Friday, December 14, 2007

Contra el Spam Navideño

Son dos magnitudes que se oponen, el buen deseo y la cantidad de destinatarios. El producto entre la intimidad de un buen deseo navideño y la cantidad alcanzada por ese augurio es una constante. En un extremo del gráfico estaría el deseo sincero de felicidades comunicado personalmente al ser querido; en el otro, un insoportable email con copia oculta, casi anónimo, aborrecible.

El tono del mensaje se tornaría inmanejable al mezclar gente que uno realmente estima, con seres de otros años que cuelgan de la agenda prontos a desbarrancar. Que si la agenda fuera de papel, y hubiera un capítulo de "otros", ellos estarían allí y la hoja podría ser llevada por el viento sin gran pérdida. Cómo escribir en un tono promedio para unos y otros? Mejor ni escribir.

Entonces, en estas otredades de rojo y verde que son las fiestas, sugiero infinitamente el saludo personal -probablemente con escasísimos amigos y familiares- y abjuro del horrible mail impersonal, y aún esa llamada piadosa que culmina con un "a ver cuándo nos vemos". Mi cruzada absurda de fin de año es contemplar el jardín y ver como se desliza el 2007 hacia el 2008, casi en soledad. So to speak, la década está perdida.

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