Hace un par de días que no corría y estaba juntando ganas. Ayer me junté con una sobreviviente del Cruce de los Andes que a su vez me hizo recordar el cruce del 2006. And the rain finally stopped, así de golpe, como con una doble p climática. Todo esto me condujo al Rosedal, ya que había abjurado por un tiempo de otros lugares vandálicos tras el Chacarita Incident.
El Rosedal tiene vueltas de una milla. No creo en las casualidades, pero también dudo que Thays haya planeado que esto fuera así; además las marcas de 100 m no son exactas. Digamos que con 5 vueltas de 1600, calentando un poco antes y un poco después se arma un circuito decente para un día lluvioso, y hasta se puede tener un vuelo anglicano de plantear entrenamientos en términos de millas.
Sol incipiente de siete de la tarde, nadie a la vista, ni siquiera mosquitos. Nadie exceptuando un nabo tenaz que corre hablando a los gritos por su celular, un simplón entusiasta delatado por su indumentaria: musculosa verde demasiado apretada, bermudas más de paseo que de otra cosa y juraría que zapatillas de spinning. Le grita a su interlocutor "Jóse" con acento en la "o". Es como el loquito del subte D (que merece su blog) cantando canciones latinas, apretado contra el vidrio del vagón y haciendo viserita con la mano; tan freak, pero corriendo. Me pasa al lado -vamos a un 5:30 el km- termina la conversación y acelera. Me dice "vamos, eh, con ganas". Lo miro girando levemente la cabeza y mirándolo fijo, como reduciéndolo a cero. Es raro, es como si le copiara esa expresión de desprecio a mi hijo Pedro, que la debe haber sacado a su vez de algún antepasado medieval. Me siento mi propio hijo despreciando a un loquito, no le contesto, dejo que se me adelante y esta humilde vueltita por el Rosedal se transformará en Cannonball o algo así.
El muy idiota ha colgado su telefonito y va en sus zapatillas de spinning (por favor!) 20 metros adelante. Le escucho la respiración, adivino que está en las últimas. Saboreo la venganza: dejo pasar una vuelta y acelero. Ahora voy a 5:00 y en silencio; trato de no hacer ruido con las zapas pero las Nike Shox vetustas me traicionan un poco, sé que ahora me escucha. Aparece gente de todos lados como en una producción de cine, contrastando con el vacío del comienzo; caminantes, perros, niños, rollers, y truhanes de toda índole. Otra vuelta, acelero un poco más, voy a 4:45 y el tipo está rojo y se detiene de golpe.
Nunca hay que parar de correr así de repente. Miro por sobre mi hombro si está bien, le hago okey con el pulgarcito, el tipo se tambalea. Hizo falta este idiota para que mi entrenamiento tuviera sentido? Hago la última vuelta a 4:30, busco el cadáver del tipo al pasar pero sólo veo gente desplazándose urbanamente por los parques, en solidaridad con el musgo y los guardianes de plaza. Las nubes vuelven a cubrir el escenario, y los vendedores se alejan hacia Libertador.
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