Thursday, August 30, 2007
Tuesday, August 28, 2007
Pikachu Attack III - un diálogo en El Ateneo-
Para los newcomers, el Pikachu Attack significa el robo a mi auto -de apodo Pikachu-.
Allí perdí un libro que todavía estoy buscando.
Librería El Ateneo, calle Florida, espléndida tarde de sol.
-Buenas tardes
-Buenas tardes
-Digame, se puede buscar un libro en el sistema...
-Cómo no. Decime el nombre.
El vendedor es de mediana edad, anteojos que le penden de una cinta, buena predisposición. Teclea con aire de entendido.
-"La Ciudadela del Autarca" (lo digo así, con comillas) de...
-Sí, es de Gene Wolfe.
-Lo conocés? (incredulidad)
-sí (busca...)... no, hace rato que no llega nada. Lo compraste hace un tiempo?
-Sí, era de Minotauro, hace diez años. Lo perdí y quiero terminar de leerlo.
-Hmmmm.... Fuiste a Corrientes o a Pza Italia?
-Fui. Ni lo conocen. No hay nada. Todo es Asimov o Tolkien. Vos por lo menos lo tenés en la base de datos.
-Sí, pero esto está muerto. Cuando el Grupo Planeta compró Minotauro se vendió todo en mesa de saldos a seis pesos.
(Silencio de destrucción. Los turistas revolean como un ramillete disperso alrededor).
-Voló todo?
-Voló todo.
-Y entonces qué hago? Cómo lo encuentro?
-... te lo debo.
Telón rápido. Salí aplastando turistas hacia el subte B.
Conque, amigos hispanos, ya sabéis. Que este libro sólo se encuentra en España, joder.
Allí perdí un libro que todavía estoy buscando.
Librería El Ateneo, calle Florida, espléndida tarde de sol.
-Buenas tardes
-Buenas tardes
-Digame, se puede buscar un libro en el sistema...
-Cómo no. Decime el nombre.
El vendedor es de mediana edad, anteojos que le penden de una cinta, buena predisposición. Teclea con aire de entendido.
-"La Ciudadela del Autarca" (lo digo así, con comillas) de...
-Sí, es de Gene Wolfe.
-Lo conocés? (incredulidad)
-sí (busca...)... no, hace rato que no llega nada. Lo compraste hace un tiempo?
-Sí, era de Minotauro, hace diez años. Lo perdí y quiero terminar de leerlo.
-Hmmmm.... Fuiste a Corrientes o a Pza Italia?
-Fui. Ni lo conocen. No hay nada. Todo es Asimov o Tolkien. Vos por lo menos lo tenés en la base de datos.
-Sí, pero esto está muerto. Cuando el Grupo Planeta compró Minotauro se vendió todo en mesa de saldos a seis pesos.
(Silencio de destrucción. Los turistas revolean como un ramillete disperso alrededor).
-Voló todo?
-Voló todo.
-Y entonces qué hago? Cómo lo encuentro?
-... te lo debo.
Telón rápido. Salí aplastando turistas hacia el subte B.
Conque, amigos hispanos, ya sabéis. Que este libro sólo se encuentra en España, joder.
Monday, August 27, 2007
Los corredores y la Long Tail (II)
Estos son los resultados. Unos 3 mil corredores de marathones en Argentina, agrupados "de a diez minutos", mostrando la singularidad de dos economías:
- A la izquierda, la rareza de los que van muy rápido.
- A la derecha, otra rareza: los que logran llegar, aunque van muy despacio.
El último resultado está sesgado porque no todas las marathones registran las llegadas luego de las 5 horas.
Nota Posterior: depende de lo quiera mostrar, tengo una Long Tail !
Con estos cambios:
- Graficando velocidad de los corredores en vez de tiempo de llegada
- Considerando que -luego de las 4 hs- hay llegadas no registradas o abandonos (10% casos)
- Considerando la gente que camina distancias larguísimas en tiempos enormes.ç
Gracias a la gente de El Km por la data
Friday, August 24, 2007
Los corredores y la Long Tail
De nuevo, no sé si esto debería ir en Snark o aquí. Veremos...
Hablando con un corredor amigo sobre una futura charla divulgativa sobre marathones, training, aplicación de relojes GPS, y locuras via Excel, pensé que hay una "Long Tail"-ese efecto tan conocido de Chris Anderson-, una distribución de corredores, que podría ser un gran ejemplo para este curso. Veamos los números:
- Solo un 40% de los argentinos realiza alguna actividad física.
- De ellos el 8% corre.
- Sólo un 25% de corredores participa en competencias.
- De ellos, sólo un 5% llega a correr un marathon de 42km.
- Según datos de US, de los que llegan, sólo un 25% lo hace abajo de 4 horas, un 8% llega abajo de 3 horas y media, y sólo un 2% llega abajo de 3 horas.
- En Argentina llegar en 3h y media significa que sos sólo uno en 1280 personas: un privilegiado. La elite es de sólo 300 personas... es gente muy especial.
El concepto de "long tail" está clarito aquí: la gente mira la punta, pero el negocio y la fiesta viene de todo lo que está afuera de la elite.
Wednesday, August 22, 2007
Pikachu Attack II
Pasé por unas diez librerías y ni noticias de Gene Wolfe. Los libreros enarcaron las cejas y continuaron remarcando los precios. No es algo que impacte en la canasta básica.
Todo esto demuestra que no hay solidaridad en la comunidad blogueril, que el rating de este blog es algo inferior a lo que acontece con Wanda Nara en YouTube, y que a Wolfe lo lee su sólo su mamá y a veces la tía. De paso, me hago cargo que el género sci-fi ocupa algo así como la esquinita de la mesa del fondo, y es 50% Asimov.
Así estamos, aún presas de la violencia, de la tinellización de la sociedad, de Aníbal Fernández y del Pikachu Attack. Y sigo sin poder terminar "La Ciudadela del Autarca".
Todo esto demuestra que no hay solidaridad en la comunidad blogueril, que el rating de este blog es algo inferior a lo que acontece con Wanda Nara en YouTube, y que a Wolfe lo lee su sólo su mamá y a veces la tía. De paso, me hago cargo que el género sci-fi ocupa algo así como la esquinita de la mesa del fondo, y es 50% Asimov.
Así estamos, aún presas de la violencia, de la tinellización de la sociedad, de Aníbal Fernández y del Pikachu Attack. Y sigo sin poder terminar "La Ciudadela del Autarca".
Sunday, August 19, 2007
Pikachu Attack
No es que me no me moleste que hayan forzado y roto la cerradura el auto -Twingo amarillo, llamado Pikachu- frente al Cenard. Ni que sea invulnerable a la sensación de inseguridad. Ni que se hayan llevado un kit completo de correr, y ni hablar del estéreo del auto.
Lo que de veras me molesta es que se llevaron el libro "La Ciudadela del Autarca", de Gene Wolfe, cuando estaba saboreando los últimos tres capítulos. Es algo difícil de conseguir... y era la culminación de una saga de cuatro libros que cada vez me estaba gustando más.
No es un unicornio azul, pero cualquier información, sabré recompensar.
Lo que de veras me molesta es que se llevaron el libro "La Ciudadela del Autarca", de Gene Wolfe, cuando estaba saboreando los últimos tres capítulos. Es algo difícil de conseguir... y era la culminación de una saga de cuatro libros que cada vez me estaba gustando más.
No es un unicornio azul, pero cualquier información, sabré recompensar.
Monday, August 13, 2007
Tres otredades dispersas
Un sujeto A va a un telo. Al ir a buscar el auto al garage, se topa con el de su amigo B, compañero de años. Urdiendo una especie de joda, le quita dos tazas al auto, y se marcha del albergue. Camino de la cancha al domingo siguiente, pasa por la casa de B y en el umbral de la puerta le anuncia que tiene lo que se le perdió hace unos días; insiste, le pregunta por lo bajo con qué mina habia ido al telo. B no hace comentarios. Entra a la pieza y con tranquilidad le comenta a su mujer que su amigo A había encontrado lo que a ella le habían robado en el supermercado.
A jamás volvió a saber de B o de su esposa.
El tipo en el subte le habla a su compañero. Le contesta éeeh, o cómooo; en realidad lo escucha, pero esgrime una sordera mal fingida para restarle importancia; cuando toma la palabra refulge, es mucho más él -todo el subte es él- y sus historia de secretarias y directores. También el ignoto entorno le sirve de público. Cuando su compañero se despide y baja del subte, su escenario se disuelve, y su rostro pierde brillantez. No lo escuchan, y baja la cabeza.
Un cuarentón post hippie camina por Bartolomé Mitre y está por cruzar. El tipo es raro, algo panzón, con detalles que desentonan: lleva el pelo largo, cano y raleado en la coronilla, atado con una cinta. De pronto, al comenzar a cruzar la calle, se le caen los puchos. Durante seis o siete segundos se agacha, levanta el paquete y dos o tres cigarrillos que se le habían escapado; recién ahí gira la cabeza hacia la izquierda -aún agachado, como descubriendo el vago peligro- pero advierte que aún puede levantarse con lentitud y proseguir el cruce, esquivando autos. Es una lucha de potenciales químicos en el cerebro: la conservación del vicio, y luego el instinto de la autoprotección. Mira con desprecio a los automovilistas que le tocan bocina, y llega exitoso a la otra acera.
A jamás volvió a saber de B o de su esposa.
El tipo en el subte le habla a su compañero. Le contesta éeeh, o cómooo; en realidad lo escucha, pero esgrime una sordera mal fingida para restarle importancia; cuando toma la palabra refulge, es mucho más él -todo el subte es él- y sus historia de secretarias y directores. También el ignoto entorno le sirve de público. Cuando su compañero se despide y baja del subte, su escenario se disuelve, y su rostro pierde brillantez. No lo escuchan, y baja la cabeza.
Un cuarentón post hippie camina por Bartolomé Mitre y está por cruzar. El tipo es raro, algo panzón, con detalles que desentonan: lleva el pelo largo, cano y raleado en la coronilla, atado con una cinta. De pronto, al comenzar a cruzar la calle, se le caen los puchos. Durante seis o siete segundos se agacha, levanta el paquete y dos o tres cigarrillos que se le habían escapado; recién ahí gira la cabeza hacia la izquierda -aún agachado, como descubriendo el vago peligro- pero advierte que aún puede levantarse con lentitud y proseguir el cruce, esquivando autos. Es una lucha de potenciales químicos en el cerebro: la conservación del vicio, y luego el instinto de la autoprotección. Mira con desprecio a los automovilistas que le tocan bocina, y llega exitoso a la otra acera.
Monday, August 06, 2007
Rewind: mis propias otredades
Lista de recuerdos tipo Paul Auster: Tandil en un camping de la primaria, con la mezcla de dos divisiones antagónicas en el dormitorio. El juego de crocket y las excursiones insípidas y minerales. Esto es la bisagra, la divisoria entre el niño y el adolescente.
Por entonces, el cumplimiento de leves ritos idiotas, como el de quedarme inmóvil ante ciertas campanadas casi mortuorias. La fascinación del Rasti: construyo, luego existo. Un día que jugué bien al fútbol en cuarto grado. Recuerdos deportivos, clavados como mariposas en bases de datos: la entomología del memorioso deportivo requiere de un balón. Es fábula, pero recuerdo un Alemania-Suecia del Mundial 74 y un cumpleaños en Barracas ese día. El hermano mayor del cumpleañero tenía Topper negras e ínfulas de beatle, hoy es concejal radical, o padece alguna extinción semejante. Sturla ya se había muerto, Lanatta era el que mejor jugaba al fútbol, y Sarciat iba a ser el único sobreviviente en términos de amistad de aquel grupo. Sólo que entonces no sabía nada de esto, no sabía que esto era importante, ni sabía que algo jamás iba a serlo. No sé si era feliz: creo que los chicos lo son, en tanto jamás se lo preguntan.
Obviemos muerte paterna, lo esencial no es para los blogs. El azar determinó un colegio técnico. Un viaje solo en Aliscafo a los trece años, sueños de independencia oriental munidos de permiso de menor. Un helado en Montevideo a la salida del Parque Rodó. Pero, hay datos de Primaria que aguardan: correr delante de la fila a limpiar el pizarrón y airear el aula. Izar la bandera, o buscar candidatos a ello, un cipayo en ciernes de pronta rebeldía. En cuarto grado, haber recibido la medalla de Mejor Compañero, y las miradas un segundo antes. Parecido a las miradas cuando me fui de Big T treinta años después. La idea de haber sido muy pacato, de niño. La idea de no saber salir de uno mismo, de grande.
Otro absurdo, más adelante: el voley en el recreo del Pío sobre los travesaños. El cuerpo sintiéndose capaz de ser más que otros cuerpos. Lo mismo quedaría para las marathones, el estudio o el dinero, años más tarde. Un necesario campamento en Gesell arroja este inventario: ocho carpas sobre el bosque arenoso, los viejos grabadores con temas de Serú, la prohibición de volver tarde. Importante: nuestro equipo de fútbol ganó, impensadamente. Alguien rechazó mi regalo de cumpleaños -un paquete de pastillas-y tuve la noción equivocada de que años más tarde me sentiría orgulloso de ese rechazo. Sigo evadiendo las obviedades de Teatro, Bariloche, y el inicio de la Facultad. Más acá, en NCR, la imagen de la pelotita de ping pong naranja rebotando ante las miradas de los gerentes. Cataclismo iniciático: llamada de La Plata, la ventanilla de un cajero automático que dice hola y adios, sube y baja, las páginas del manual que desfilan a medianoche y descubro que el DIY (hágalo Ud mismo) no es lo mío, volumen XIX. Pero: un leve fluir de camaradería entre los técnicos. La primer idea errónea sobre la Autoridad: los de abajo contra el de arriba, tan simple como eso.
Luego, en esa bisagra de comienzos de la Facultad, olvidé todo y la Ciencia fue lo importante -aunque era sólo otro posible driver. Allí tambíen me olvidé y me nublé, otra forma de seguir adelante. La manía por entonces era correr los colectivos cuando se estaban yendo, e increpar al chofer. Otro desafío a la autoridad? Los CEOs debieran haber manejado bondis?
Luego hubo otro mantra, el del Negocio. Pero todo era lo mismo, siempre me explicaban y desatendí, aburrido. Luego -y al decir luego, puede significar décadas- la seriedad familiar y laboral, que al igual que las tragedias familiares escapan a los fines de este blog. Life starts to make sense, NOW, me digo. No hay ensayos. Y lo que me molesta, lo que de veras no tolero: el 130, que juro fue rojo y que casi siempre vi azul tipo 152, juro que hoy pasó y lo vi verde amarillento, del color del paso del tiempo.
Por entonces, el cumplimiento de leves ritos idiotas, como el de quedarme inmóvil ante ciertas campanadas casi mortuorias. La fascinación del Rasti: construyo, luego existo. Un día que jugué bien al fútbol en cuarto grado. Recuerdos deportivos, clavados como mariposas en bases de datos: la entomología del memorioso deportivo requiere de un balón. Es fábula, pero recuerdo un Alemania-Suecia del Mundial 74 y un cumpleaños en Barracas ese día. El hermano mayor del cumpleañero tenía Topper negras e ínfulas de beatle, hoy es concejal radical, o padece alguna extinción semejante. Sturla ya se había muerto, Lanatta era el que mejor jugaba al fútbol, y Sarciat iba a ser el único sobreviviente en términos de amistad de aquel grupo. Sólo que entonces no sabía nada de esto, no sabía que esto era importante, ni sabía que algo jamás iba a serlo. No sé si era feliz: creo que los chicos lo son, en tanto jamás se lo preguntan.
Obviemos muerte paterna, lo esencial no es para los blogs. El azar determinó un colegio técnico. Un viaje solo en Aliscafo a los trece años, sueños de independencia oriental munidos de permiso de menor. Un helado en Montevideo a la salida del Parque Rodó. Pero, hay datos de Primaria que aguardan: correr delante de la fila a limpiar el pizarrón y airear el aula. Izar la bandera, o buscar candidatos a ello, un cipayo en ciernes de pronta rebeldía. En cuarto grado, haber recibido la medalla de Mejor Compañero, y las miradas un segundo antes. Parecido a las miradas cuando me fui de Big T treinta años después. La idea de haber sido muy pacato, de niño. La idea de no saber salir de uno mismo, de grande.
Otro absurdo, más adelante: el voley en el recreo del Pío sobre los travesaños. El cuerpo sintiéndose capaz de ser más que otros cuerpos. Lo mismo quedaría para las marathones, el estudio o el dinero, años más tarde. Un necesario campamento en Gesell arroja este inventario: ocho carpas sobre el bosque arenoso, los viejos grabadores con temas de Serú, la prohibición de volver tarde. Importante: nuestro equipo de fútbol ganó, impensadamente. Alguien rechazó mi regalo de cumpleaños -un paquete de pastillas-y tuve la noción equivocada de que años más tarde me sentiría orgulloso de ese rechazo. Sigo evadiendo las obviedades de Teatro, Bariloche, y el inicio de la Facultad. Más acá, en NCR, la imagen de la pelotita de ping pong naranja rebotando ante las miradas de los gerentes. Cataclismo iniciático: llamada de La Plata, la ventanilla de un cajero automático que dice hola y adios, sube y baja, las páginas del manual que desfilan a medianoche y descubro que el DIY (hágalo Ud mismo) no es lo mío, volumen XIX. Pero: un leve fluir de camaradería entre los técnicos. La primer idea errónea sobre la Autoridad: los de abajo contra el de arriba, tan simple como eso.
Luego, en esa bisagra de comienzos de la Facultad, olvidé todo y la Ciencia fue lo importante -aunque era sólo otro posible driver. Allí tambíen me olvidé y me nublé, otra forma de seguir adelante. La manía por entonces era correr los colectivos cuando se estaban yendo, e increpar al chofer. Otro desafío a la autoridad? Los CEOs debieran haber manejado bondis?
Luego hubo otro mantra, el del Negocio. Pero todo era lo mismo, siempre me explicaban y desatendí, aburrido. Luego -y al decir luego, puede significar décadas- la seriedad familiar y laboral, que al igual que las tragedias familiares escapan a los fines de este blog. Life starts to make sense, NOW, me digo. No hay ensayos. Y lo que me molesta, lo que de veras no tolero: el 130, que juro fue rojo y que casi siempre vi azul tipo 152, juro que hoy pasó y lo vi verde amarillento, del color del paso del tiempo.
Wednesday, August 01, 2007
Un sueño
Estoy en un gran bar en forma de "U" donde va llegando por la mañana gente del barrio privado "Vivir Mejor". La luz matinal penetra por un vitraux que ilumina los rostros, dotándolos de cierta bondad. No hay mesas, los residentes llegan, toman algo de carritos que aparecen caóticamente, y se sientan alrededor de la U, estudian -hay muchos jóvenes- o leen el diario mientras saborean sus yogures. No hay mozos.
La rutina se altera con la llegada de los carritos a la "U". La manada entusiasta se zambulle especialmente sobre el carrito de lácteos. La chica de al lado me pregunta si me gusta "Vivir Mejor" y si hace tiempo que estoy aquí. Yo me excuso, busco algún café con cierta ansiedad, y mi anhelo parece concretarse en un carrito distinto que llega. Pero suena una voz metálica anunciando que "el café está vencido". Le pregunto a la chica si acá los objetos ya trabajan con RFID, pero ella se encoge de hombros.
Cuando estoy considerando cambiar mi plan hacia yogur con cereales, de repente la multitud parece cobrar vida y arroja sus tetra brik de 1 litro de yogur a un cesto común que engulle el contenido. La barra se levanta y en su lugar aparece una escalera que desciende ominosamente hacia las sombras. Todos bajan al unísono, yo me quedo pensando.
La rutina se altera con la llegada de los carritos a la "U". La manada entusiasta se zambulle especialmente sobre el carrito de lácteos. La chica de al lado me pregunta si me gusta "Vivir Mejor" y si hace tiempo que estoy aquí. Yo me excuso, busco algún café con cierta ansiedad, y mi anhelo parece concretarse en un carrito distinto que llega. Pero suena una voz metálica anunciando que "el café está vencido". Le pregunto a la chica si acá los objetos ya trabajan con RFID, pero ella se encoge de hombros.
Cuando estoy considerando cambiar mi plan hacia yogur con cereales, de repente la multitud parece cobrar vida y arroja sus tetra brik de 1 litro de yogur a un cesto común que engulle el contenido. La barra se levanta y en su lugar aparece una escalera que desciende ominosamente hacia las sombras. Todos bajan al unísono, yo me quedo pensando.
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