Monday, June 30, 2008

El "Pequeño Corredor Ilustrado"

En otro vano intento por ser comprendido, el académico, erudito y corredor Pablo Lugüercio estableció un pequeño canon sobre la correspondencia entre el lenguaje coloquial español y la jerga de los corredores. La obra fue llamada "Pequeño Corredor Ilustrado" y consta de un extenso glosario en un híbrido de español e inglés.

Es llamativo que el adjetivo "ilustrado" parece ser una autorreferencia, pues el volumen carece de ilustración alguna. Este hecho parece darle razón a los intelectuales contendientes de Lugüercio, que en numerosos cónclaves lo tildaron de "payaso arrogante". La obra tiene su origen en los vanos intentos del autor de comunicarse con el mundo no atlético, a quienes se refería como "esos malditos sedentarios".

Como fuere, he aquí parte del legado de Lugüercio, que por brevedad y hartazgo limitaremos a unas pocas entradas del glosario. La obra, como era previsible, pasó desapercibida para la crítica y el gran público.
  • LSD: "long slow distance", corrida larga y lenta -en comparación con los ritmos de carrera- que es la clave para las carreras de 21 y 42 km.
  • Paso: una cierta velocidad característica. "voy a cuatro " significa que se recorre un kilómetro en cuatro minutos. Esto, para el neófito, significa quince kilómetros por hora.
  • Pacer: corredor que lleva un paso constante, guiando a un grupo hacia un objetivo.
  • Intervalo: una repetición de cierta velocidad -típicamente en pista- seguida de un trote más lento para recuperarse.
  • DNF: "did not finish", una manera elegante de decir que no se pudo terminar una marathon.
  • Carboload: ingesta de pastas los días anteriores a la carrera. Uno de los momentos más gratos en la vida del corredor.
  • Corredor Chapita: corredor obsesivo o compulsivo para quien la vida "es todo eso que ocurre cuando no se está plainificando una corrida, corriendo o elongando". Ver más.
  • PR o PB: mejor marca personal para una cierta distancia.
  • RICE: "rest, ice, compression and elevation", una suma de remedios caseros ante afecciones musculares que evita la ida al médico.
  • Pared ("bonk") límite de cansancio total y sensaciones negativas que ocurre cuando el cuerpo se queda sin glucosa, típico en el km30 de una marathon.

Wednesday, June 25, 2008

Diario de un Pace-Maker II

Igual, puede ser que tus hijos te miren y te digan: "por qué te disfrazaste de Inspector Gadget?"
(gracias Laura por la foto).

Monday, June 23, 2008

Diario de un Pace-Maker

Para esa gente sedentaria que aún no lo sabe, un pace-maker es un tipo que va en una marathon (42 kilómetros y monedas) corriendo a un cierto ritmo predecible y constante, en aquello que los viejos maestros del secundario llaman movimiento rectilíneo uniforme. Corre con un banderín bien visible y algo ridículo -un inspector Gadget auspiciado por Gatorade- para ayudar a los corredores más novatos a llevar un ritmo parejo; de otra forma, esto después de los 30 km se paga caro.

Uno, el pacemaker podría ir más rápido, pero no debe. Dos, a veces está tentado de ir más despacio, pero no puede. Esa distancia entre el ser y el no ser es la que atenaza la existencia del tipo. No corre su carrera, sino la del resto, y se entrega a ese hecho, con la mente plagada de planillas y la glucosa en descenso.

Ahí va él, como su indiscreta banderita señalando el tiempo que lo separa entre largada y llegada. Le duele algo? Nada. Le preguntan cosas? Él responde parcamente, porque no le sobra mucho aliento. O sí, cada tanto musita alguna respuesta. Y nada de trampas: no puede ir más rápido, e ir disminuyendo a medida que el objetivo está seguro, pues eso comprometería al grupo. Abjura de la aceleración, para él sólo existe la velocidad constante.

Le preguntan, “maestro, vas a ir a 5:20 el kilómetro?” Y él responde que sí. Y lleva anotado en un brazalete sus monótonos tiempos parciales. Y tiene calor en la largada, y le pide al grupo que le ayuden a sacarse esa remera amarilla que le puso el sponsor. Y el grupo ayuda, como quien viste y desviste a un actor. Y descubre que por ser pacemaker está siempre en el centro del enjambre, y no le llegan las ayudas del agua ni al Gatorade. Y el grupo le pasa todo lo que necesita. Y descubre malhumor en la gente que pasa al final, y él les dice: “corré acá al lado” y no dicen más. Él tiene un poder que no comprende sobre el resto. Hace calor, Rosario de pronto hierve. Se tira el agua que le sobra en la nuca y se sorprende cuando el banderín roza un árbol. Pregunta, lo tengo todavía? Y le dicen que sí. Y piensa que en el km 32 o el 33, hay que acelerar un toque. Pero el camino está lleno de subidas y bajadas imperceptibles que hacen todo más difícil. Pasa las horribles rotondas del km 37 y gira hacia la barranca como un toro herido, llevando el estandarte del tiempo en su lomo.

Le puede pasar al pace-maker que haya tenido algo de gripe esa semana, y que en el km38 se diga “no puedo más” y haya pensado en pasarle el banderín a alguna otra víctima propiciatoria. Pero le queda media glucosa para pensar, y arma el grupo de tres en tres contra el viento y se pone él en el medio, y aguanta. Ellos no lo saben, pero los pacemaker son ellos, y él por un par de kilómetros es sólo un impostor llevando un banderín... pero a lo lejos, cerca del Monumento, ya se ve la llegada. Y el cronómetro dice 3:44:50, y sólo quedan unos pocos metros. El grupo finalmente llega como un ramillete marchito y húmedo, arrojándose a la meta, lo abrazan (él se pregunta por qué), le sacan fotos (pero no vieron que yo estaba muerto?) y todo termina.

Debuté de pace-maker en la marathon de Rosario.
Prometí tres horas cuarenta y cinco. Hice tres horas cuarenta y cinco.
Y fue casi mejor mejor que bajar mi propia marca.

Monday, June 16, 2008

En memoria de Marcelo

Así, en rápida enumeración, recuerdo que Marcelo tenía exactamente diez años más que yo, y era pelado pero de un modo prolijo. Sus buenas facciones hacían juego con el don de ser gentil con los chicos pero sin ponerles pilas extras. Se podía tomar un café con él en la barra del Newbery y hablar acerca de libros, películas, socios decadentes o chapitas, con la vaga neutralidad que permite una amistad distante: uno siempre podía ser uno. Recuerdo que Marcelo solía quejarse con cierto humor del estudio de arquitectura donde trabajaba; no le pagaban mucho, pero continuaba allí por su cercania al club. Llegaba en bicicleta o en el 34, pues le habían robado en su momento su discreto Taunus verde.

Lo conocimos en la añeja Gimnasia Danesa del central, pero la amistad se trasplantó al Newbery sin esfuerzo. Lo veíamos en complemento o en la pileta, en verano. Hace unos tres años, al ver que estaba desaparecido, le envié dos o tres mails a su casilla de Hotmail, pero nunca hubo respuesta. La búsqueda en Google fue igualmente en vano. Luego, probablemente me olvidé, o lo juzgué como otro socio que buscaba un cambio de aires. En virtud de la discreción de la amistad no pregunté mucho.

Hace un par de años me encontré con Larry -otro habitué del gimnasio-. Se abrió la puerta de una casa en venta en la calle Aguirre, y para mi sorpresa él era el vendedor. La casa estaba contrahecha y era cara, en seguida quedó fuera de tema. Hacia el final de la visita Larry me dijo "pero vos sabés lo que pasó con Marcelo, no?". Y ahí supe. Hoy, leyendo un post muy lindo de Charlotte, lo recordé y sigo sin poder creer que él ya no esté. Casi me alegro de no haber recibido respuesta alguna de su Hotmail.

Thursday, June 12, 2008

Tell me why I don´t like emoticons

De nuevo, este es otro tema en la twilight zone entre Otredades y Snark, que a veces son blogs paralelos y a veces creo que son la misma cosa. Digámoslo de una vez: me enferman los emoticons en los chats y en los txt, sobre todo viniendo de gente grande.

Se me dirá: éste es otro de tus problemas de actitud. Yo asentiré levemente y dirigiré al lector hacia el banner de entrada. Este blog está fuera del "established order", ok? Dicho esto, pensemos por un instante en un sujeto del segmento profesional (30;45) que es un serial killer de los emoticons. Pongámonos en su dudosa piel. Por qué lo hace?
  • No puede escribir con corrección, o cerrar una frase.
  • Duda con la ortografía y envía la frase al corner.
  • No está seguro de lo que realmente quiere decir
  • No se siente libre de poder ir al fondo con sus pensamientos.
Las dos primeras aluden a problemas de forma -sobre lo que podemos discutir un rato-. Las dos últimas denotan una especie de vaguedad adolescente (pero con canas y arrugas en vez de acné juvenil), una tibieza a toda prueba les impide ir al fondo del asunto. Es, en definitiva, un osito de peluche del teclado.

Otras anomalías: no discuto a los fundamentalistas de la "k" (no sé ké kieren decir) pero desfallezco con quienes terminan cada frase con jjejejeeje, a quienes les preguntaría, a punto de boxearlos, "de qué te estás riendo"?

Queda dicho, el camino del infierno está sembrado de mensajes de texto con emoticons

Saturday, June 07, 2008

El payaso corredor

Sumergido en la vasta obra de Pablo Lugüercio (aka “el Payaso”, aka “el último Ecléctico") figura un tratado que combina la presupuestación en negocios masivos, la cultura pop y el marathonismo –el pensador acaba de finalizar con éxito la marathon de Boston-. Es así que en uno de los primeros capítulos de la obra se sugiere la mentira aviesa a los Call Centers como medio ideal para cumplir objetivos anuales, exagerando las metas de meses intermedios para llegar tranquilos al probable bajón de Noviembre-Diciembre “tal como se corre una marathon, apurando el paso en los kilómetros intermedios”. Nada más alejado de la realidad, pues el veradero marathonista apura el paso recién en el km 30 cuando debe atravesar “el muro” donde las reservas físicas se han agotado y “se corre con los huevos”, según la desafortunada frase del citado artista.

Más adelante en su obra se indaga sobre cuál es la música que debe acompañar al atleta en su mp3, y en ese punto Lugüercio es enigmático al enunciar que prefiere “buscar las bandas intermedias, entre la L y la P”. Cita como ejemplos a Lou Reed, Madonna, Massive Attack, Miranda y Placebo –aportando más evidencia a su proverbial eclecticismo-. En cierta oportunidad se le preguntó porqué no editaba los tracks interponiendo un número y se abstenía de buscar relaciones causales entre ritmo musical y nombre de bandas, a lo que contestó: “busco la trama oculta del universo, y las marathones son como la música: voy corriendo a una semicorchea por latido de mi corazón”. Ante el silencio ominoso de los periodistas, Lugüercio espetó “acaso ustedes correrían escuchando a Abba o a Zucchero?”.

Monday, June 02, 2008

Y todos tienen esas camionetas grandes

-Tito, viste cómo viven en China?
-...?

El vestuario del primer piso era testigo del diálogo entre el bueno de Martín –cuidador, sabedor de todo, recolector de candados y secretos, y gran tifón paranoiqueante de noticias- y Tito, socio en desnudez. pero también víctima de las últimas noticias de Martín.

-Me lo contó Marcelo, el que se cambia acá, que llegó recién de ChenSén o YenSén, o algo así. Mirá que Argentina tiene sus problemas, pero yo esto no lo cambio por nada. Parece que viven en cuevas pero tienen todos tienen esas camionetas grandes como la de Tinelli viste, que te pasan por arriba. Cómo se llaman, Jumer o Jámer, no sé, bueno, esas grandes. Ah, y los que no, tienen BMW y Mercedes, pero todos negros. No compran otro color los chinos, jah.

Tito escuchaba inmóvil, sosteniendo la toalla en una mano y el jabón en la otra, sin más argumentos que su desnudez para salir corriendo hacia la ducha ni bien pudiera.

-...además no ven el cielo porque está todo contaminado. Claro, son ciudades más chicas que Buenos Aires pero todas tienen 4 o 5 millones de personas. De chinos, claro. Y Marcelo dice que estuvo cuando pasó el terremoto, y que se murió mucha más gente, pero no lo quieren reconocer. Sabés por qué?

Tito desplazó su peso de un pie a otro, y aún mudo, levantó apenas el mentón inquiriendo, como quien enfrenta el pelotón de fusilamiento.

-Porque el gobierno cuida la imagen hasta las Olimpíadas, pero después... se pudre todo! Mirá vos, la Chila milenaria... son todos unos hijos de puta, allá.