
Como dos mareas cuyo flujos se entremezclan, estos días estoy perdido -en el buen sentido- entre el final de "The Black Book" (Orhan Pamuk) y las consecuencias de los vaivenes financieros, en particular el asunto de las AFJP en Argentina.
Pamuk añora los viejos maniquíes turcos, llenos de expresión, reemplazados por los occidentales. Cristina pone sus zarpas sobre las pensiones. Pamuk parece aludir a rostros, palabras, e influencias, pero por debajo habla de identidad, memoria y de significado. La dinastía K, en cambio, nos provoca la revisión del mero concepto de la propiedad. En la Turquía del libro flota la idea de la oportunidad perdida al haber traicionado a la propia identidad. Hace falta ahondar en la analogía?
Algo se nos escapa, nunca vamos a entender la secuencia de destrucción que liga democracias incipientes, inseguridad y apropiación. La Argentina parece una mala traducción de algo, al igual que la traductora de "Black Book" se queja en el prefacio acerca de la dificultad de reflejar los vaivenes del idioma turco en el Inglés.
No intento -como en el libro- que el lector suplante el autor. Lo que quiero decir sobre Argentina ya lo ha dicho Pumak al referirse a museo de viejos maniquíes: "Once upon a time, they had lived all together, and their lives had had meaning, but then, for some unknown reason, they had lost that meaning, just as they’d also lost their memories. . . "