"A la luz del relámpago vi la cara muerta de la camarera que nos había servido (...) en el café de Nessus. Toda su belleza había sido borrada. En el recuento final sólo hay amor, sólo esa divinidad. Nuestro pecado imperdonable es siempre el mismo: sólo somos capaces de ser lo que somos."
Gene Wolfe, "La Garra del Conciliador" (1981)
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