Wednesday, February 18, 2009

Tríada II

Los vikingos usaban un cristal a manera de brújula para hallar el sol en los días nublados. Esa piedra, llamada espato de Islandia, permitió el predominio vikingo en los mares, en tiempos medievales.


La embajada de Arabia en Buenos Aires no atiende mails ni llamados telefónicos. Fui a la mansión de Barrio Parque –enumero: criadas paseando perros extraños, custodios, autos carísimos- a buscar información sobre un posible viaje a Bahrein. Tras una espera surgió un señor que me atendió en la puerta. El hombre tenía el pelo muy corto, hablaba con voz engolada y evitaba mirarme a los ojos; tenía su vista clavada en unos anteojos mínimos que pendían de la punta de su nariz. El rayo de su mirada atravesaba esas lentes y se clavaba en algún punto de mis vísceras. Cuando terminé de explicar mi propósito, sugirió que enviara la pregunta por correo postal. Luego confundió Bahrein con Emiratos Árabes. Decidí entonces preguntarle su cargo, y mientras jugueteaba con sus anteojos, admitió que era de Seguridad. Lo saludé y caminé hacia Libertador.


Hace veinte años sumergía una piedra rica en Manganeso a una fuente de neutrones, con la idea de “ver” a través de las paredes. Luego supe que la rodocrosita y el espato de Islandia eran la misma cosa. Hoy creo que los jerarcas de las Embajadas ponen modernos vikingos en las puertas para escrutar almas y marear a cualquier navegante de destinos.

Tuesday, February 10, 2009

Lugüercio, allá en el Este


Durante su breve paso por el Wanderers Fútbol Club, el pensador y extremo derecho Pablo Lugüercio tuvo oportunidad de esbozar un catálogo de diferencias entre gente a ambas orillas del Río de la Plata.

Lugüercio (a.k.a "el Payaso") se refiere de este modo a los charrúas: "son afables y creen en el destino, a tal punto que al serles requerida una dirección señalan el horizonte e indican "por allá", aseveran con un "seguro" bien acentuado en la sílaba intermedia, y en medio de una explicación intercalan "ahí va, ahí va". Su despedida "pasen bien" denota el buen deseo por el otro, salpicado por cierta desidia. El clima oriental -en general más benigno, salvo lluvias torrenciales en Rocha- provoca cierta indolencia: su máxima aspiración en la vida es un trabajo estatal donde puedan "hacer playa" a partir de las 4. La comida es abundante, el Requesón, el postre Chajá y el dulce de leche Conaprole hacen mella en el colesterol de propios y ajenos." Como se ve, el Payaso evita en su descripción caer en los lugares común del "tá" o el "pila", sino que penetra en la hermética alma del ser oriental: un sujeto de buen talante que se conforma con una lenta decadencia acariciada por el sol de Malvín.

Hizo un extraño viaje iniciático al Cabo Polonio (ver foto) donde, en un precario registro civil, logró incluir una críptica "W" a su nombre. Tal vez fue su última aventura oriental: tras sólo cuatro meses de prácticas, el pensador regresó un Otoño a buscar otros desafíos en clubes argentinos del Nacional B. "Me molestaba la arena, vo" fue su declaración más recordada.