Tuesday, July 08, 2008

Banalidades y Bradburydades

Los pensamientos que uno tiene frecuentemente son banales. Son cursilerías del tipo "nadie más se da cuenta del ruido a dentista que hay en Florida y Córdoba". O son reflexiones nimias sobre por qué el remisero se queda esperando mientras entrás a tu casa, y se atribuye esto a i) te cuida por si te van a chorear (gratitud), ii) se fija si te olvidaste la llave (otro viaje, maximización de ARPU, o iii) está en combinación con quienes efectivamente te van a chorear (partícipe necesario del hecho delictivo). Hasta ahí llega uno.

Para combatir esto, hoy encontré un librito de primaria con un Bradbury puro y duro de hace cincuenta años, mirando a esta sociedad -la de ahora- usando las palabras de Etiil -el de Marte-. Una bradburydad, vea.

"Querida Tylla: Pensar que en mi ingenuidad pensé que los terrestres contraatacarían con fusiles y bombas. No, no. Cometí un triste error.

Hay rubios robots de rosados cuerpos de goma, reales, pero de algún modo irreales; vivos, pero de algún modo automáticos, que viven en cuevas. Tienen, además, una mirada fija, inmóvil, por haberse pasado innumerables horas mirando películas. Sólo tienen músculos en las mandíbulas: mastican incesantemente unos trozos de goma
...

Y no sólo eso, querida Tylla, toda la civilización terrestre es algo semejante. Y hemos sido arrojados en esta civilización como un puñado de semillas en una mezcladora de cemento. Ninguno de nosotros podrá sobrevivir. Nos matarán a todos, pero no con una bala, sino con un amable apretón de manos. Nos destruirán a todos, pero no con un cohete, sino con un automóvil (...)

Preveo que esas jóvenes brujas y esas gomas de mascar aplastarán, contaminarán, atraparán a nuestro ejército en los cines. Uno de estos días trataré de escapar e ir a Marte. Tendrá que ser pronto. Las mujeres de este malvado planeta están ahogándose con una marea de sentimentalismo, de falso romance. Buenas noches, Tylla. Deséame buena suerte, pues moriré probablemente tratando de escapar. Besos a los niños.


Llorando en silencio, Ettil dobló la carta y se prometió a sí mismo llevarla más tarde al correo del cohete."


Ray Bradbury, "La mezcladora de cemento" (1955)

3 comments:

Anonymous said...
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Anonymous said...

por qué el cuento se llama la Mezcladora de Cemento? En qué libro está?

Daniel said...

Lo de la mezcladora viene por la idea de que nos arrojaron en esa mezcla que es la cultura actual, y por el ruido de algo que amenaza al protagonista al final (no te lo voy a decir). El cuento está en "El Hombre Ilustrado".