Tuesday, February 23, 2010

Fútbol cuántico

Se quejaba el Payaso Lugüercio, y no me dejaba ver el partido. "Los jugadores se quejan, los presidentes se quejan, los propios árbitros se quejan". En el aparato de TV del bar los futbolistas se le iban encima al referi, como atraídos por un imán lustroso. "El error parte de suponer que en los deportes de alta fricción las faltas existen".

Estudiantes acababa de meter el segundo gol y la vida me parecía más justa. Aún así desvié mi mirada del monitor: Lugüercio empezaba a teorizar. "Es como en la física cuántica. Hay determinada probabilidad de que sucedan las cosas. No se trata de un sí o de un no, de un foul, de un penal. Puede ser que la partícula aparezca, con tal probabilidad". Y me contó el caso de la vida real. Una persona puede hacer difracción en una puerta, aparecer arriba o abajo, pues cuánticamente es posible pero el Universo aún no se tomó el tiempo necesario para que esto ocurra. Mientras revolvía su aperitivo, musitó ensimismado "diez a la treinta y cinco segundos".

"Payaso, y vos cómo aplicarías esto al fútbol?" Se iluminó. "Acumularía probabilidad de fouls en faltas sucesivas. Varios empujones en el área que son casi penales se transformarían inevitablemente en penal. Sacaría por 5 minutos al que hace cada falta, sin expulsiones. Un tiro en los palos valdría una fracción de gol. Concedería mínimos beneficios de la duda, resueltos con piques ligeramente oblicuos. Admitiría ganadores morales"

Notó que estaba exagerando, y se concedió una pausa. Me gusta pincharlo, pero a la vez quería ver el partido. Pensé que llevándolo al extremo del fútbol o del rugby le demostraría por el absurdo que eso era muy complicado, y que lo haría callar. "No hay nada complicado; lo que falta es plata para administrar justicia". Pensé en el Estado, me imaginé un país cuántico con Resoluciones 125 o embargos al Banco Central dirimidas por métodos cuánticos, vislumbré en Lugüercio en la Corte Suprema, temí lo peor.

Pero entonces Huracán metió un tiro en el travesaño, y volvimos a lo nuestro.