Thursday, October 18, 2007
Sanhattan
Grùas, grùas, grùas -asì, de a tres, y con acentos al revés- erizan el horizonte hacia donde uno solamente creía ver montañas. O al revés, tras millones de años la montaña que contemplò arruguitas de casas ahora ve la competencia de las torres de Sanhattan.
No estoy en Chile, o casi. La coctelera entre la modernidad y el Santiago sereno que yo conocí arrojó este resultado en Las Condes. Antes: casas de piedra, iglesias, sumisión. Ahora: flujo de caja, americanismos, check-in on line eficiente en Lan (así, en verso). Debo romper el orden, debo hacerlo: salgo corriendo por Riesco hacia arriba, me meto en el Hyatt, saludo como viejo habitué y descanso un rato en el gym. Saludo y bajo hacia Las Condes. Aquí siempre estoy multiplicado por menos uno: ni siquiera hay gente corriendo.
Y cada tanto, la perplejidad que se desliza desde la copa de Carmenere hacia arriba: yo soy el trasandino. Ah, la cuestión de las relatividades. No, no estoy en Manhattan pero tampoco en Chile: estoy en Sanhattan.
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