
La rutina se altera con la llegada de los carritos a la "U". La manada entusiasta se zambulle especialmente sobre el carrito de lácteos. La chica de al lado me pregunta si me gusta "Vivir Mejor" y si hace tiempo que estoy aquí. Yo me excuso, busco algún café con cierta ansiedad, y mi anhelo parece concretarse en un carrito distinto que llega. Pero suena una voz metálica anunciando que "el café está vencido". Le pregunto a la chica si acá los objetos ya trabajan con RFID, pero ella se encoge de hombros.
Cuando estoy considerando cambiar mi plan hacia yogur con cereales, de repente la multitud parece cobrar vida y arroja sus tetra brik de 1 litro de yogur a un cesto común que engulle el contenido. La barra se levanta y en su lugar aparece una escalera que desciende ominosamente hacia las sombras. Todos bajan al unísono, yo me quedo pensando.
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