Tuesday, November 25, 2008

Madrid y la crisis

Una semana en Madrid en un otoño casi invierno, sumergido en dos campos hipnóticos: un suburbio tecnológico en las afueras con mi hotel repleto de chinos buscadores de negocio hispánico, y un sometimiento aceptado a 12 horas de trabajo. Fantástico.

Me prometí olvidarme del NH en Alfonso Martínez que no fue, y de Gran Vía, y de frecuentes runnings por el parque de Retiro. Esta vez no iba a ser así. Y ya desde el principio las extrañas tuberías de la terminal T4 –ese anfiteatro digno de Teletubbies que montó Iberia para recibirnos- parecían presagiar algo raro, que las valijas tardaran una hora y que las carreteras dieran tantas vueltas para llegar al mismo sitio. Joder tío, esto es la hostia.

Crisis? Dicen los madrileños, pero atiborran los bares a toda hora, y el H&M desborda en ofertas que harían empalidecer al Palermo Soho, y se quejan de llenos, tanto que apenas sí ven la victoria en el tenis –y yo sufriendo por Web o por SMS-. Ver la Davis de visitante fue metáfora de argentinidad, ver esos cubos llenos de gente que puso Telefónica en el desierto también parece tener un mensaje, pero no es más que otro avasallamiento, otra muestra de autoridad. Si todo esto es para montar un centro comercial entre los doce cubos, y para que todos salgan corriendo al café o al restaurant… quién va a venderle a los chinos? Me pregunto, mientras el hotel se vacía en el fin de semana y Las Tablas es un desierto donde alguien comprará esos condominios, y yo hago el verdadero raid madrileño, ese frenesí de tapas, plazas, parque, pinchos, bares, charla y demás monosílabos que constituyen la hispanidad.

Ahora ya es Barajas y yo estoy con la última caña, ese otro bisílabo que importa..

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