Las salas de los aeropuertos intercambian gente, como vasos comunicantes. Insisto en la pasividad del sujeto: las personas son transportadas por cintas, escaleras, sillas de ruedas, a veces hasta tambalean por sí solas conducidas hasta abismos exasperantes de nulidad gastronómica. Toda la materia oscura del universo se acumula ahí, todo es más sucio y más caro, los trámites infructuosos son la norma y los mediocres reinan, uniformados. Los miro trastabillar contra las Samsonites, y sólo falta "Música para Aeropuertos" de fondo, esa genialidad de Brian Eno.
Y otra vez es ese estúpido papel que nadie leerá, esa versión desganda de mí mismo en blanco y negro. Sabedor de su inutilidad, mi Cruzada Absurda de Diciembre es decorar esos formularios con cifras y letras absurdos. Llamo a los viajeros a la rebelión: si nadie lee eso, porqué no completarlos con arte? Domicilio? "Gran Apart La Oquedad". Propósito de su viaje? "Engrosar las arcas y aumentar mi tedio". Podríamos alegrar las esperas del avión eligiendo las mejores frases.
Y allí vamos, corriendo por llegar primero a Migraciones y luego -o después, según se mire- a revisar el equipaje, y que algunas veces pasemos indemnes y otras veces nos saquen el cinturón. Pero esto tiene sentido, si hasta merecemos ser castigados.
Tuesday, December 04, 2007
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment