Friday, November 16, 2012
Constitución
Si hubiera alguien a quien hablarle, le diría que esta vez soñé en colores. Añadiría que para compensar las usuales tinieblas, la acción transcurría bajo tierra. Imagino gestos de incredulidad. Debería terminar de aclarar que en mis sueños todo ocurre de noche. No hay luces reales ni artificiales, y esto lo atribuyo a mi feroz miopía original que se hace sentir décadas después, como reclamando el lugar que ha perdido en la vigilia. En mis sueños cada objeto emite un resplandor muy débil que alcanza para nutrir los contornos y poco más. Pero esto exige que con frecuencia deba acercarme a cada letrero, cada detalle, cada rostro, para que ese pequeño fulgor, que se atenúa muchísimo con la distancia, me sirva de algo. Esto cansa, e invariablemente -al revés que en la vigilia- el cansancio en los sueños hace que uno se despierte.
Aceptada esta rareza, esta vez soñé que con un grupo de compañeros del Pío IX cruzábamos por la galería que está en Constitución, atravesando de lado a lado una manzana entre Bernardo de Irigoyen y Tacuarí, a dos cuadras de donde yo vivía cuando era chico. Será que mi mapa mental de esta galería estaba intacto, y que tal vez por eso esta vez se veía todo. Los negocios habían cambiado o desaparecido en ruinas: no hace falta decir que esto ha ocurrido en la realidad. Mis amigos comentaban la horrible estética del lugar, la mampostería, la futilidad del entrepiso, y los negocios ominosos. Yo defendía la simpleza de la galería, guiaba al grupo entre las ruinas y contaba anécdotas de bares, peluquerías y amigos que vivían cerca. Sentía, creo, esa vaga vergüenza por el origen, que siempre nos apena -pues siempre habrá lugares que nos parezcan mejores con los años-.
No se veían casi paseantes alrededor. Bajo el entrepiso me agaché a mirar, sorprendido, un negocio abandonado donde todavía se entreveía la mercadería, un mostrador, y los biblioratos en los anaqueles. El Rulo, Javier, Filippini y algunos más me esperaban algunos escalones más arriba. Discutían adónde iríamos a comer. Aún agachado, lloré tapándome la cara para que no me vieran. Era puro dolor por el barrio, la sociedad, y los años. No había espacio para metáforas ni para achacar culpas. La galería dolía, y las anécdotas no mitigaban nada. El grupo se dispersó mientra yo salía del sueño.
Wednesday, October 24, 2012
Teorías capilares en Dumbo
Hacía pocos minutos había dejado atrás a Williamsburg. Tenía que reunirme con el Payaso en un bar de Dumbo ("down under Manhattan Bridge", algún creativo mereció su sueldo). Llegué en la bicicleta bastante rápido, en uno de esos días extraños en que el mundo suspendió las presiones. El laburo cabe en la mochila, la mochila va en la bici, y uno se deja llevar por los lugares. Cada tanto salta la cadena, cada tanto uno cambia de laburo. Nada dramático. Sólo que estaba por encontrarme con el Payaso.
A esta altura pocos lo tendrán al Payaso Lugüercio como un mero futbolista. Nada de lo humano le es ajeno, salvo el kirchnerismo -ante el cual retrocede espantado-. Los pocos seguidores del blog recordarán sus teorías . Con el futbol cuántico el Payaso inauguraba nuevos merecimientos futbolísticos. Con sus ideas sobre Uruguay, o los marathones definía grupos humanos. Y con los piqueteros K en las cenizas o la Yanificación del País había anunciado el porvenir. Más que un dudoso puntero izquierdo con bajísimo promedio de gol, era el Pitoniso de La Plata.
Tras un efímero paso por Racing y Arsenal, había firmado un acuerdo muy libre con el Saratoga Brooklyn, un equipo de tercera división de allá. Cobraba no por partido jugado, sino por gol convertido. Las matanzas con los compañeros en el área eran ya épicas. "Es un final digno" me había anunciado por teléfono.
Logramos una mesa decente en el One girl cookies, lugar a mitad de camino entre declaración de principios adolescente y géiser de homosexualidad. Dice el bueno de Elvio Gandolfo que hay gente que empieza a despedirse ni bien llega. Lugüercio hizo algo parecido, apenas nos habíamos sentado cuando me dijo que los tiempos se estaban acabando allá.
Otoño en Brooklyn es una época exenta de paranoias. Las hojas mudan de color en Prospect Park, la gente espera su Halloween en cómodas cuotas, las elecciones florecen en TV. El "allá" del Payaso era la Argentina, un lugar donde el poder pacta con la prensa titulares fulminantes cada diez minutos. Un Maelström político continuo pordía, un descenso a los infiernos sin Beatrices, una eterna posibilidad peor cada mañana. No, yo no sabía lo que pasaba allá, y de momento no quería saberlo.
"Todos los que se equivocan tienen bigote o barba; Kicillof es la excepción pero tiene patillas, Néstor les dijo en 2003 que había que volver a los setenta, y ellos no pueden diferenciarse." Le retruqué con la frase de Perón y los imberbes, pero el Payaso estaba sacado. "Cada día destruyen un par de industrias, son errores infantiles, me fui, la AFIP me dejaba cartas, me sacaban los dólares, no aguantaba más". Ante mi sorpresa se pidió una cookie de fresa.
Yo le quería preguntar por el gol de Messi a Chile y olvidar, pero me dejé llevar por esa vana necesidad de tener razón. Argumenté que hay pelados eficazmente idiotas. Si hasta la misma presidente se había referido hace poco a Cavallo y al ministro español, notorios calvos. El Payaso desestimó mi intento. "Vos no sabés. Te fuiste hace mucho. Es como si se les metiera el pelo para adentro y no pudieran pensar. Y siempre con la moralina, hablando con mayúsculas, cuando en realidad están choreándose todo". Abundó en Sileonis, en Fernandez, en Garrés. "No, el hermano, Nidia no, ella se depila; es boluda, nada más". En su cosmología, Abal Medina era un contraejemplo extraño. "Tratan y tratan, pero al pendejo no le crece el pelo; no tiene la culpa, es genético."
Al fin de sus alocuciones siempre había esperanza. Pero no, Lugüercio me miraba con un asombro fingido, a lo Gustavo Bermúdez, en silencio. "Va a reventar como un sapo la loca esa, y los barbudos van a tomar el poder. Y entonces? Y entonces?". Hizo montoncito. En algunas mesas nos miraban.
Tanto peor, pensé. Mi café ya estaba frío y la bicicleta me esperaba amarrada, ya a la sombra. Tenía que ir al Book Court de Brooklyn, tenían copias autografiadas de un libro nuevo y malo de Martin Amis. Me despedí del Payaso haciéndole el gesto universal del "7 a 0" que habitualmente lo hace sonreir. No hubo caso. Me fui pensando que en su locura esta vez no habia genialidad, sino el letargo del apego excesivo a la realidad.
A esta altura pocos lo tendrán al Payaso Lugüercio como un mero futbolista. Nada de lo humano le es ajeno, salvo el kirchnerismo -ante el cual retrocede espantado-. Los pocos seguidores del blog recordarán sus teorías . Con el futbol cuántico el Payaso inauguraba nuevos merecimientos futbolísticos. Con sus ideas sobre Uruguay, o los marathones definía grupos humanos. Y con los piqueteros K en las cenizas o la Yanificación del País había anunciado el porvenir. Más que un dudoso puntero izquierdo con bajísimo promedio de gol, era el Pitoniso de La Plata.
Tras un efímero paso por Racing y Arsenal, había firmado un acuerdo muy libre con el Saratoga Brooklyn, un equipo de tercera división de allá. Cobraba no por partido jugado, sino por gol convertido. Las matanzas con los compañeros en el área eran ya épicas. "Es un final digno" me había anunciado por teléfono.
Logramos una mesa decente en el One girl cookies, lugar a mitad de camino entre declaración de principios adolescente y géiser de homosexualidad. Dice el bueno de Elvio Gandolfo que hay gente que empieza a despedirse ni bien llega. Lugüercio hizo algo parecido, apenas nos habíamos sentado cuando me dijo que los tiempos se estaban acabando allá.
Otoño en Brooklyn es una época exenta de paranoias. Las hojas mudan de color en Prospect Park, la gente espera su Halloween en cómodas cuotas, las elecciones florecen en TV. El "allá" del Payaso era la Argentina, un lugar donde el poder pacta con la prensa titulares fulminantes cada diez minutos. Un Maelström político continuo pordía, un descenso a los infiernos sin Beatrices, una eterna posibilidad peor cada mañana. No, yo no sabía lo que pasaba allá, y de momento no quería saberlo.
"Todos los que se equivocan tienen bigote o barba; Kicillof es la excepción pero tiene patillas, Néstor les dijo en 2003 que había que volver a los setenta, y ellos no pueden diferenciarse." Le retruqué con la frase de Perón y los imberbes, pero el Payaso estaba sacado. "Cada día destruyen un par de industrias, son errores infantiles, me fui, la AFIP me dejaba cartas, me sacaban los dólares, no aguantaba más". Ante mi sorpresa se pidió una cookie de fresa.
Yo le quería preguntar por el gol de Messi a Chile y olvidar, pero me dejé llevar por esa vana necesidad de tener razón. Argumenté que hay pelados eficazmente idiotas. Si hasta la misma presidente se había referido hace poco a Cavallo y al ministro español, notorios calvos. El Payaso desestimó mi intento. "Vos no sabés. Te fuiste hace mucho. Es como si se les metiera el pelo para adentro y no pudieran pensar. Y siempre con la moralina, hablando con mayúsculas, cuando en realidad están choreándose todo". Abundó en Sileonis, en Fernandez, en Garrés. "No, el hermano, Nidia no, ella se depila; es boluda, nada más". En su cosmología, Abal Medina era un contraejemplo extraño. "Tratan y tratan, pero al pendejo no le crece el pelo; no tiene la culpa, es genético."
Al fin de sus alocuciones siempre había esperanza. Pero no, Lugüercio me miraba con un asombro fingido, a lo Gustavo Bermúdez, en silencio. "Va a reventar como un sapo la loca esa, y los barbudos van a tomar el poder. Y entonces? Y entonces?". Hizo montoncito. En algunas mesas nos miraban.
Tanto peor, pensé. Mi café ya estaba frío y la bicicleta me esperaba amarrada, ya a la sombra. Tenía que ir al Book Court de Brooklyn, tenían copias autografiadas de un libro nuevo y malo de Martin Amis. Me despedí del Payaso haciéndole el gesto universal del "7 a 0" que habitualmente lo hace sonreir. No hubo caso. Me fui pensando que en su locura esta vez no habia genialidad, sino el letargo del apego excesivo a la realidad.
Wednesday, September 05, 2012
Mandelstam
Cada tanto, pero especialmente cuando rompo con la autoridad, o cuando hago pequeños balances personales (ese pequeño juicio sumario en el espejo del auto, a la espera del semáforo verde) o tal vez cuando no puedo evitar ejercer cierta autoridad pedestre, me viene a la mente qué habrá sentido el bueno de Ossip Mandelstam cuando le exigieron ser quien no era.
Ossip era un sincericida. No podía evitar decir lo que sentía. La foto nos da a entender que terminó mal.
Su historia es algo más específica y siniestra. También está descripta con mucho vuelo en el cuento "Mandelstam" de Elliot Perlman.
Mandelstam vivió en el San Petesburgo posterior a la revolución rusa. Penó por escribir poemas perfectos en momentos en que sólo había que callar. Pues la Rusia comunista era algo a lo que nuestra pobre Argentina no puede evitar parecerse cada vez más.Y si bien fue torturado, el verdadero suplicio para Ossip era tener que ser alguien distinto de quien era.
Mandelstam escribía cosas así de perfectas:
"I was only in a childish way
connected to the established order
I was terrified by oysters
and glanced distrustfully at guardsmen
And not a grain of my soul owes anything
to that world of power
However much I was tortured
trying to be someone else".
Y esto es tan bello que no hace falta mucha explicación más. O tal vez lector, debas leer el banner más arriba, y entender cuál es el fin que guía a este blog hace una eternidad de seis años.
Ossip era un sincericida. No podía evitar decir lo que sentía. La foto nos da a entender que terminó mal.
Su historia es algo más específica y siniestra. También está descripta con mucho vuelo en el cuento "Mandelstam" de Elliot Perlman.
Mandelstam vivió en el San Petesburgo posterior a la revolución rusa. Penó por escribir poemas perfectos en momentos en que sólo había que callar. Pues la Rusia comunista era algo a lo que nuestra pobre Argentina no puede evitar parecerse cada vez más.Y si bien fue torturado, el verdadero suplicio para Ossip era tener que ser alguien distinto de quien era.
Mandelstam escribía cosas así de perfectas:
"I was only in a childish way
connected to the established order
I was terrified by oysters
and glanced distrustfully at guardsmen
And not a grain of my soul owes anything
to that world of power
However much I was tortured
trying to be someone else".
Y esto es tan bello que no hace falta mucha explicación más. O tal vez lector, debas leer el banner más arriba, y entender cuál es el fin que guía a este blog hace una eternidad de seis años.
Tuesday, July 31, 2012
La extrañeza de vivir al Sur
Me ocurre de tanto en tanto toparme con expats que redescubren de una forma "naive" qué tan bueno es esto de vivir en Argentina. Ellos no han luchado con nuestros problemas de educación, salud o vivienda, ellos aterrizan -como si vinieran en un gran Plato Volador- de un Afuera enigmático.
Ellos. De un UFO. Out of the blue, you know what I mean?
Y no es que esté en su contra. Me siento culturalmente más cerca de ellos que de mis propios compatriotas. Pero escuchame bien corresponsal extranjero, aunque tengas razón, y aunque tus economic ratios te banquen, y aunque ambos estemos en este No Man´s Land Against Moreno, hay algo más. Aunque ambos nos opongamos a la absurda cruzada del Kirchnerismo, debo decirte que no podés hacer un digno periodismo sólo de resaltar las diferencias entre lo que es vivir en Argentina y lo que ocurre en el resto del mundo.
Because that would be too easy.
Y no queremos que sea tan fácil. Al ser Argies te vamos a exigir un poquito más. No todo es descubrir que hay minitas superbuenas, o que la gente se abrace, o que se muestre un cariño casi demasiado itálico. Me parece que no. O más bien, definitivamente no. Pero como este es blog es un servicio ilimitado de estúpida candidez, te damos algunos días más para que entiendas que no todo es descubrir al mundo (whoa!) lo que todos saben. Que en Argentina roban, mienten, matan. Eso se sabe. Lo que pretendo -y notarás en tu ingenuidad que paso al singular- es que abandones tu ingenuidad al descubrir esto y exhibas algo más de compromiso.
So let´s get rid from this candid spirit and show more commitment.
Y a la vez te agradezco por tu curiosidad, y tu libertad de espíritu, y tu gratuidad de incontables tweets superfluos destacando diferencias, pero ya está. Gracias. Pero necesitamos más. Y si no podés, todo bien, pero que quede claro que no somos boludos y que nos dimos cuenta. Hemos vuelto al plural -te habrás dado cuenta en tu spanglish de esos matices?- pues es el plural de los que buscan diluir las responsabilidades, de los que buscan perdonar o al menos hacer que las culpas ajenas sean menos dolorosas-.
Excelsior!
Ellos. De un UFO. Out of the blue, you know what I mean?
Y no es que esté en su contra. Me siento culturalmente más cerca de ellos que de mis propios compatriotas. Pero escuchame bien corresponsal extranjero, aunque tengas razón, y aunque tus economic ratios te banquen, y aunque ambos estemos en este No Man´s Land Against Moreno, hay algo más. Aunque ambos nos opongamos a la absurda cruzada del Kirchnerismo, debo decirte que no podés hacer un digno periodismo sólo de resaltar las diferencias entre lo que es vivir en Argentina y lo que ocurre en el resto del mundo.
Because that would be too easy.
Y no queremos que sea tan fácil. Al ser Argies te vamos a exigir un poquito más. No todo es descubrir que hay minitas superbuenas, o que la gente se abrace, o que se muestre un cariño casi demasiado itálico. Me parece que no. O más bien, definitivamente no. Pero como este es blog es un servicio ilimitado de estúpida candidez, te damos algunos días más para que entiendas que no todo es descubrir al mundo (whoa!) lo que todos saben. Que en Argentina roban, mienten, matan. Eso se sabe. Lo que pretendo -y notarás en tu ingenuidad que paso al singular- es que abandones tu ingenuidad al descubrir esto y exhibas algo más de compromiso.
So let´s get rid from this candid spirit and show more commitment.
Y a la vez te agradezco por tu curiosidad, y tu libertad de espíritu, y tu gratuidad de incontables tweets superfluos destacando diferencias, pero ya está. Gracias. Pero necesitamos más. Y si no podés, todo bien, pero que quede claro que no somos boludos y que nos dimos cuenta. Hemos vuelto al plural -te habrás dado cuenta en tu spanglish de esos matices?- pues es el plural de los que buscan diluir las responsabilidades, de los que buscan perdonar o al menos hacer que las culpas ajenas sean menos dolorosas-.
Excelsior!
Monday, July 23, 2012
La reunión de los JAPs
Como detalle final del viaje, los visitantes desfilábamos en torno al
zig-zag de la línea
de montaje esgrimiendo un interés decoroso. En medio del
tedio general, se filtró la noticia de que había alguna especie de premio. Tal parece que debíamos charlar unos minutos en la sala de reuniones
con el CEO, y de algún modo, alguien sería premiado. Otro aguinaldo, decía un
paraguayo untuoso. Un viaje, opinaba el chileno, achinando los ojos con
pretendida astucia. Esperábamos de pie, en la antesala, entre bromas
predecibles y miradas hacia la puerta. La secretaria proyectaba una fealdad augusta y democrática, como haciéndonos saber que nada bueno sale del trato con las altas esferas.
La puerta se abrió con renuencia, dejando ver una gran sala
con una enorme mesa. Los primeros en entrar sufrieron la duda bíblica: sería mejor ocupar los mejores lugares o acumularse en un rincón mientras entraba el
resto? Finalmente, el batallón de JAPs –lo aclaro con vergüenza, éramos un grupo de "Jóvenes de alto
potencial"- ingresó, e inadvertidamente entró también el CEO. En el centro
de la mesa
había un exquisito libro de hojas de seda, casi una pieza de sushi literario, por
algún motivo venerado por toda la organización. Sobrevino el silencio, seguido
de un inventario de presentaciones de rigor y sonrisas forzadas.
El CEO tenía rasgos orientales y nacionalidad presuntamente
peruana. Se sentó cerca de mí; sus rasgos no eran suavizados por esa visión de
perfil. Él mismo se presentó en voz inaudible, y nos pidió que opináramos sobre
el libro. Hubo un titubeo. Creo que fue el brasilero Odimar el primero en tomar
la palabra, alabando el peso imperceptible y los trazos ágiles en la seda.
Hablaba en mayúsculas, en una especie de éxtasis donde los anglicismos se
filtraban casi con desdén en el español tamizado de vocales nasales. El resto
de los JAPs lo siguió casi en el mismo estilo Brasil lidera. Allí fueron las cabezas bajas, el estupor y la consternación de quien se sabe escrutado. Cuando
me llegó mi turno, fui igualmente escueto y vano. El libro era claramente
apócrifo, esa calidad de papel no hacía juego con el burdo español de sus
páginas. Creo que hasta exageré en mi brevedad.
Con una maestría mucho mayor que la del libro, el CEO fue escaneando nuesrtas
vidas de manera imperceptible. Levantaba la mirada,
identificaba al próximo interlocutor, y le hacía cortas preguntas, silbantes, como un latigazo. Las
respuestas eran farfulladas, excesivas, altisonantes. Una parte de mí se
replegó en un doblez de mi alma,
y me reí silenciosamente con cada intervención ajena. Cuando llegó mi turno, el
CEO se ladeó levemente, para evitar una mirada demasiado cercana. Fingí que balbuceaba
la respuesta –como si la responsabilidad del momento me sobrepasara- y me dejé llevar hacia
lugares comunes, como
mi familia y los viajes excesivos; creo que hasta bromeé con el jet-lag. En
fin, mentí a rajatabla. Cada uno en la mesa
había sido fiel al libreto de su nacionalidad, como si nos viéramos urgidos a cumplir todos
los clichés de la region. Las hojas del
guión no se habían traspapelado, eramos tan predecibles como la falsedad del libro-sushi.
El CEO se excusó por un llamado y abandonó la sala. En ese
momento nos permitimos preguntarnos por ausentes y realizar alguna estocada más
a fondo. Alguno se cobró viejas deudas de reuniones anteriores: eso no estaba
mal visto. Nos dijimos, la próxima reunión será en Europa. En eso entró la secretaria y reemplazó el libro venerado por una torre más prosaica
de sandwichs que empezó a decrecer. con velocidad alarmente. Munido de un fosforito de jamón y queso argumenté que la empresa se
iba a la mierda. Un par de JAPs, de Bolivia ellos, aplaudieron mis palabras con entusiasmo. Nuevamente se abrió la puerta, y la secretaria detuvo esa expansión, y nos pidió que dejáramos libre el despacho.
La torre de sandwichs quedó derruída, y del CEO no hubo noticias. Hasta el día de hoy me pregunto si el premio fue efectivamente la torre de
sandwichs o la contemplación del libro venerable.
Tuesday, June 19, 2012
El laboratorio de la Bakerloo
Me habían dicho de ese busto de Bernandino Rivadavia bajo la línea Bakerloo en Londres. Me topé con ella en uno de mis intentos por salir cerca de mi hotel en Bayswater. Ese día, como un presagio, había intentado una llamada desde un teléfono público en Hyde Park y había olvidado mi amada guía londinense en la cabina; volví corriendo y por suerte aún estaba allí. Lo mismo puede decirse del busto, estaba donde me habían dicho. Me acerqué tímidamente y con cuidado le saqué un par de fotos. No eran buenos días como para alegar argentinidad, además Rivadavia había sido realmente un traidor. Me alejé hacia la salida de Baker Street y me llamó la atención un enorme cartel que decía "Laboratorio Argentino".
Una gran cúpula iba elevándose dejando en una esquina al busto y en la arcada opuesta la entrada al laboratorio, adornada con esquemas de partículas subatómicas. Me ganó la curiosidad y fui subiendo, preguntándome si habría algún conocido de mi vida anterior. En la escalera venía bajando el doctor M, quien había sido mi director de tesis. Supo aparentar normalidad aún en esa circunstancia extraña de otro país y otro tiempo: me saludó fríamente, y me dijo que estaban de fiesta por la inauguración de no sé qué muestra del Laboratorio, que me diera una vuelta. Siguió su camino hacia abajo y se desapareció bajo el cartel que decía "Elephant & Castle". No lo volví a ver.
Al subir me encontré a un par de conocidos más, devorando unos sanguchitos.Nadie estaba sorprendido de verme; ni yo hice el esfuerzo de explicar la coincidencia, ni el hecho de que hacía años que había abandonado a la Física. Dos de los tesistas tenían frentes prominentes y entradas en las sienes, casi un cliché de la inteligencia. Había tres viejitos que discutían un esquema de decaimiento nuclear, con interjecciones y frases infantiles, invocando paternidades entre estados nucleares. Casi no había mujeres. Pregunté dónde estaban los invitados locales, y se encogieron de hombros.
Parece que el laboratorio estaba allí desde los años cincuenta, y que lo habían mantenido convenciendo a las autoridades de la ciudad de la continua "puesta en valor" de las zonas adyacentes al subterraneo. Me mostraron un plano que describía en "Teralibras" la consolidación del valor inmobiliario. De Física no parecía haber mucho, y si tocamos algún tema fue para confesarles mi desconcierto. Siempre olvido, aún en sueños, que en el Primer Mundo no se estila alegar ignorancia. Me fueron dejando solo, y me alejé caminando hacia mi hotel, mirando con extrañeza el fulgor de la mirada de bronce de Rivadavia.
Una gran cúpula iba elevándose dejando en una esquina al busto y en la arcada opuesta la entrada al laboratorio, adornada con esquemas de partículas subatómicas. Me ganó la curiosidad y fui subiendo, preguntándome si habría algún conocido de mi vida anterior. En la escalera venía bajando el doctor M, quien había sido mi director de tesis. Supo aparentar normalidad aún en esa circunstancia extraña de otro país y otro tiempo: me saludó fríamente, y me dijo que estaban de fiesta por la inauguración de no sé qué muestra del Laboratorio, que me diera una vuelta. Siguió su camino hacia abajo y se desapareció bajo el cartel que decía "Elephant & Castle". No lo volví a ver.
Al subir me encontré a un par de conocidos más, devorando unos sanguchitos.Nadie estaba sorprendido de verme; ni yo hice el esfuerzo de explicar la coincidencia, ni el hecho de que hacía años que había abandonado a la Física. Dos de los tesistas tenían frentes prominentes y entradas en las sienes, casi un cliché de la inteligencia. Había tres viejitos que discutían un esquema de decaimiento nuclear, con interjecciones y frases infantiles, invocando paternidades entre estados nucleares. Casi no había mujeres. Pregunté dónde estaban los invitados locales, y se encogieron de hombros.
Parece que el laboratorio estaba allí desde los años cincuenta, y que lo habían mantenido convenciendo a las autoridades de la ciudad de la continua "puesta en valor" de las zonas adyacentes al subterraneo. Me mostraron un plano que describía en "Teralibras" la consolidación del valor inmobiliario. De Física no parecía haber mucho, y si tocamos algún tema fue para confesarles mi desconcierto. Siempre olvido, aún en sueños, que en el Primer Mundo no se estila alegar ignorancia. Me fueron dejando solo, y me alejé caminando hacia mi hotel, mirando con extrañeza el fulgor de la mirada de bronce de Rivadavia.
Sunday, June 10, 2012
Cómo sentirse bien, según Martin Amis
"I gestured at my litre of fizzy red wine.
Want a drop of this? I asked him.
No thanks. I try not to drink at lunchtime.
So do I. But I never quite make it.
I feel like shit all day if I drink at
lunchtime.
Me too. But I feel like shit all lunchtime
if I don’t.
Yes, well it all comes down to choices, doesn’t
it? he said. It’s the same in the evenings. Do you want to feel good at night
or do you want to feel good in the morning? It’s the same with life. Do you
want to feel good young or do you want to feel good old? One or the other, not
both.
Isn’t it a tragedy?"
Martin Amis nos dice que sólo podemos elegir de a ratos cuando sentirnos bien. Dos puntos interesantes al respecto: el primero es que el protagonista, John Self, siempre está a punto de estallar. Es un héroe moderno berreta, decadente, amante de los gustos efímeros; su misión en la vida es literalmene hacer dinero. Lo segundo es que este diálogo se produce entre el protagonista y el tímido escritor Martin Amis, que logra colarse impúdicamente en su propio libro.
El libro fue escrito hace casi treinta años, en los ochenta de Gordon Gekko y las post ideologías. Puede decirse que en Inglés este libro es muy recomendable, y que en Español es una tortura a manos de Anagrama. Volviendo a la vida real y a pesar de sus hábitos orientales (digo, de veranear más allá de Punta del Este) jamás me lo encontré a Amis en José Ignacio, a pesar de haberlo buscado con alguna intensidad. Pero eso no me impidió sentirme bien.
Martin Amis - "Money: a suicidal note" (1984)
Martin Amis nos dice que sólo podemos elegir de a ratos cuando sentirnos bien. Dos puntos interesantes al respecto: el primero es que el protagonista, John Self, siempre está a punto de estallar. Es un héroe moderno berreta, decadente, amante de los gustos efímeros; su misión en la vida es literalmene hacer dinero. Lo segundo es que este diálogo se produce entre el protagonista y el tímido escritor Martin Amis, que logra colarse impúdicamente en su propio libro.
El libro fue escrito hace casi treinta años, en los ochenta de Gordon Gekko y las post ideologías. Puede decirse que en Inglés este libro es muy recomendable, y que en Español es una tortura a manos de Anagrama. Volviendo a la vida real y a pesar de sus hábitos orientales (digo, de veranear más allá de Punta del Este) jamás me lo encontré a Amis en José Ignacio, a pesar de haberlo buscado con alguna intensidad. Pero eso no me impidió sentirme bien.
Thursday, May 31, 2012
La continuidad de los comienzos
Pensando en un excelente resumen que me pasaron sobre los cien mejores inicios de novelas, inmediatamente reparé en el tono con que un autor se propone ejecutar una historia; y a la vez caí en la cuenta de que la idea es más general. Cualquiera puede inaugurar de un modo superlativo una novela, pero el truco -el talento, más bien- está en aguantar 200 páginas ese tono enfático del comienzo que dispara la obra maestra. Como seguir, sino, después de "It was the best of times, it was the worst of times" de Dickens, o del abrupto "Vaughan died yesterday in his last car-crash" de Ballard, o seguir la quema literaria bradburiana "It was a pleasure to burn", o gemir con Nabokov en "Lolita, light of my life, fire of my lions".
Voy más allá. La idea de los comienzos contundentes excede, creo, lo literario, y aún lo artístico. El actor debe estar convencido del móvil que lo anima durante la obra. El futbolista ejecuta un plan que no se agota en el minuto diez -por algo Bielsa cede al final-. Si el conferencista no sostiene su idea con agudeza, es probable que se diluya y sea tildado de fraude o de solemne. Y aún replegándome en mi propia percepción -qué otro remedio cabe- cómo explicar mis frecuentes quejas sobre la incoherencia, la otredad, mis problemas con la autoridad, o mi lamento por casas demolidas o películas que languidecen? Añoro la continuidad.
Alguien más sabio que yo dirá que busco, además, la trascendencia. No tanto, digo yo, pero completo la idea mientras me alienta el antiguo reloj de la imagen -esa otra continuidad banal, la del tiempo-. Creo que nosotros mismos somos una idea que se va desovillando a lo largo de años. No se nos pide -como en estas novelas- un comienzo extraordinario en la niñez, pero sí que mantengamos el tono en nuestras relaciones. Tomamos como natural que cada día nos despertemos siendo más o menos la misma persona, y para mí esto es un aún un hallazgo. Será un back-up vital, tal vez una descarga de la propia identidad desde la Nube que ninguna biología puede asegurar?
Nadie podrá criticar nuestro final. Si nuestra vida tiene efectivamente un tono, su uniformidad se altera drásticamente en la muerte. A lo sumo enfermedades o accidentes contribuyen a anticipar la forzosa discontinuidad de nuestra vida. Habré de ser más claro? Nuestro final es a los saltos. Para entonces habremos alertado a nuestros lectores, y todos sabrán que en esas últimas páginas ya no seremos enteramente responsables de nuestros actos.Y seguira el devaneo del tic-tac pero no seremos testigos de ello, y otros recordarán de nosotros tal vez nuestros comienzos, tal vez alguna forma de continuidad.
Wednesday, May 16, 2012
Un zombie no es un K
Todas las hojas son del viento. Y de los barredores, creo. Son las 7AM y vuelvo de dejar a mi hijo en la parada del subte, y no salgo de mi asombro: en la cuadra hay tres barredores municipales. El verde de sus uniformes destella bajo el claroscuro del amanecer. La mayoría aún duerme en el sueño que es el gran igualador de la sociedad. Somos tan distintos, pero soñamos casi lo mismo. Hasta que el día irrumpe con sus diferencias y decididamente ya no somos iguales.
Me pregunto por qué no veo policías y sí barredores. También me pregunto quién habrá diseñado las veredas: si el espacio de tierra alrededor de los árboles fuera algo mayor, no habría inundaciones y las hojas podrían amontonarse allí y cumplir su ciclo natural. Me pregunto por qué no veo zombies caminando por las calles. Podría haberlos. O podrían ser huestes K luego del Gran Fracaso Nacional buscando sus Planes Trabajar. Pues qué ocurrirá cuando no haya dinero de la soja o de YPF para pagar reelecciones, subsidios o meramente votos?
Hace poco leí una interesante teoría matemática sobre zombies. Me gusta el título, los autores tuvieron la audacia de mezclar matemáticas con Sci-Fi. "When zombies attack!: Mathematical modelling of an outbreak of zombie infection" es el título. El artículo tiene ritmo y es tan divertido como el falso paper de Sokal y el revuelo que causó en la Academia. Hicieron ruido en la conferencia donde presentaron el paper. "Hey, no somos tan nerds", habrán dicho. Pero son de Ottawa, una sociedad ordenada, un Maslow sin fisuras. La mayor preocupación es el frío y la tristeza. Un zombie, de mañana temprano caminando sobre las hojas sin cerebros alrededor: eso es frío y tristeza.
Hay gente que se ofende cuando uno se ríe de la Ciencia. Es gente "rigurosa". Que tan malo es entonces cuando un gobierno se ríe de una sociedad, entonces. Ejemplos: cuando se dice que no hay que trabajar, o no se controla la inmigración ilegal, o no hay leyes penales, i se controla la comunicación del estado de un modo stalinista. También cuando se defiende a los Boudou o a los De Vido, en suma, cuando se distorsiona la realidad: los trenes no chocan, las empresas se confiscan y los dólares no existen al cambio oficial. Estas ideas han florecido en la Argentina en los últimos años. Y uno se ha encontrado que hasta conocidos o amigos se dan vuelta. Incluso se comparten claustros o clubes con ellos. Sonríen, parecen buena gente. Pero también son la claque en los ámbitos del poder, y les va muy bien en sus negocios. La AFIP no los persigue y les dan dólares para sus viajes. A veces retrucan "Y a vos qué, te gusta Macri?". No, a mí no. "Y qué, por lo menos nos ocupamos de los pobres" Les dan casas que no sirven, con sobreprecios de Shocklender, buscando votos a futuro. "No pasa nada con Boudou, además en todos los gobiernos roban". Pero yo les hablo de este gobierno, de cosas que ocurren hoy, aquí. No en un paper canadiense.
Pero olvidemos mi enojo, como quien olvida la Constitución. Me preguntarán tiernamente por las matemáticas. Según el paper, hay tres poblaciones en conflicto, los zombies (Z), la poblacion susceptible de ser infectada (S), y los zombies eliminados -que pueden regenerarse al tiempo- (R). Tres ecuaciones diferenciales con ciertas tasas de crecimiento. Debo explicar la analogía? Si dijera que los K son zombies el chiste perdería su gracia. Sólo diré que en el paper la conclusión es que la población no infectada debe mantenerse en cuarentena y "atacar en corto tiempo". Notemos que los zombies también "van por todo" y extinguen los recursos del sistema. A esta altura creo que el bueno de Néstor había sentado las bases zombie-fundacionales antes que Roger Corman o George Romero. En todo caso queda claro que los K son la población Z del modelo, y van convirtiendo a actores con menores luces. Enumeremos: agitadores, bloggeros K, espectadores de 6-7-8, votantes que reciben menores prebendas, fanáticos de bajo fuste. Así, en la vida real la población S se va entregando pues "hay que pagar las cuentas". Nos pasa a todos. Pero ocurre algo bueno: a diferencia del Sci-Fi, cuando un K fenece (por causas naturales o mera suerte) no resucita.
Me dirán que extiendo mucho la analogía. Que soy un soñador. But I´m not the only know.. En el blog de Financial Times recogen el guante, lo llaman Zombie Maths y lo aplican a corridas cambiarias y a crisis de distinto tipo. Y ponen en guardia al público con la advertencia de que "el único remedio es un ataque masivo y sincronizado". Viniendo de ellos, lo tomo como un keynesianismo moral, una especie de "no nos dejemos engañar por nuestros ex-amigos K".
Trato de pensar por qué me molesta tanto la difusión K? Creo que es su pretensión de santidad lo que más me molesta. Menem sabía que era Menem, no nos vendía otra cosa al subirse a la Ferrari, y robaba de igual modo. Con los K siento que efectivamente se me acerca un zombie y me trata de convencer de que él es bonito, que el Clarin es malo y que habrá un Cerebros para Todos. Pero todo es una mentira. Un policía es más necesario que un barrendero. Hay que educar a la gente para que sepa que no todo es comprar el celular y el LCD. Hay que dejar a la Justicia (por más mala que sea) hacer su trabajo. Déjennos pensar de manera independiente, que no seamos barridos como hojas por no ser complacientes con cada nueva locura.
Igual, no todo es tan terrible. Un zombie no es un K. Sólo quiere tu cerebro, no te exige reivindicaciones históricas, ni le espera una interna con el peronismo sindical. Y hasta tiene el encanto de que nos recuerda la estética ochentosa de Michael Jackson.
Me pregunto por qué no veo policías y sí barredores. También me pregunto quién habrá diseñado las veredas: si el espacio de tierra alrededor de los árboles fuera algo mayor, no habría inundaciones y las hojas podrían amontonarse allí y cumplir su ciclo natural. Me pregunto por qué no veo zombies caminando por las calles. Podría haberlos. O podrían ser huestes K luego del Gran Fracaso Nacional buscando sus Planes Trabajar. Pues qué ocurrirá cuando no haya dinero de la soja o de YPF para pagar reelecciones, subsidios o meramente votos?
Hace poco leí una interesante teoría matemática sobre zombies. Me gusta el título, los autores tuvieron la audacia de mezclar matemáticas con Sci-Fi. "When zombies attack!: Mathematical modelling of an outbreak of zombie infection" es el título. El artículo tiene ritmo y es tan divertido como el falso paper de Sokal y el revuelo que causó en la Academia. Hicieron ruido en la conferencia donde presentaron el paper. "Hey, no somos tan nerds", habrán dicho. Pero son de Ottawa, una sociedad ordenada, un Maslow sin fisuras. La mayor preocupación es el frío y la tristeza. Un zombie, de mañana temprano caminando sobre las hojas sin cerebros alrededor: eso es frío y tristeza.
Hay gente que se ofende cuando uno se ríe de la Ciencia. Es gente "rigurosa". Que tan malo es entonces cuando un gobierno se ríe de una sociedad, entonces. Ejemplos: cuando se dice que no hay que trabajar, o no se controla la inmigración ilegal, o no hay leyes penales, i se controla la comunicación del estado de un modo stalinista. También cuando se defiende a los Boudou o a los De Vido, en suma, cuando se distorsiona la realidad: los trenes no chocan, las empresas se confiscan y los dólares no existen al cambio oficial. Estas ideas han florecido en la Argentina en los últimos años. Y uno se ha encontrado que hasta conocidos o amigos se dan vuelta. Incluso se comparten claustros o clubes con ellos. Sonríen, parecen buena gente. Pero también son la claque en los ámbitos del poder, y les va muy bien en sus negocios. La AFIP no los persigue y les dan dólares para sus viajes. A veces retrucan "Y a vos qué, te gusta Macri?". No, a mí no. "Y qué, por lo menos nos ocupamos de los pobres" Les dan casas que no sirven, con sobreprecios de Shocklender, buscando votos a futuro. "No pasa nada con Boudou, además en todos los gobiernos roban". Pero yo les hablo de este gobierno, de cosas que ocurren hoy, aquí. No en un paper canadiense.
Pero olvidemos mi enojo, como quien olvida la Constitución. Me preguntarán tiernamente por las matemáticas. Según el paper, hay tres poblaciones en conflicto, los zombies (Z), la poblacion susceptible de ser infectada (S), y los zombies eliminados -que pueden regenerarse al tiempo- (R). Tres ecuaciones diferenciales con ciertas tasas de crecimiento. Debo explicar la analogía? Si dijera que los K son zombies el chiste perdería su gracia. Sólo diré que en el paper la conclusión es que la población no infectada debe mantenerse en cuarentena y "atacar en corto tiempo". Notemos que los zombies también "van por todo" y extinguen los recursos del sistema. A esta altura creo que el bueno de Néstor había sentado las bases zombie-fundacionales antes que Roger Corman o George Romero. En todo caso queda claro que los K son la población Z del modelo, y van convirtiendo a actores con menores luces. Enumeremos: agitadores, bloggeros K, espectadores de 6-7-8, votantes que reciben menores prebendas, fanáticos de bajo fuste. Así, en la vida real la población S se va entregando pues "hay que pagar las cuentas". Nos pasa a todos. Pero ocurre algo bueno: a diferencia del Sci-Fi, cuando un K fenece (por causas naturales o mera suerte) no resucita.
Me dirán que extiendo mucho la analogía. Que soy un soñador. But I´m not the only know.. En el blog de Financial Times recogen el guante, lo llaman Zombie Maths y lo aplican a corridas cambiarias y a crisis de distinto tipo. Y ponen en guardia al público con la advertencia de que "el único remedio es un ataque masivo y sincronizado". Viniendo de ellos, lo tomo como un keynesianismo moral, una especie de "no nos dejemos engañar por nuestros ex-amigos K".
Trato de pensar por qué me molesta tanto la difusión K? Creo que es su pretensión de santidad lo que más me molesta. Menem sabía que era Menem, no nos vendía otra cosa al subirse a la Ferrari, y robaba de igual modo. Con los K siento que efectivamente se me acerca un zombie y me trata de convencer de que él es bonito, que el Clarin es malo y que habrá un Cerebros para Todos. Pero todo es una mentira. Un policía es más necesario que un barrendero. Hay que educar a la gente para que sepa que no todo es comprar el celular y el LCD. Hay que dejar a la Justicia (por más mala que sea) hacer su trabajo. Déjennos pensar de manera independiente, que no seamos barridos como hojas por no ser complacientes con cada nueva locura.
Igual, no todo es tan terrible. Un zombie no es un K. Sólo quiere tu cerebro, no te exige reivindicaciones históricas, ni le espera una interna con el peronismo sindical. Y hasta tiene el encanto de que nos recuerda la estética ochentosa de Michael Jackson.
Sunday, April 01, 2012
Malvinas, 30 años después
Desde hace unos días, tal vez alentado por el tono nuevamente triunfalista del gobierno argentino acerca de Malvinas, tenía ganas de revisar mis papeles de aquella época y confirmar la presunción de que en mi adolescencia ya tenía todo claro. Desde ya que esto era otra de mis cruzadas absurdas, la pretensión de ser coherente. Supongo que tenía ganas de escribir algo profundo y definitivo que fuera un resarcimiento personal y una abominación definitiva del gobierno. Pararme yo en los pedales de mi entendimiento definitivo de la vida, y avisarle a los periodistas dónde estaba el camino. Una boludez.
Al bajar viejas agendas de estantes inaccesibles, hallé hechos inconfesables. En ese entonces veía series de TV muy aburridas ("Shirley & Lavern", "Sheriff Lobo", "Flamingo Road"), pero me disculpa el hecho de que agendaba "Ver a Olmedo" los martes y los jueves. Parece que ya entonces iba como un maniático al club GEBA, usaba palabras olvidadas como gozar, embole, gastar y purgar; y que en fin, gastaba demasiada tinta en una instrospección estúpida. Los papeles dicen todo eso. Hay dos imágenes de entonces que pude confirmar: la primera del 2 de Abril de 1982 el cura que nos daba filosofía en ese 5toB del colegio Pío IX detuvo su clase, trazó una raya vertical en el pizarrón, y puso a un lado y al otro de esa línea los nombres de quienes estaban a favor (unos treinta) y en contra (Charly Mariosa, yo, y sólo dos más, tal vez Quini?). Era el bramido popular de un quinto año en la que una opinión en contrario suena muy mal. El gordo Caffarello -ahora un probo abogado y siempre gran persona-, desde su rincón de atrás a la izquierda, gritaba tribuneramente "aguante", y nos llevaba bosteramente a la guerra, con su llavero como ariete triunfal.
La segunda imagen es más festiva, y tiene lugar en mi cumpleaños diecisiete, casi dos meses después. Ya en plena guerra, Javier,Juanky y Fabián (mis amigos de entonces, mash-up de Club y de Colegio) me pasaron a buscar por Bernardo de Irigoyen y me llevaron en taxi a cenar a un Pippo de manteles de papel, y luego a tomar algo a Zanettin. Un lujo. Fue uno de mis mejores cumpleaños; ya en ese entonces lo pasaba mejor hablando con mis amigos -loosers o no- que tratando de entrar a la City. Recuerdo que en esa cena hablamos de la guerra, de buques hundidos y reales posibilidades. Creo que estábamos convencidos de que había chances; para ese entonces, me parece que yo había abandonado mi renuencia bélica inicial, tal vez por la necesidad de aceptación en el grupo, o porque hacia allí nos dirigía la prensa.
Que hay en común, me digo mientras espero el Estudiantes-Boca de hoy, algo realmente importante. La gente es lo único que hay en común. La gente es la última derivada, la razón de que las cosas vayan bien o mal. La gente que gobierna usa los mismas mentiras, ahora y entonces, para ocultar que están robando. La gente del común va tejiendo su vida, escribiendo, añorando, y descubriendo que nada cambia, y que tal vez nuestras percepciones del pasado son erradas -o que nuestra percepción las retuerce- para lograr un confort, un vinito y soportar el Fútbol para Todos, una victoria que nos dé otro campeonato, y poder así olvidarse de guerras, economías y otras batallas más íntimas.
En fin. "El tiempo conspira" decía el titular de Crónica. Ganamos la guerra. Seguimos ganando. El país va genial. Somos jóvenes y hermosos, la gente nos quiere y seguramente Zanettin sigue abierto, allí en la Nueve de Julio.
Al bajar viejas agendas de estantes inaccesibles, hallé hechos inconfesables. En ese entonces veía series de TV muy aburridas ("Shirley & Lavern", "Sheriff Lobo", "Flamingo Road"), pero me disculpa el hecho de que agendaba "Ver a Olmedo" los martes y los jueves. Parece que ya entonces iba como un maniático al club GEBA, usaba palabras olvidadas como gozar, embole, gastar y purgar; y que en fin, gastaba demasiada tinta en una instrospección estúpida. Los papeles dicen todo eso. Hay dos imágenes de entonces que pude confirmar: la primera del 2 de Abril de 1982 el cura que nos daba filosofía en ese 5toB del colegio Pío IX detuvo su clase, trazó una raya vertical en el pizarrón, y puso a un lado y al otro de esa línea los nombres de quienes estaban a favor (unos treinta) y en contra (Charly Mariosa, yo, y sólo dos más, tal vez Quini?). Era el bramido popular de un quinto año en la que una opinión en contrario suena muy mal. El gordo Caffarello -ahora un probo abogado y siempre gran persona-, desde su rincón de atrás a la izquierda, gritaba tribuneramente "aguante", y nos llevaba bosteramente a la guerra, con su llavero como ariete triunfal.
La segunda imagen es más festiva, y tiene lugar en mi cumpleaños diecisiete, casi dos meses después. Ya en plena guerra, Javier,Juanky y Fabián (mis amigos de entonces, mash-up de Club y de Colegio) me pasaron a buscar por Bernardo de Irigoyen y me llevaron en taxi a cenar a un Pippo de manteles de papel, y luego a tomar algo a Zanettin. Un lujo. Fue uno de mis mejores cumpleaños; ya en ese entonces lo pasaba mejor hablando con mis amigos -loosers o no- que tratando de entrar a la City. Recuerdo que en esa cena hablamos de la guerra, de buques hundidos y reales posibilidades. Creo que estábamos convencidos de que había chances; para ese entonces, me parece que yo había abandonado mi renuencia bélica inicial, tal vez por la necesidad de aceptación en el grupo, o porque hacia allí nos dirigía la prensa.
Que hay en común, me digo mientras espero el Estudiantes-Boca de hoy, algo realmente importante. La gente es lo único que hay en común. La gente es la última derivada, la razón de que las cosas vayan bien o mal. La gente que gobierna usa los mismas mentiras, ahora y entonces, para ocultar que están robando. La gente del común va tejiendo su vida, escribiendo, añorando, y descubriendo que nada cambia, y que tal vez nuestras percepciones del pasado son erradas -o que nuestra percepción las retuerce- para lograr un confort, un vinito y soportar el Fútbol para Todos, una victoria que nos dé otro campeonato, y poder así olvidarse de guerras, economías y otras batallas más íntimas.
En fin. "El tiempo conspira" decía el titular de Crónica. Ganamos la guerra. Seguimos ganando. El país va genial. Somos jóvenes y hermosos, la gente nos quiere y seguramente Zanettin sigue abierto, allí en la Nueve de Julio.
Friday, March 23, 2012
Hola, Cuba
En Mayo de 2062 se recuerda en todo el mundo los cincuenta años del Éxodo Argentino, uno de los hitos más resonantes en la globalización. A pesar de lo reciente del acontecimiento, los historiadores aún no se ponen de acuerdo. Algunos sostienen que fue un hecho simbólico promovido por la resistencia en contra del kirchnerismo. Otros, que fueron masas de desempleados que huían del hambre. Los menos arguyen que sólo se trataban de la filmación de un comercial de cerveza, o alguna clase de "happening".
Como fuere, se trató de una bufonada, o de un milagro. Pero estos hechos necesitan testigos; y sobrevivientes, añadiría. La primera lectura es que aquello fue una matanza. Unas diez mil balsas salieron de Puerto Madero, en un hecho que marca los contrastes de esta historia. La prensa reunida en el lugar sólo logró testimonios confusos del estilo "queremos un pais serio". Se izaron banderas con diversas consignas, la mayoría de ellas con el lema "Hola Cuba". Tras un día de navegación, sólo unas tres mil balsas llegaron a Colonia. La mayoría pereció en el Plata, víctimas del frío y de un Buquebus que les pasó literalmente por encima. La falta de bengalas de rescate -restringidas por medidas de importación de entonces- hicieron imposible el salvataje. Los sobrevivientes llegaron como pudieron a la playita cercana al faro de Colonia y allí pidieron asilo político. Los cronistas los describen varados, tiritando en la playa, con la mínima dignidad de exigir "un desayuno con café y medialunas, y nada de mate". Cae de madura la pregunta, es que de verdad pensaban llegar a La Habana?
El gobierno uruguayo no supo qué hacer durante un par de semanas; finalmente inventó una zona libre en Santa Ana -notorio pueblo alpino en playa de río- a unos veinte kilómetros de Colonia donde se fundó Villa Argentina. La pequeña comunidad vivió un tiempo de cortar la Ruta 1, lavar los parabrisas en Colonia, saquear lácteos en Nueva Helvecia, e intimar a las autoridades para gozar de otros favores. Fundaron el club "Defensores de Messi" cuyos partidos de fútbol en el estadio de Colonia siempre terminaban en escándalo y agresión al referi. El 2 de Abril de 2013 reivindicaron la Gesta de Malvinas tomando simbólicamente una pizzería de la avenida General Flores. Hacia fines de 2013 el gobierno de Montevideo logró deportarlos a suelo argentino; a cambio tuvo que revelar el secreto bancario de los ciudadanos argentinos en el Uruguay, un hecho que paradójicamente significó el fin de Punta del Este como paraíso inmobiliario. Tal parece que detrás del "Hola, Cuba" estaba la astuta mano de La Cámpora, que se sostuvo en el poder hasta pocos años después.
Siempre recordaremos a los Balseros Argentos como signo de las nuevas utopías; también tendremos claro que hay utopías estúpidas. Borges decía que los peronistas no eran ni buenos ni malos, sino incorregibles. La historia juzga lacónicamente a estos balseros como "unos peronistas extremos, con escaso conocimiento náutico".
Wednesday, March 14, 2012
La respuesta a los problemas
Paso por este lugar decenas de veces a la semana, y seguiré haciéndolo hasta que muera. Es un momento de introspección: cruzar del bar al vestuario y echar (sin hache, por favor) una mirada a los andariveles como quien consulta a un pitoniso acerca del futuro. Dependiendo de la cantidad de gente, del momento del año, y del propio ánimo la nube electrónica se forma y decide con presteza: nadaré poco, mucho, no nadaré. Otro ejemplo? La autoevaluación en el espejo del auto durante la pausa del semáforo, y la respuesta: se es cretino, vale la pena vivir, todo es un gran fracaso. Así funcionan las cosas.
Esta vez es un mediodía de Otoño y el clima esboza su propia autoayuda vital: treinta grados, lluvia o granizo, con diferencia de minutos. Imagino que hay poco tiempo para nadar hasta la próxima lluvia, entonces esta vez la cruzada absurda es nadar pensando en nada. No hay nadie, no hay ataduras, y contra lo esperado los pensamientos fluyen solos haciendo perder la cuenta de los largos. Las vacaciones ya pasaron. Los clientes no contestan las llamadas, envueltos en sus propias nubes electrónicas. Estudiantes de la Plata siempre formó grandes centrodelanteros exceptuando al Tano Piersimone y al Potro Fúriga. Por qué me enoja tanto este pais con más restricciones que Cuba. Es bueno el libro de Junot Díaz. Nunca pude escribir esa ficción sobre vikingos que navegan gracias a la rodocrosita el Espato de Islandia. Por qué me enoja tanto todo.
Si uno contemplara a ese tipo que soy yo, nadando, desde Neptuno digamos, y tuviera acceso a esa nube electrónica, tal vez saldría -en un output extraño, de un mecanismo sencillo y casi biológico- la solución a sus problemas. Y el problema no sería tal. Y la angustia -los "red means" de Holly Golightly en "Breakfast in Tiffany´s"- no tendría sentido. Uno podría ser capaz de fluir por la vida con la facilidad de un nadador en la pileta, indiferente a vaivenes ajenos.
Allí es cuando se desata la lluvia, y las gotas pesadas primero y el granizo después hienden la superficie del agua como los tiros en los quince minutos iniciales de "Saving Private Ryan". Y es cuando el guardavidas te espera al final del andarivel para anunciarte que todo terminó, que hay relámpagos, que hay que salir de la pileta.
Esta vez es un mediodía de Otoño y el clima esboza su propia autoayuda vital: treinta grados, lluvia o granizo, con diferencia de minutos. Imagino que hay poco tiempo para nadar hasta la próxima lluvia, entonces esta vez la cruzada absurda es nadar pensando en nada. No hay nadie, no hay ataduras, y contra lo esperado los pensamientos fluyen solos haciendo perder la cuenta de los largos. Las vacaciones ya pasaron. Los clientes no contestan las llamadas, envueltos en sus propias nubes electrónicas. Estudiantes de la Plata siempre formó grandes centrodelanteros exceptuando al Tano Piersimone y al Potro Fúriga. Por qué me enoja tanto este pais con más restricciones que Cuba. Es bueno el libro de Junot Díaz. Nunca pude escribir esa ficción sobre vikingos que navegan gracias a la rodocrosita el Espato de Islandia. Por qué me enoja tanto todo.
Si uno contemplara a ese tipo que soy yo, nadando, desde Neptuno digamos, y tuviera acceso a esa nube electrónica, tal vez saldría -en un output extraño, de un mecanismo sencillo y casi biológico- la solución a sus problemas. Y el problema no sería tal. Y la angustia -los "red means" de Holly Golightly en "Breakfast in Tiffany´s"- no tendría sentido. Uno podría ser capaz de fluir por la vida con la facilidad de un nadador en la pileta, indiferente a vaivenes ajenos.
Allí es cuando se desata la lluvia, y las gotas pesadas primero y el granizo después hienden la superficie del agua como los tiros en los quince minutos iniciales de "Saving Private Ryan". Y es cuando el guardavidas te espera al final del andarivel para anunciarte que todo terminó, que hay relámpagos, que hay que salir de la pileta.
Friday, January 27, 2012
Inmediatez y medianía
Tri tri tu tu. 3322, Chase Avenue. El taxista haitiano repite direciones. Hago tiempo mientras vuelvo de un viaje por trabajo.Veo alrededor mitades iguales de ostentación y basura . Es extraño: en un barrio francés-moishe de Miami parece haber un pacto natural entre ambas magnitudes, cuyo resultado artístico (si esto fuera una "instalación", digamos) sería un croissant en estado de putrefacción.
El timeline gira como una rueda de la fortuna, y me cuenta qué pasó en Twitter durante una semana de ausencia. Mi filtro natural me detiene en dos noticias. Por un lado parece que hubo en Davos una cena con ocho Premios Nóbel -esto significa algo, supongo-donde emergió la idea de "shortermización": superpoblación, basura, recursos escasos, cambio climático. Absolutamente 2012. La buena y vieja inmediatez por la cual algunos gremios pueden reclamar, y otros no. Una azafata es más que una maestra.
Por otro lado, en La Nación otra vez aparece un artículo de Martín Amis sobre Nabokov. Google "Martis Amis" + "Nabokov + La Nación. Surgen no menos de diez artículos en diez años. Pero también algo surge, la distinción que se hace entre talento -algo natural en Nabokov y pocos más- y fama, que puestos de manifiestos en el canon literario significa más o menos que la Academia niega el talento para que todos puedan más o menos llegar a fin de mes. Esto también lo explica bien Guilllermo Martínez, y desemboca en una masomenización de la crítica literaria.
En una vuelta de tuerca, tal vez una cosa sea consecuencia de la otra. Cómo distinguir el talento si no hay tiempo para la evaluación? Lo más fácil, en el caso de la litertura, es seguir poniendo bien arriba en la góndola a los "best sellers". Nunca mejor definida una categoría.
Todo esto suena como acelerar contra una pared de basura: el tiempo colapsa, la limpieza es imposible, no se pueden distinguir valores, no hay talento posible, solo su impostación. Sólo vale la escasa probablilidad de fugarse. El taxista me sigue hablando en haitiano básico. Argentina. Allá vuelvo.
Monday, January 02, 2012
Pamuk, Matilde, y la Argentina
Pamuk estuvo en Buenos Aires. Intenté ser uno de los afortunados en entrar a la conferencia del Malba, pero no tuve suerte. Traté de seguir los acontecimientos desde el monitor del hall. A los cinco minutos, Matilde -la presentadora- me desalentó con su intento de mostrar que ella era la que debía brillar, y no el poseedor del Nobel. Eso, y que había que hacer las compras de Navidad, me empujó a la salida.
Como a menudo sucede, no hace falta ser testigo directo, sino estar invadido del suficente contexto. Me fui recordando mis lecturas del "Black Book" y leí posteriormente sobre esa cierta desilusión del autor sobre aquello en lo que se convirtió Buenos Aires.
El mismo libro tenía la respuesta, sobre los maniquíes turcos, pero también sobre nuestros ciudadanos: "Once upon a time, they had lived all together, and their lives had had meaning, but then, for some unknown reason, they had lost that meaning, just as they’d also lost their memories. . . "
Que seamos capaces de darle significado a nuestras vidas es mi deseo (?) en estas fiestas (?).
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