Monday, June 23, 2008

Diario de un Pace-Maker

Para esa gente sedentaria que aún no lo sabe, un pace-maker es un tipo que va en una marathon (42 kilómetros y monedas) corriendo a un cierto ritmo predecible y constante, en aquello que los viejos maestros del secundario llaman movimiento rectilíneo uniforme. Corre con un banderín bien visible y algo ridículo -un inspector Gadget auspiciado por Gatorade- para ayudar a los corredores más novatos a llevar un ritmo parejo; de otra forma, esto después de los 30 km se paga caro.

Uno, el pacemaker podría ir más rápido, pero no debe. Dos, a veces está tentado de ir más despacio, pero no puede. Esa distancia entre el ser y el no ser es la que atenaza la existencia del tipo. No corre su carrera, sino la del resto, y se entrega a ese hecho, con la mente plagada de planillas y la glucosa en descenso.

Ahí va él, como su indiscreta banderita señalando el tiempo que lo separa entre largada y llegada. Le duele algo? Nada. Le preguntan cosas? Él responde parcamente, porque no le sobra mucho aliento. O sí, cada tanto musita alguna respuesta. Y nada de trampas: no puede ir más rápido, e ir disminuyendo a medida que el objetivo está seguro, pues eso comprometería al grupo. Abjura de la aceleración, para él sólo existe la velocidad constante.

Le preguntan, “maestro, vas a ir a 5:20 el kilómetro?” Y él responde que sí. Y lleva anotado en un brazalete sus monótonos tiempos parciales. Y tiene calor en la largada, y le pide al grupo que le ayuden a sacarse esa remera amarilla que le puso el sponsor. Y el grupo ayuda, como quien viste y desviste a un actor. Y descubre que por ser pacemaker está siempre en el centro del enjambre, y no le llegan las ayudas del agua ni al Gatorade. Y el grupo le pasa todo lo que necesita. Y descubre malhumor en la gente que pasa al final, y él les dice: “corré acá al lado” y no dicen más. Él tiene un poder que no comprende sobre el resto. Hace calor, Rosario de pronto hierve. Se tira el agua que le sobra en la nuca y se sorprende cuando el banderín roza un árbol. Pregunta, lo tengo todavía? Y le dicen que sí. Y piensa que en el km 32 o el 33, hay que acelerar un toque. Pero el camino está lleno de subidas y bajadas imperceptibles que hacen todo más difícil. Pasa las horribles rotondas del km 37 y gira hacia la barranca como un toro herido, llevando el estandarte del tiempo en su lomo.

Le puede pasar al pace-maker que haya tenido algo de gripe esa semana, y que en el km38 se diga “no puedo más” y haya pensado en pasarle el banderín a alguna otra víctima propiciatoria. Pero le queda media glucosa para pensar, y arma el grupo de tres en tres contra el viento y se pone él en el medio, y aguanta. Ellos no lo saben, pero los pacemaker son ellos, y él por un par de kilómetros es sólo un impostor llevando un banderín... pero a lo lejos, cerca del Monumento, ya se ve la llegada. Y el cronómetro dice 3:44:50, y sólo quedan unos pocos metros. El grupo finalmente llega como un ramillete marchito y húmedo, arrojándose a la meta, lo abrazan (él se pregunta por qué), le sacan fotos (pero no vieron que yo estaba muerto?) y todo termina.

Debuté de pace-maker en la marathon de Rosario.
Prometí tres horas cuarenta y cinco. Hice tres horas cuarenta y cinco.
Y fue casi mejor mejor que bajar mi propia marca.

10 comments:

Anonymous said...

1- Por qué "Marathon" y no "Maratón"? O acaso escribís "football", "Volleyball" o "Tennis"?

2- Todo muy lindo, pero te comiste un pacú con salsa criolla y unas buenas fritas en "Escauriza"?

Daniel said...

1- Será porque soy un at(h)leta?

2- Fue pacú para Vanda, pero fueron ravioles con puerro y panceta para mí en "La Amarra" (muy recomendable). Y luego un café en "El Cairo", preguntándome si de veras Fontanarrosa era habitué de la modernidad, o será esto otro mito rosarino como Fito Páez.

Fertz said...

Muy buen relato, Daniel!! Mucha responsabilidad de tu parte, te felicito!
Abrazo!!

Daniel said...

Gracias Fertz.
Van igual mis felicitaciones para tu carrera. Me imagino lo que debes sentir ahora... no hay muchos sub3 por aquí (ni el mundo!).

Unknown said...

Te felicito Kolyiken.
Te desintegraste de vos mismo, te integraste al enjambre del 3:45.
Impresionante relato.
Cuando me estaba yendo de Rosario, vi la esquina del Cairo, y me hice la misma pregunta.

Un abrazo.

TK said...

Genial tu cronica.
En Buenos Aires vas a ir de nuevo a 5:20?
Ten Kei

Daniel said...

Damián, lo peor es que El Cairo está bueno... pero no del modo en que uno lo espera. Voy a subir alguna foto al respecto.

Ten Kei, no sé qué voy a hacer. Hay un viaje en Septiembre que me corta todo el (escaso) training. Igual pacers habrá seguro...

anita (la gurisa) said...

hola! lindo lo escribiste

siempre escuché de los pacers, pero pasan a formar parte (o por lo menos para mi) de la parafarnalia armada para la maraton... casi como seres anonimos, como los maestros ¿no? leer lo que escribiste, los hace seres humanos. Sé que suena medio raro lo qeu digoç y pero pienso: ¿por qué se "pacer" y no corredor?

anita (la gurisa) said...

Sé que suena medio raro lo qeu digoç y pero pienso: ¿por qué se "pacer" y no corredor?
traduccion: ;)

Se que suena medio raro lo que digo y pienso: ¿por qué ser "pacer" y no corredor?

Daniel said...

Las maratones son bastante genuinas, en cuanto a que ningún marketing puede disimular lo difíciles que son y el training que requieren. No hay parafernalia, no hay mentira, somos medio espartanos. No pain, no gain.

Lo de "pacer" es dar y recibir. Si yo quiero bajar los 3h30 voy a necesitar de un pacer (y laburar menos, y no enfermarme, y dormir la noche antes, y que no haya viento, etc).