Thursday, May 31, 2012

La continuidad de los comienzos


Pensando en un excelente resumen que me pasaron sobre los cien mejores inicios de novelas, inmediatamente reparé en el tono con que un autor se propone ejecutar una historia; y a la vez caí en la cuenta de que la idea es más general. Cualquiera puede inaugurar de un modo superlativo una novela, pero el truco -el talento, más bien- está en aguantar 200 páginas ese tono enfático del comienzo que dispara la obra maestra. Como seguir, sino, después de  "It was the best of times, it was the worst of times" de Dickens, o del abrupto "Vaughan died yesterday in his last car-crash" de Ballard, o seguir la quema literaria bradburiana  "It was a pleasure to burn", o gemir con Nabokov en "Lolita, light of my life, fire of my lions".

Voy más allá. La idea de los comienzos contundentes excede, creo, lo literario, y aún lo artístico. El actor debe estar convencido del móvil que lo anima durante la obra. El futbolista ejecuta un plan que  no se agota en el minuto diez -por algo Bielsa cede al final-. Si el conferencista no sostiene su idea con agudeza, es probable que se diluya y sea tildado de fraude o de solemne. Y aún replegándome en mi propia percepción -qué otro remedio cabe- cómo explicar mis frecuentes quejas sobre la incoherencia, la otredad, mis problemas con la autoridad, o mi lamento por casas demolidas o películas que languidecen? Añoro la continuidad.

Alguien más sabio que yo dirá que busco, además, la trascendencia. No tanto, digo yo, pero completo la idea mientras me alienta el antiguo reloj de la imagen -esa otra continuidad banal, la del tiempo-. Creo que nosotros mismos somos una idea que se va desovillando a lo largo de años. No se nos pide -como en estas novelas- un comienzo extraordinario en la niñez, pero sí que mantengamos el tono en nuestras relaciones. Tomamos como natural que cada día nos despertemos siendo más o menos la misma persona, y para mí esto es un aún un hallazgo. Será un back-up vital, tal vez una descarga de la propia identidad desde la Nube que ninguna biología puede asegurar? 

Nadie podrá criticar nuestro final. Si nuestra vida tiene efectivamente un tono, su uniformidad se altera drásticamente en la muerte. A lo sumo enfermedades o accidentes contribuyen a anticipar la forzosa discontinuidad de nuestra vida. Habré de ser más claro? Nuestro final es a los saltos. Para entonces habremos alertado a nuestros lectores, y todos sabrán que en esas últimas páginas ya no seremos  enteramente responsables de nuestros actos.Y seguira el devaneo del tic-tac pero no seremos testigos de ello, y otros recordarán de nosotros tal vez nuestros comienzos, tal vez alguna forma de continuidad.

2 comments:

Anonymous said...

Hello. And Bye.

Daniel said...

Un comienzo y un fin.