. En cualquier encuentro casual, deja caer su catarata de lugares comunes acerca de cómo pasó el año, motivos y lugares de encuentro, la sequía, la inseguridad, y que cómo está el país.

Sin embargo, algunos lectores de este blog fueron bien poco convencionales. Me dicen, muy sueltos de cuerpo, que no insista con que el Payaso es un académico, un pensador. Muy por el contrario, me enseñan fotos de Olé-fraguadas de mala manera- y documentos varios sobre la verdadera naturaleza del payaso: según ellos, un jugador de fútbol nacido en Estudiantes de la Plata, con fugaz paso por el Perú, y de actual desempeño en Racing. Los escucho, respiro y les contesto pacientemente.

No les hablo de universos paralelos, simplemente dejo que algunas ideas del Payaso derrame sobre ellos la luz del entendimiento. Y sin embargo, hay algo más. Mientras esgrimen la falsa evidencia, azuzando el aire con revistas y tabloides, sobrevuela una pequeña paranoia. No puedo dejar de admitir que en esas fotos el Payaso se parece a un viejo actor conocido como Gustavo Bermúdez, y creo entrever realidades aún peores, casi tanto como los clichés de fin de año.

Tuesday, November 10, 2009

Kurt Vonnegut

En Cat´s Cradle, una de sus mejores novelas, Kurt Vonnegut escribió esto: "Beware of the man who works hard to learn something, learns it, and finds himself no wiser than before... He is full of murderous resentment of people who are ignorant without having come by their ignorance the hard way".

Perspicaz a más no poder, Vonnegut es uno de esos escritores que no figurará en el Top Ten pero que no se puede dejar de leer. Su forma de escribir -pues no se puede ser ampuloso con él, no se puede hablar de su Obra- nos hace preguntarnos si se puede hacer tan buena Sci-Fi sin haber tenido una vida tan llena de avatares como la suya.

Por qué avatares? Intentó varias veces la vida universitaria (Bioquímica, Antropología, varios etcéteras) pero no era lo suyo. Fracasó con énfasis en varios trabajos. Combatió en la Segunda Guerra y como prisionero, sobrevivió al Bombardeo de Dresde. Tuvo que apilar cadáveres (esto luego inspiró "Matadero Cinco"). En su vida familiar tampoco le fue bien: su madre se suicidó. Su hermana murió de cáncer y su cuñado en un accidente, con diferencia de horas. Vonnegut decidió adoptar a sus tres hijos, y formar así una familia enorme, a pesar de las dificultades económicas que sobrellevó. Se enfrentó al establishment, y hasta se burló de sus condecoraciones de guerra. En fin, muchas veces fue tildado de mal escritor... pero a él no pareció importarle.

Vonnegut siguió adelante. Logró volcar la Ciencia para aportar caos e irracionalidad a su visión del mundo, no exenta de una idea artística que aún inspira a diseñadores de t-shirts. Cat´s Cradle, por ejemplo, incluye la idea del Hielo Nueve (terrible arma de guerra que solidifica los mares) con las republiquetas bananeras y la religión del Bokonismo.

En fin, están sus Sirenas de Titán, su Desayuno con Campeones y su Pájaro en Celda. Está el mencionado Matadero Cinco. Todo por leer, entonces. Y en el momento en que empezamos a caminar por él por esa senda angosta entre el argumento y el absurdo, él nos hace caer: "Those who believe in telekinetics, raise my hand".

Wednesday, October 28, 2009

Otredad de otra magnitud (aka LTA)

El Payaso Lugüercio tiene una teoría sobre escalas de otredad -o algo así, sus conceptos siempre son vagos- donde establece que hay "saltos cuánticos" entre grupos homogéneos de gente. Podemos intentar entender a cierta gente dentro de nuestro mismo grupo de otredad, más allá del cual todo intento es vano y comienza el raid de otredades a partir del cual uno enarca las cejas. Luego de eso, se vacila entre el asesinato o el olvido. Pero a veces ocurren escenarios intermedios.

El sábado pasado llevé a mi hijo a un examen de Inglés en el Instituto Bernasconi. Estuvimos un rato esperando cerca de la entrada de esa especie de monumento a la Argentina que no fue -arquitectura europea, eduación libre en un barrio pobre, todos los clichés que nos hacen desear el Túnel del Tiempo-. Hacía calor y le sugerí a Pedro que esperáramos a la sombra unos árboles centenarios que hay cerca de la entrada. Un movimiento me llamó la atención: había un nene de unos diez años retorciendo la rama de un árbol. Le hice un gesto, y con una sonrisa le pedí que no lo hiciera. El chico acudió a su padre -o algo así- que estaba a unos diez metros. El sujeto me dice, tras anteojos negros y sonrisa sólo de dientes: "el chico está conmigo". Y yo pregunté "y quién está del lado del árbol?".

Mala respuesta. Hubo un crescendo de amenazas. Lo miré, era más chico que yo pero su mandíbula inferior compensaba. La gente empezó a mirar. Le dije a Pedro "esperá" y le hablé al padre en privado -tanto como se puede, estando rodeado por doscientos padres y niños-. Le dije "sé que te molesta, pero pensá en qué pasaría si cada chico de aquí rompe una rama?" Luego le dije que si fuera por orgullo ya estaríamos peleando, pero esto no es orgullo. Me puteó de arriba abajo, e incluso me agarró del brazo -en metáforo del tratamiento que su hijo le había efectuado al árbol-. En un dado momento pensé que lo iba a matar, pero lo noté raro. Su odio tenía una magnitud superior al de mi odio. Recordé a Lugüercio y a su teoría. "Mirate, estás temblando de bronca, a vos te parece?" le dije, sabiendo que no iba a poder pasar de eso. Y me odié un poco por no poder hacer lo que quería.

Me fui a un bar mientras duraba el examen. La bronca me duró menos de lo que hubiera pensado. A la vuelta no encontré al Padre Probablemente Represor, sino a muchos padres en ese plural zoológico de espera de hijos, que iban saliendo a medida que terminaba el examen. Los árboles nos miraban desde arriba, y pensé en otra división mayor, más violenta que la de Lugüercio: hay gente a la que decididamente no le importa nada. Y que el mayor problema lo tiene ese chico.

Wednesday, October 14, 2009

El hombre que era opaco a las fotos

Los consultores gustan de encasillar las situaciones en diagramas convincentes: perfiles AVA de recursos humanos, lunitas McKinsey en cuarto creciente o perfiles radiales popularizados por el Winning Eleven. Ah, los consultores: inician su declinación hacia el éxito desde pequeños, portando laptops, juntando millas y resguardados -encasillados- en sepulcros laborales de marfil.

Pero quienes caminan por Florida y Córdoba, y prestan atención por encima del ruido del 132, descubirán un zumbido. Quienes lo hagan tiene un don inverso: extrema sensibilidad para las radiaciones y completa opacidad para las fotos, sin que esto los emparente con los vampiros ni con las malas nuevas novelas. En los casos más extremos, esta gente percibe el halo Wi-Fi de un hotspot como un manto índigo que recubre los enchufes, al precio de no poder reflejar la longitud de onda visible en las fotos. Una cuestión de angströms, me dice el Payaso como si entendiera, y agrega que todo esto se puede representar "en un gráfico de consultores". Asiento y me callo, es inútil discutir con Lugüercio, pero algunos hechos recientes le dan la razón.

Mi caso no llega a tanto. Evito Florida y Córdoba porque el zumbido me hiela la sangre, entiendo perfectamente cualquier diagrama de consultor, pero aunque frunza el ceño no logro ver halos Wi-Fi. Ni índigo, ni magenta, ni nada. Pero les aseguro algo. Hay miles de fotos de la Marathon de Buenos Aires, y sólo me encontré en una tomada en el km41, teñida del naranja de la marca de agua. Más: en la llegada se disparan fotos cada dos segundos, y no estoy allí. Parece imposible, pero en este caso -como en tantos otros en mi vida-, no estoy allí.

Monday, October 12, 2009

Maratón Buenos Aires 2009 - 42k

Una marathon está hecha de momentos. Para la gente del común es un caleidoscopio de sensaciones que dura entre tres y cinco horas. Por cuestiones químicas del cerebro, por llegar al límite mismo de la resistencia, desaparecen del recuerdo tramos completos. Este video condensa alguna de esas sensaciones, aunque no describe el clima cambiante, las circunstancias, el dolor en los tramos finales o la satisfacción de llegar.

En una vida en que hay tan poco tiempo para hacer tantas cosas (afectos, trabajo, amores, hobbies, azar) cada vez más creo que 42K es una especialización demasiado profunda en sólo un aspecto humano. Surge la pregunta, no será mucho?

Wednesday, September 23, 2009

Scattering mexicano

Si me preguntan por qué dejé de ver a tal persona o qué pasó en tal año, la respuesta es "no me acuerdo". A veces vuelve un atisbo -como un gato arañando el mármol- y me rebelo contra mi propia falta de sensibilidad, haber soslayado personas u oportunidades. Tanto peor: qué estaré haciendo hoy que me impide ver lo esencial, aquello sobre lo que me preguntaré mañana.

En Física de Partículas se habla de scattering, esto es, de la dispersión que una partícula provoca en la materia. Cualquier analogía con un partido de bowling es perfecta. Y creo que algo parecido sucede con la memoria. Con mi memoria. El cerebro es atravesado por impresiones fragmentarias, y lo que luego sucede no es lineal. Qué recordaré de este viaje a México, esta vez con más tiempo para estar en el DF con mi cámara? Cuáles imágenes quedarán en la memoria?

Va mi intento: un museo antropológico, lluvias dispersas, excelentes brunchs en El Péndulo, gente caminando eternamente por Reforma, la melancolía de decenas de lustrabotas, el sentirme alto, las mujeres con el pelo tirante para atrás, haber subido a la Torre Latina mientras se veían en El Zócalo los festejos de El Grito, las rotondas con monumentos, la continua oferta de vendedores?

Los hechos deportivos fijan recuerdos como estacas. Tal vez lo que más recuerde es haber entrado a un bar y pedido una Corona mientras veía el quinto set del triunfo de Del Potro en el US Open. Tan triviales somos.

Saturday, September 12, 2009

John K. Toole - La Conjura de los Necios

Las tres imágenes coinciden en mi mente, como tres hojas A4 una sobre otra en una mesa, apenas rotadas una respecto a otra. El personaje, el autor y el lector. John Kennedy Toole tuvo una corta vida: se suicidó a los 31 años. Su madre Thelma, quien lo hostigó en vida, fue igualmente persuasiva con el editor Walker Percy, para que el personaje Ignatius Reilly cobrara vida en las páginas de "La conjura de los necios". Yo mismo hojeo nuevamente las páginas de la novela y me detengo en que Ignatius era -es, lo es cada nueva vez que hojeo la novela- una otredad mayúscula y singular. Mi único obstáculo en el placer es que cada relectura significa deshojar las páginas y destruir la obra. Anagrama es a los libros lo que los vinilos a la música.

El editor aceptó muy a su pesar leer el manuscrito, e Ignatius comenzó a vomitar su odio contra la sociedad. Ignatius es gordo, torpe, incapaz de ningún esfuerzo e igualmente orgulloso. Dos frases ilustran al bueno de Ignatius:
  • "Yo había tenido poca relación con ellos, pues sólo me relaciono con mis iguales, y como no tengo iguales no me relaciono con nadie".
  • "He dado en llegar a la oficina una hora más tarde de lo que se me espera. En consecuencia, me encuentro mucho más reposado y fresco cuando llego, y evito esa primer hora lúgubre de la jornada laboral en la que los sentidos y el cuerpo (...) Considero que al llegar más tarde, mejora notablemente la calidad del trabajo que realizo.
Luisiana State University Press publicó el libro, y puede decirse que fue el primer best-seller de esta editorial. Thelma, la madre, se llenó de oro. Para cerrar el círculo, Walker Percy se aseguró de escribir un prefacio a la única obra de Toole. En New Orleans puede verse en Canal Street una estatua de Ignatius.

Tuesday, September 08, 2009

El gran Norte bolivariano

Estar en el Norte de América del Sur es casi un oximoron. Casi tanto como llegar a Caracas y que te rodee una cohorte de choferes de taxis, cambistas y buscavidas: un dólar puede valer 2, 5 ó 6 bolívares. Una hora después cambio mal y elijo peor el taxi, que luego de lentos rodeos "oiga maestrico, esto está chévere, hace un año hubo un derrumbe y tardábamos 4 horas" por caminos de sierras y túneles azulejados me arroja en un hotel ex Hilton de actual dominación chavista: el Alba Caracas, algo así como un hotel ideal para convenciones de masoquistas. Calor, lluvia, y aún así encuentro que media hora de running por el parque Los Caobos no es mala experiencia.

En el hotel no hay agua, no hay Wi-Fi, no hay desayuno incluído. Por supuesto, el dólar vale sólo dos bolívares. Pregunto qué pasa y la respuesta a lo que ocurre siempre lo tiene otro "yo recién llegué" me dicen. Tal vez la última respesta la tenga Chavez, cuya foto domina las discusiones en el lobby del hotel. Pero si hay dólares todo se aclara súbitamente. Y las empresas esperan en Parque del Este, como del otro lado de un muro, y camino al aeropuerto hay campos de golf que desmienten la propaganda, y entiendo que estoy a mitad de camino de Cuba. Se puede hacer negocio o hablar con gente inteligente? Se puede. Y entonces, cómo entender esas hordas de militares, y esas convenciones de deportistas y esa propaganda turística -pero no, en el aeropuerto ni un mapa de Caracas-. En el aeropuerto debo pagar 75 dólares de impuestos para abandonar el país. Pregunto qué es la "F" al lado del signo de bolívares. "Fuerte", me responden, sin sonreír. "Fabuloso", respondo.

Un rato y un Avianca después, Bogotá es distinto, quieto, fresco, menos estridente. La gente es más humilde, pronuncia distinto, elige bien las palabras. La ciudad es predecible, con su centro reticulado de calles y carreras mirando las montañas verdes. La zona T tiene muy buenos restaurantes, de todas las cocinas posibles. El taxista de regreso al aeropuerto de ElDorado entrega en preciso castellano el resumen: "que Chavez no se enoje demasiado con los yanquis, ni nosotros con los narcos: si pasa eso, quién se ocupará del Norte bolivariano?".

Sunday, August 23, 2009

Reafirmación del yo online

Danah Boyd se sorprende del exceso de ego hecho petabytes de fotos en Facebook en su propio estallido casi kolyikeano llamado "Obsesively recording and sharing our vacations". Cada uno lo apreciará en su propio playground de hojas muertas que es su propia home. En mi caso, una conocida se va de vacaciones, postea quinientas fotos, vocifera el buen momento y reafirma su yo arenado. Otra amiga no para de sacar fotos de placas de auto que le parecen graciosas. Finalmente, un tercer amigo hace suya una cruzada oscura, y sube videos de excelente calidad... pero todos la misma noche.

No nos molestan los excesos, hasta que nos molestan. Fuera el plural mayestático: de golpe noto que mi playground feisbuquero yace empetrolado por el exceso de necesidad de afirmar el yo ajeno. Y entonces? La necesidad de orinar el Home ajeno parece ser grande.

Todos los caminos conducen al filtrado de amistades. Habrá algún antídoto para la infoxicación del Facebook?

Friday, August 07, 2009

Las manos detrás

Me habla Juan Sanchez, mi taxista mexicano (tax-mex?) favorito. Me habla durante las últimas cinco horas mientras me lleva en un raid laboral-cultural que abarca último meeting, Museo de Antropología y aeropuerto. Me asegura que su servicio es barato, que conoce las mejores rutas y que será mi guia durante mi próximo viaje. Y que esta vez "ándele, elíjase un hotel bonito cerca de Polanco, para qué se fue a Santa Fe".

No entiendo México. No lo entendí la última vez que vine, ni lo haré la próxima vez. Tal vez porque en este viaje venía con la intolerancia al mango, pero no comprendo la mezcla de orgullo por el pasado y los "mande", las manitos atrás tan sumisas, los mozos corriendo a cambiarte el plato, y la urgente necesidad de tips. Dónde quedó el orgullo de los pueblos del pasado?

El museo es infernal. El paraguas gigante domina el patio como una nave extraterrestre tirando jugo de kriptonita sobre los paseantes. Cada sala es excesiva, opulenta, recargada. Algo dormido pienso en quetzalcoatls de piedra, en Xolotl y los gemelos, en inmensos ídolos de piedra transportados desde la selva. La foto con el calendario azteca no pudo ser. Una voz me saca del ensueño "ve mi cuate, ya estamos llegando eh". Suerte que mi chofer no lleva las manos detrás.

Tuesday, August 04, 2009

Tríada: epifanía antisocial

Ningún hombre quiere que le espíen la conversación interior, dijo alguien. O en buen romance, lo que todo hombre quiere es que no lo molesten. Pensaba esto mientras estiraba las piernas y respiraba hondo tras correr en una pista de atletismo desierta. 12 km, la mitad de ellos a 4:30, en la pausa del mediodía en un día invernal pero de sol: la receta de la felicidad. Era un momento perfecto: no demasiado frío, algo de nubes, hasta la torpeza intelectual de Andy K en el mp3 era algo tolerable. Como en un recuerdo lejano, el trabajo marchaba bien.

Por la tarde, en el Centro, se dieron dos de tres. Hubo tickets en el Teatro con el descuento esperado, encontré las zapatillas necesarias para la próxima marathon, pero no hubo reemplazo del Sony Ericsson que ha decidido no responder a su dueño. "Caba(sh)ero, ese modelo no lo tengo. Caba(sh)ero, no se vende ese modelo en cuotas en su factura". En mi mapa de molestia ya había un cambio. En Viamonte había una manifestación contra el fútbol (!?) hecha por pseudo barrabravas pagados por alguien. Sumergido en el libro de Felix Luna casi no reparé en el montón humano del subte.

Ya es noche. De la nada surgen los mails en el monitor: hay un viaje a México mañana. Debido a la imposibilidad de prepararlo como corresponde resulta un horror. Epifanía, desconexión, ganas de cortar con todo. Y la profesionalidad? El infierno es que no puedas usar la pista o el andarivel de la pileta tranquilo, o que te digan caba(sh)ero y te nieguen lo que buscás, o que mañana haya que ver si efectivamente hay tickets, o que haya que contradecirse y explicarle al cliente todo de nuevo. Adónde quedó aquella contemplación de la nada mientras elongaba isquiotibiales?

Sunday, July 12, 2009

Instrucciones para cargar un ataúd

Las últimas muertes están ocurriendo en Sábados de sol; esto hace que ir a los entierros en la Chacarita -a seis cuadras, bajo el sol invernal- sea casi placentero, más aún al tratarse de una familia muy querida. La Parca parece haber estado activa este Invierno y hubo que esperar una sucesión de cortejos, del que sobresalió nítidamente un Dodge 1500 blanco con una corona floral a cuestas que se iba desvencijando, en una metáfora kitsch de la muerte.

All llegar el coche con el ataúd conté seis manijas y seis hombres. Me supe dentro de una etiquette desconocida. Me adelanté antes de ser reclamado en medio de mi perplejidad, y allá fui como puntero derecho. Nada más alzar la manija noté que algo andaba mal: este esfuerzo no tenía nada que ver con el peso estimado del difunto, ni con mis marathones, pesas o proverbial estado físico. La manija de bronce quería llegar a los huesos de mi mano izquierda a un ritmo mayor que la descomposición del finado. Me dije, la capilla está cerca, y avancé con tambaleante dignidad. Durante el responso del cura me masajeé la mano, sin éxito. De la capilla al coche susurré al resto "cambiemos de lado" pero no me oyeron. Otro tramo de dientes apretados, otra vez imaginando al muerto proyectando ondas espectrales y convirtiendo manos en metacarpos y falanges. Llegué al coche sin aliento, entendiendo que faltaba un último tramo.

El horror no es la Muerte y sus alrededores, sino la certeza del dolor, y fue horror lo que sentí al comprender que el destino final del muerto era un un nicho, y eso significa bajar escaleras. En este tercer tramo los portadores abandonamos toda dignidad y tiramos hacia arriba, a los tumbos, con las dos manos. Esta vez yo había enrocado mi posición (mediocampista izquierdo, mano derecha sufriendo) y me chocaba con el back de mi lado. Al inclinar el féretro temí un descenso non-sancto del difunto hacia los Avernos, pero surgió un hotentote de Cementerios a abarajar el ataúd desde el recodo de la escalera. Luego se armó un line rugbístico para arrojar el ataúd adentro del nicho: todo fue fuerza de hombros y escasa contemplación hacia las lágrimas de los deudos. Volví caminando a casa, sintiendo que mi espalda había recibido un golpe mortal.

Thursday, July 09, 2009

Warhol for a day

Los estudios de Artear están a tres cuadras de mi barrio natal: un foco de glamour en medio de la decadencia total. Llego primero al estudio, puedo observar tranquilo la nube de asistentes, técnicos y productores de menor y mayor rango. Parece Los Pells: ejercen mutuamente el poder unos sobre otros. Los de menor casta te acompañan al baño para que no te pierdas o te aconsejan sobre esa gota de té que acaba de caer sobre tu camisa. Parecen contentos: una felicidad casi zoológica, tamizada con animal print. Los de mayor jerarquía se comunican con el camarín de la conductora, que tiene algún problema de salud.

Llega el resto del panel, conozco a algunos. Las mujeres están preocupadas si "dan" o "no dan" en la pantalla. Son los milagros de la silver screen: se es creíble o no en dos dimensiones. Nos ofrecen sandwichs, nos plantan micrófonos, me pregunto si mi verdadero yo me saboteará. Me repito: no debo interrumpir a nadie. Decido ponerme la corbata para tapar, finalmente, la mancha de té. Vamos al estudio en lenta procesión; nuestros lugares están fijados de antemano según alguna algoritmo oscuro. De pronto se encienden las luces y las almas parpadean: esto es estar en TV.

"Oh love oh love just to see them
Acting on the silver screen, oh my.
Clark Gable, Fairbanks, Maureen O'Sullivan
Fantasy would fill my life and I
Love fantasy so much." (*)

Llega la conductora, menuda pero irradiando un halo de cierto poder -no es belleza, es influencia-. Nos saluda con aquiescencia, me dice, ésa es tu cara de enojado? Le respondo con una mueca. Surge una componenente horizontal de la gravedad que nos empuja contra el respaldo: eso se llama dignidad. Empieza el programa: todos los clichés se arremolinan sobre el escenario, todos los conceptos quedan olvidados. Casi, casi, la historia de mi vida: me siento dentro de mi cabeza, a diez millones de años luz. Apenas sí musito un par de sandeces. El programa concluye.

"Did you see in the morning light
I really talked, yes I did, to Gods early dawning light
And I was privileged to be, as I am to this day
To be with you. To be with you."

(*) "Friends of Mr Cairo" (Jon Anderson & Vangelis) estuvo inspirada en "El ladrón de Baghdad (1924), "El halcón maltés" (1941) y "Una vida maravillosa" (1946).

Tuesday, July 07, 2009

Friday, June 19, 2009

Pasajes en Buenos Aires


La última vez que me junté con el Payaso Lugüercio a tomar un café lo noté extraño. Me decía que en los pasajes del centro de Buenos Aires, el tiempo fluye más despacio. Según él, los viejos comercios se confabulan contra el cambio de costumbres. Los clientes que circulan por esas galerías que horadan las manzanas de Avenida de Mayo no registran del todo ese engaño; ni miran las peluquerías con salivaderas de metal o los bares angostos coronados de sandwichs mustios. Si hasta las cerrajerías que pueblan los pasillos centrales parecen un cataclismo de metales surgido de algún cuento de Lovecraft.


En consonancia con tiempos más berretas –Lugüercio a veces desbarranca en sus adjetivos- surge algún local de loterías, un kiosco, un par de lustrabotas al paso, o acaso tiendas de canje. La sensación de deterioro es la misma: en el paulatino adentrarse, el caminante perspicaz siente que va remotando décadas y notando la escasez de gentes.


Se puede llegar -no siempre, en alguna circunstancia- a los albores mismos de la patria, donde los silencios cambian de tenor y el olor rancio que asoma en las masas del Tortoni ha virado hacia la esencia primordial del Plata. Se palpa, a la vez, un rencor sin dueño –pues fue el capital, o fueron los Unitarios, o la Mazorca- y ese algo innombrable va poblando la atmósfera cargada de humedad, como alimentando las luces mortecinas de un nuevo sustento. Pero allá lejos está el otro extremo, y pasa algún auto, y como una nueva vana esperanza se atisba un local de computación casi llegando a Rivadavia.


Y esto acontece todo el tiempo. Es una horda de incautos que esquiva el frío o la lluvia, y que decide acortar camino por esa zanja infernal de la manzana. No todos se sorprenden: a veces la ignorancia es buen escudo contra las aristas de la vida. Ahí van ellos, avanzando por la galería, guarecidos con el mp3, jactándose de que allí habrá un PagoFácil y no, son muy feos estos locales -se dicen- y ya cerca está Irigoyen, y porqué ese teatro desvencijado, o por qué me miran así desde el café. Ni siquieran reparan en los chambergos, las polainas, o en los gestos de fastidio bajo el ala de los sombreros, es como en cada día de la vida, mejor no saber. Los más idiotas no sienten ni el miedo, me dice Lugüercio mientras termina su café; los otros, esos a veces no llegan al otro lado.

Sunday, June 07, 2009

Tríada - Caos dominical


De chico, cuando trabajaba en Posters del Tiempo, me gustaban algunos cuadros de Appia o de Magritte, alguna de cuyas copias aún guardo en mi baulera. Roger lo logró, finalmente, pero me da asco ese plural de amistosa concordancia salpicado de clichés cuando el ídolo debe llorar al levantar la copa; casi tanto asco como Mirka en la tribuna, sacando cuentas de cuánto le quitará a su futuro ex esposo.

Busco papeles de un modo asustante -la decadente Magdalena esgrime ese único adjetivo así, en italics, mañana tras mañana en la radio-. Para eso es Domingo: busco en el placard y me repele mi gran capacitad para procastinar. Algún día me pondré al día con las millas de los viajes, algún día irán al cofre los papeles valiosos, algún día ordenaré las fotos. En ese orden la PC y la laptop inauguran un nuevo desorden online -también asustante- de archivos superpuestos y de memoria borrosa -pero por qué Magritte insiste con esos cieles celestes y melifluos, esos cielos casi simpsonianos-. En realidad me gustaba Appia.

Mientras, en complicada aliteración, los buzos tácticos brazukas manotean cuerpos galos del Airbus, maldiciendo su suerte. Parece que los cuerpos estallaron a través de un cielo celeste. Les darán doble premio por indicar por dónde quedó la caja negra? Muchos años después Magritte ya no me gusta tanto, no creo que llegue a ganar Roland Garros ni a las finanzas de Mirka, y creo que darle demasiada bola a las noticias es asustante.

Tuesday, June 02, 2009

Estadísticas, swine-flu y la desaparición de los datos

Las curvas exponenciales tienen ese no sé qué. Al existir pocos casos en el inicio, no hay forma de prever la evolución de lo que fuere: en estos días, la nueva gripe llamada de diversas formas. A juzgar por la prensa, es epidemia; a juzgar por los valores absolutos, no lo es. Qué pasa cuando un simple mortal no-médico se pone a chequear data?

El estudio de crecimientos de un fenómeno natural es igual al análisis de otras evoluciones en los negocios (activaciones de celulares, ventas de autos, etc). El motor del crecimiento no es un virus pero es la publicidad o el "boca a boca". Pero hay algo en común: cuando no hay un criterio único cada cual reporta lo que quiere, en empresas o en Ministerios de Salud. En su momento tuve que diseñar hermosos benchmarks para empresas y evangelizar sobre cómo se llena tal o cual campo. Aprendí que la indolencia gana, y que ante la ausencia de control hay una tendencia pueril en no quedar mal parado en la comparación. Y qué pasa con la gripe? Estados Unidos tiene su tablero de Swine Flu y tiene un criterio en común en sus estados. Pero se admite que el criterio de reporte de casos -ver las recomendaciones de la WHO, ya en su informe 42- dista de ser homogéneo.

Un vistazo al mejor tablero internacional sobre Swine Flue dispara cierta inquietud. Por qué en México hay tantas muertes y tan pocos casos-base? Sobre los datos se dice "garbage in, garbage out". La caja negra de un tablero no permite sacar conclusiones si los datos están falseados. Dado que la evolución de la enfermedad es rápida, no se pueden esconder muertes; pero puede estar ocurriendo que en México están faltando estadísticas de casos-base.

Y no hay mucho más que decir. O tal vez sí:
  • Hay que esperar tener un poco más de estadísticas y analizar si los "ratios" de mortandad son algo mayores en el 3er mundo (hacinamiento, poca comida, pocos remedios, etc).
  • Si un caso sospechoso implica clausura, en países como Argentina que entran en el Invierno todos los colegios y universidades terminarán cerrando sus puertas por algún período.
  • En valores absolutos (la "función") la swine-flu está aún a años luz de los valores de la gripe común. Pero aún no se sabe acerca de la velocidad de crecimiento (la "derivada").

Thursday, May 21, 2009

Pyramid song

Detenido en el medio del tiempo. Un desayuno en el piso once de un hotel de cierto lujo anónimo. Luego de una semana, la moza ya sabe que abandoné el café y que voy por el Earl Grey Tea. Una cucharada de azúcar, y mientras revuelvo miro por la ventana, veo lo de cada día: una carretera que se hunde el centro de Tel Aviv como una daga. Alrededor florecen ministerios de Defensa con helipuertos, monumentos piramidales invertidos y estructuras triangulares. Algunas palmeras flanquean los edificios, pequeñas incongruencias del pasado.

En un LCD a mi izquierda aparece el día, la hora, la temperatura. La fecha me dice algo, es mi cumpleaños. La gente se pone melosa cuando la Tierra pasa por el mismo espacio respecto del Sol que cuando ellos nacieron, y afloran ceremonias: están quienes siguen recordando fechas agazapados tras páginas amarillas de viejas agendas, están quienes reciben el codazo mental del Facebook y plantan enormes mensajes –nuevas palmeras escoltando fechas, ya no monumentos-. Las pirámides están a una hora de viaje. Ya ni importa haberme quedado tanto tiempo, hoy es el deadline del trabajo. Estoy delante de una pantalla WebEx esperando que empiece una Call Conf con el resto del mundo, mientras va terminando un cumpleaños anónimo. Del mismo modo habrá estado hace cinco mil años algún escriba esperando a algún faraón.

Sunday, May 17, 2009

Tríada: Innecesaria sonrisa interior

A veces viajo a un lugar exótico a realizar trabajos muy sofisticados, donde debo acomodar mi personalidad a husos horarios, pautas culturales y exigencias hasta que mi ego queda reducido al tamaño del punto que cierra esta frase.

En este lugar hay una máquina expresso. Puedo decir que aprendí a hacer cafés decentes por primera vez en mi vida. Coloco el plástico con el café, doy vuelta la manija, y aprieto el botón. Al hacer esto se escucha un ruido muy fuerte que coincide exactamente con la nota inicial de “Love me do” de los Beatles.

Cuando eso ocurre miro alarmado a mi alrededor, esperando que todos se pongan a bailar, a cantar, o al menos a enarcar las cejas festejando la coincidencia. Pero nadie se da cuenta del secreto musical de la máquina. Hace falta decirlo? Mi ego revive y aumenta a cada expresso; lo hace estúpidamente pues a mi alrededor sigue la matanza laboral. Pero siento que he establecido esa íntima sensación de superioridad, esa innecesaria sonrisa interior que no aumentará mi sueldo, pero que no podré cambiar.


Sunday, May 10, 2009

Alonso en el cielo de los corredores

Mientras elongábamos en la pista o en el gimnasio, Alonso nos contaba historias casi cronopianas sobre cómo era correr hace 50 o 60 años en Buenos Aires. No había Lugones, se llegaba al río cruzando una vía y un estero, Figueroa Alcorta era apenas un surco apenas transitado. La gente les gritaba cosas, correr era cosa de elites en decadencia o de gente "con problemas".

Me lo cruzaba en GEBA cada tanto, y siempre tenía una palabra amable. Sabía gastarme con altura, miraba cada año los resultados de las carreras de fondo y me "pinchaba" para que por fin bajara las 3h30 del marathon. Me decía "pibe, vos sos joven" y me tiraba que a los 57 años había clavado 3h24 en el marathon. De todas esas conversaciones surgió que atesoraba una caja de recuerdos; con cierta ingenuidad yo quería escribir algo sobre sus anécdotas alucinantes. Él me miraba muy relajado, como a cien años luz de mis inquietudes, y me decía "después nos tomamos un café". Los últimos años yo lo gastaba, a mi vez, por este café demorado. Creo que él se sentía eterno en la medida en que no entregara la totalidad de sus recuerdos, como alargando su cuerda vital. Él me ganó esta carrera.

Ayer Alonso murió y yo hoy estoy muy triste. Seguro que él tuvo amigos más cercanos que yo, y que hay gente con certezas más sólidas que las mías. No tengo muy claro cómo es cruzar la meta hacia la muerte; no sé de medallas ni de premios, me pregunto si se recibe un Gatorade celestial o más bien te quedás mirando qué tal están las corredoras que vienen llegando. Pero en tanto, prefiero suponer que de algún modo Alonso trota aún por Palermo y nos acompaña, todas y cada una de las veces que corremos para olvidar que hay una muerte esperando.

Wednesday, April 22, 2009

"The Road" - Cormac McCarthy

Los buenos lectores saben que todo lo que nos pasa -reuniones, viajes, deporte, sociales- son solo meras dilaciones que nos impiden tirarnos en la cama, o en una reposera, bajo el sol del Otoño, a leer un buen libro. Y eso es lo que me ocurre con "The Road", esa gran novela de Cormac McCarthy.


La trama es ominosa -más aun en tiempos de gripe porcina y terremotos-. Un padre y un hijo caminan con un carro por un camino desierto, en un contexto post apocalíptico sin explicaciones. No hay vida, no hay sol, todo parece cubierto de nieve y cenizas, y ambos caminan hacia el mar. Supervivencia, entonces: pero sin onda, frágil, y con el anti mensaje de que a veces morirse es mejor. Todo parte el corazón: los cuidados del padre, las preguntas del hijo, la precariedad de las cosas. Y una vaga amenaza afuera, que recrudece a medida que avanza la trama.


El narrador es omnipresente, y los hechos parecen transcurrir como un susurro en la cabeza del lector. La concepción es minimalista: los diálogos carecen de guionado y no hay apostrofes en la edición original inglesa. A menudo las frases son cortas, descripciones sin verbo alguno. El fraseo, en fin, es tan crudo como la estepa misma que atraviesan el padre y el hijo. Dos ejemplos de la prosa de McCarthy:


“He looked at the sky. A single gray flake sifting down. He caught it in his hand and watched it expire there like the last host of christiandon”.

“And the dreams so rich in color. How else could death call you. Waking in the cold dawn it all turn to ash instantly. Like certain ancient frescoes entombed for centuries suddenly exposed to the day”.


Ya casi estoy ahi. No lo termino aun, pero cada vez que avanzo diez minutos me sorprendo por lo bien que este libro esta escrito, y me lamento porque queda menos. A la vez hago un salto entre esto y la propia trivialidad diaria (voy de nuevo: reuniones, eventos, etc...) y me espanta la trivialidad que nos envuelve a cada instante.


PD, dudo que agregue mucho, pero hay una película en ciernes con el “cuervo” Mortensen.La foto de los protagonistas junto al carrito ilustra este post y nos da buena idea del entorno fatal del libro.



Monday, April 13, 2009

Escritores ladri: Haruki Murakami


Caminamos en las huellas de quienes nos precedieron. O más pragmáticamente, tenemos solo 50 o 60 años para disfrutar o agregar cierto mérito en la vida –no me discutan en este punto- y es idiota hacerlo a ciegas sin imaginar como vivieron quienes nos precedieron. Al menos en las artes, y en particular en la literatura.


Muchos me habían recomendado a Murakami, pero en las ủltimas páginas de su “What I talk about when I talk about running” me encuentro pensando en cual será mi próxima lectura; parece que el libro no me dejó mucho. Y mucho es lo que esperaba pues no abundan los escritores-corredores. De la misma forma en que yo imagino para mí la categoría maratonistas-laburadores-padres de familia para subirme a un podio onírico, Murakami -en la escueta categoría de los maratonistas literarios- probablemente salga primero. No obstante, su libro en la intersección aporta poco, e incurre varias veces en una falsa humildad casi adolescente. Demasiado autobiográfico, demasiado “soy grosso porque escribo novelas y corro marathones, pero claro, tengo cierta disciplina.” Además no puedo evitar pensar que le robó el título al bueno de Raymond Carver, reemplazando “love” por “run”.


Hay momentos donde Murakami merece ser azotado. Cito, y me abstengo de comentarios:

  • "Life is basically unfair."
  • "On the highway of life you can't always be in the fast lane."
  • "In most cases learning something essential in life requires physical pain."
  • "But in real life things don't go smoothly."

El Payaso Luguercio hubiera bufado, lo sé. De todos modos, rescato dos momentos del libro. En el primero, el autor describe una ultra marathon de 100km –algo que un atleta entrenado puede hacer en diez u once horas- donde se explica bastante bien la “pared” del cansancio infinito a los dos tercios del trayecto, tras la cual el corredor entra en trance, corre aceptablemente la hora final y luego queda limado, con “marathon blues” a lo largo de un año. En otro pasaje describe aceptablemente el momento en que el corredor adulto nota la merma de rendimiento, y sabe que por más que se empeñe no logrará bajar sus tiempos, y aun así, sigue entrenando.


En fin. Murakami me mira acodado desde su fotito, como diciendo "y vos qué". En lo personal, estoy más cerca de la sabia resignación atlética que del ultra marathon. Y por qué no, estoy alegremente consciente de que estoy cerca de mi próximo libro, que será “The Road”, de Cormac McCarthy, de críticas demasiado buenas para ser ciertas, y que también y a su modo, trata acerca de caminos y de huellas.


Tuesday, March 31, 2009

Ben Gurion mon amour


Los palitos rastreadores son celestes y están levemente curvados hacia adentro, como un rebaño de pequeños consoladores esperando un sumo sacerdote proxeneta que los lleve en procesión al Rosedal. Todo mi equipaje esta mansamente dispuesto sobre una mesa, un inventario inanimado de mi pequeña vida viajera. Le pregunto a la inspectora del aeropuerto Ben Gurion si ya es suficiente, tras casi una hora de intenso escobillado a mis enseres. No, no lo es. Sigue ella con el rostro bajo en su minucioso rastrillar, feliz ella con su palito celeste, buscando químicos, almas, vida, nitratos, pensamientos –no, espero que esto no-.

Curioso, leído y exasperado, mala combinación. Pregunto si están buscando Nitrógeno. Mala idea: Rastrilladora Nata anota algo y me pasan a otro control de mayor seguridad. Los rabinos, religiosos y demás muñequitos se deslizan con rapidez por controles mas permisivos. Me miran con serena jactancia, con ojitos apenas visibles tras delgados lentes y bajo grandes sombreros negros. Los bucles normativos de su religión caen en tirabuzones con ángulos semejantes a los de los palitos celestes. Pero bueno, yo soy el extraño, no estoy vestido de negro, no tengo gorrito o sombrero de ala, y encima pregunto por el nitrógeno. Fuck.

A pesar de su empeño los palitos buscan pero no encuentran. Un momento, mi cámara tiene una extraño precinto que sujeta la batería. Llaman a la supervisora –cara tensa, el alma propulsada contra el rostro a Mach 2- y me pregunta por este arreglo casero. Le toca a ella ser curiosa e insiste, por que no compro una cámara nueva? A duras penas –la cintita es patética- se enciende la cámara y logro sacar una foto que prueba que esto no es una Uzi. Hubiera querido la foto de los Palitos Rastreadores, casi parecen cool a esta altura. De repente voila, dejo de ser sospechoso y me dejan ir. Llego a la cúpula circular de Ben Gurion, donde cada faceta es un Free Shop: los religiosos contemplan los bienes en trance consumista y queman tarjetas de crédito contra el posnet. Yo busco el vuelo que me saque de aquí.


Sunday, March 22, 2009

Sin acentos

Y no, no tengo acentos, y gracias a mi IP los banners bajan casi en arameo. Quien me habla me pregunta cada dos minutos "if this topic is familiar with your experience" y le contesto que si. Que si con acento. Aunque me voy replegando sobre las costras de mi mismo, y segun un amigo cada vez que asiento los parpados me bajan demasiado despacio. Me digo que lo mio no es desprecio, el tipo sigue, acumulando pequeños triunfos laborales y blandiendo experiencias y yo le aseguro que se de que me habla. Sin acentos. Me digo, no debo dormirme, mientras los slides bajan mas lentos que mis parpados. Genes y medio ambiente: mis gestos son copy & paste de mis padres, y eso es mi superficie, mientras que mi interior -eso que genera solitones de aburrimiento, ese querer que la realidad se adapte a mi- es puro ADN, no self control, calidoscopio de genes, mitocondrias y pequeñas piedras preciosas. El tipo sigue con los slides, y yo sigo sin acentos.

Sunday, March 15, 2009

Amis vs Puig

Dos libros estuvieron peleando palmo a palmo en mi mochila de viaje en estos días: "London Fields" de Martin Amis (a la izquierda del ring) y "Boquitas Pintadas" de Manuel Puig (el retador, a la derecha). Uno es el campeón respaldado por la crítica, niño terrible de las mejores prensas, con retiros en José Ignacio y dientes levemente aserrados. El otro se mantiene en el presente atemporal de los grandes, asediando al campeón con estructuras simples, situaciones absolutamente contundentes y variedad del discurso.

Amis vacila, tambalea, le sobran doscientas páginas: sólo el personaje de Keith Talent lo saca a flote pero ay, es tan pretencioso... necesita que el fin del mundo tiña toda su novela y sacar chapa de bon vivant en el personaje de Guy Clinch para presumir. El retador pone frases de pueblo, frases tangueras de Le Pera, pequeñas vanidades femeninas que empujan a la tumba. Puig deleita con edictos policiales y cartas chimenteras, coloca manos contundentes en cada página, y se erige en narrador omnipresente, jugando con sus personajes entre la vida y la muerte. Amis en cambio se demora, da rodeos, insiste con Londres fulgurantes -y encima uno sufre, leyendo con el Babylon a mano-. Puig puntea con el jab de las pequeñas hipocresías de clase media: no necesita de finales de siglo ni de portentosas Nicola Six, predadoras adivinatorias. Amis cae.

Hoy, saliendo de un Heathrow atestado -los pagos de Martin Amis-, terminé Boquitas Pintadas. Ganador por escándalo, el morocho de General Villegas.

Wednesday, March 11, 2009

Mexican Style

Colapsan varios vuelos desde el cielo hacia el aeropuerto Benito Juárez en el DF y ocurre un caleidoscopio de personas que se funden: es un mash-up entre los intentos de globalización y un scrum de rugby. Sobrevivo a Migraciones, me arriesgo a un taxi, y tras una hora de autopistas perdidas a lo David Lynch, no estoy en DF sino en Santa Fé. Los hoteles modernos tienen el aire viciado y las ventanas no pueden abrirse. Cuando pido algo en el desk me dicen "cláaaro", pero no está claro.

Tómese mucha inversión, ponga un arquitecto fanático de rascacielos con poco criterio estético, inunde todo de autos y mézclese todo sobre un pantano: tendrá Ud a Santa Fé. Entre reunión y reunión leo algo de historia mexicana, y puedo entender el resentimiento que asoma en las miradas achaparradas y morenas. A un día de arribado, los diálogos ocurren aún levemente desplazados de su baricentro, pero como a los dos mil metros, a la altura del bosque del Chapultepec. Será el jet-lag o la altitud? Estoy cansado. No obstante, cena en Polanco: el mozo hace como que nos entiende, y la gente pretende que los mariachis les gustan a todo el mundo.

Mayas, aztecas, españoles, habsburgos y cientos de rebeliones en medio. Como si siempre faltara un "claro" por aclarar, o como si la muda mirada de rencor indígena llevara ya medio milenio. Y al final del día dos, ese maitre achaparrado, que manos en jarra y peinado con gel en puntitas, recrimina a sus congéneres con desdén por servir tarde el café a los Blancos. Y por encima de todo, la Torre del Ángel -muy Siegessäule y berlinesa, en la avenida de la Reforma- juzga todas esas miradas que van hacia un cielo donde se codean el dios de los europeos y la Serpiente Emplumada.

Sunday, March 01, 2009

Cruzadas absurdas de Marzo

Dos son las cruzadas absurdas que ocuparán mis pensamientos durante Marzo -prodigando el necesario balance con el noventa y algo por ciento de pensamientos correctos.

Una se refiere a obtener la t-shirt original de King Crimson (grandes chances de pedirle a Sylvie-que-viene-de-Toronto esto). Me dirán qué tiene de original o de importante; la respuesta es, no lo sé. Un condimento importante aquí es la eterna vacilación entre L y M. Such is human perversity.

La otra cuestión decididamente importante es lograr mi propia imagen preocupada frente a los monitores. Ya que aparece en todos los portales, ya que es tan patéticamente usual, la única manera de sabotearla es que todos tengamos nuestra estúpida imagen de la Crisis, nuestro rostro frente a monitores que muestran señales declinantes de los mercados.

Wednesday, February 18, 2009

Tríada II

Los vikingos usaban un cristal a manera de brújula para hallar el sol en los días nublados. Esa piedra, llamada espato de Islandia, permitió el predominio vikingo en los mares, en tiempos medievales.


La embajada de Arabia en Buenos Aires no atiende mails ni llamados telefónicos. Fui a la mansión de Barrio Parque –enumero: criadas paseando perros extraños, custodios, autos carísimos- a buscar información sobre un posible viaje a Bahrein. Tras una espera surgió un señor que me atendió en la puerta. El hombre tenía el pelo muy corto, hablaba con voz engolada y evitaba mirarme a los ojos; tenía su vista clavada en unos anteojos mínimos que pendían de la punta de su nariz. El rayo de su mirada atravesaba esas lentes y se clavaba en algún punto de mis vísceras. Cuando terminé de explicar mi propósito, sugirió que enviara la pregunta por correo postal. Luego confundió Bahrein con Emiratos Árabes. Decidí entonces preguntarle su cargo, y mientras jugueteaba con sus anteojos, admitió que era de Seguridad. Lo saludé y caminé hacia Libertador.


Hace veinte años sumergía una piedra rica en Manganeso a una fuente de neutrones, con la idea de “ver” a través de las paredes. Luego supe que la rodocrosita y el espato de Islandia eran la misma cosa. Hoy creo que los jerarcas de las Embajadas ponen modernos vikingos en las puertas para escrutar almas y marear a cualquier navegante de destinos.