Thursday, May 29, 2008
Tú también, Bruto?
En pampas argentas la secuencia de fads fue: pool / kiosco / canchas de paddle / parripollo / cabañas en la costa / construcción de 2amb / taxi. Todos colapsando sobre la misma idea, unos frente a otros, todos arruinándose. En la tecnología ocurre lo mismo, hasta que alguien encuentra el precio justo (300 USD en mi opinión) y el diseño exacto (esta Dell es muy cool), eso significa éxito. Pero vuelvo al aquí y al ahora para imaginar que un objeto así no puede viajar en el Sarmiento ni captar Wi-Fi en la popu de Nueva Chicago. Se corren grandes riesgos como el descripto hace unos meses. No estaría mal enlazar así los fads o las laptops. Como decía Julian Barnes, "la vida es una maldita cosa detrás de la otra".
Wednesday, May 21, 2008
Onomástico
Sospecho además que en la reversión de comunicaciones y de obligaciones -familiares y amigos que llaman, trabajo que se aliviana, promesas de dulces- yace una trampa. La dispensa que se le hace a quien festeja ese día no hace más que acentuar la opresión y la amenaza de los 364 días restantes. "
Monday, May 19, 2008
Escila y Florida
Ahí voy yo deslizándome entre una muchedumbre que parece caminar siempre en sentido opuesto, y para la cual los semáforos dejan de existir. Los autos vacilan y quedan en medio: eso provoca el enojo de la misma gente, ya enardecida de antemano por otros obstáculos interpuestos -quioscos de diarios, vendedores de cuero, cambistas, mutilados, estatuas vivientes y falsos ministros-. El ruido es atronador: toda la gente habla, entre sí, o con su celular, en diferentes lenguas mayormente berretas. Los derviches de la nueva religión ofrecen dólares baratos, camperas de cuero, préstamos a sola firma o celulares, sin distinción. Los mendigos dan doble pena, la de siempre y la adicional por implorar en ese medio hostil. Un vendedor arroja al aire un jueguecito espantoso que hace un dyshhhhhh al subir. Asumo que un depredador del cretácico bramaría de un modo más amistoso.
Algún preclaro intendente la hizo peatonal hace cuarenta años y el principio estuvo bien -Harrods, la vieja y oscura Galería Pacífico de una planta, el Florida Garden y el Richmond-. Luego, arreció la fealdad y se convirtió en un no-lugar repleto de oportunistas. Ningún turista medianamente avisado debería pasear por la calle Florida, nadie debería comprar cueros alli, ningún dólar que se encuentre es verdadero: hemos logrado reunir a los peligros de Escila y a la fealdad de Caribdis en una sola calle.
Por suerte, son sólo diez cuadras, y la belleza de la Plaza San Martín provoca el olvido.
Thursday, May 15, 2008
Tuesday, May 13, 2008
Mutuas extrañezas
Todo esto explica por qué la gente opte por no reconocerse.”
("Heisenberg, y los campos de extrañeza", Pablo Lugüercio, 1971)
Tuesday, May 06, 2008
Feria del Libro de 2002
Freno ante la columna. Como cada año, la gente acude en tropel y se siente perfectamente culta en la Feria, como quien pretende excomulgarse de un año de televisión. Tal vez –meditan las masas en sus vehículos-, todo se trata de frotarse con una emulsión para curarse una dermatitis. Sigo la analogía, la Feria del Libro es un dermaglós que cura un eczema cerebral, una crema eficaz para superficies del hipotálamo –pero dámela con receta, tengo un 60%, dame una entrada gratis, pero ah los libros son tan caros, mirá JarriPoter, entonces para qué, ni patis había en la Feria, vámono gorda, vámono al Rosedal que está fenomeno-.
Esquivo la columna yendo a contramano: es la manera más civilizada que tengo de andar en bici por Sarmiento. Sólo debo esquivar otro tipo de bestias, los caballos en sus mateos (sabrá Mateo, recaudador de impuestos, habrias abjurado de proponer su nombre para esos carros de escaso folklorismo). La bosta equina se yergue adusta en montículos precisos; de algún modo esto me autoriza a tomar en contramano la calzada circular y bajar por Santa Fé. Me admiro de la nueva arquitectura bancaria, con su estética de persianas bajas que hacen más inútiles los Banelco, presas del metal. Llamen al arquitecto pero para qué, si debe estar en la Feria del Libro.
Sigo hasta el microcentro un rato después, ya habiendo dejado la bici y agarrado el auto. El tránsito hasta Nueve de Julio es fluído, y el microcentro está lleno de peregrinos bancarios. Siete cajeros inútiles en el Boston Central al unísono desafian todas las leyes probabilísticas, aduciendo un único cartel "cajeros con problemas". Me digo que debería buscarme un cartel semejante para mi persona, y le digo algo al vigilante, algo que pretende ser una ironía, pero ya no estamos ni para registrar variaciones. El tipo esperaba una puteada y se alza de hombros. En las paredes del microcentro desierto sobrevivien dos propagandas que me apresuro a anotar: "Bansud: viva el presente con nosotros" y "Citibank: donde el dinero toma vida". Sumo ambas frases miembro a miembro y me da "Libres pero en bolas". Me gusta más, en recuerdo de un estilo orgulloso, perdedor y radical.
Me estoy por quedar sin nafta y soy un elegido pues a) Hay nafta, b) Aceptan tarjetas. Miro con fruición la tarjeta de débito de mi vieja y quisiera transformarme en Savio María para poder usarla, o al menos parecer una vieja de setenta por algunos minutos. Vacilo ante explicaciones varias: "en realidad me llamo Carlos María Savio, pero claro, esta gente de las tarjetas, usted sabe". Al ritmo de la crisis tal vez logre parecerme a una vieja, y no haga falta más.
Sigo con cinco pesos.
Dos días después, camino por el microcentro con Sylvie y Daniel. Nos abalanzamos sobre un cajero despoblado de gente y de letreros adversos. Al momento, se forma una cola atrás nuestro. "Y, da pesos o no da pesos?" Nos preguntan. Nosotros les hacemos hombritos, inmunes o temerosos a cualquier contacto con seres del Planeta Microcentro. Un instante después, se descifra la trama celeste. Mi saldo es de 4.20$, y todo mi esfuerzo del fin de semana por conseguir algún cajero útil no es más que una farsa, igual que lo que ocurre en el país, igual que la Feria del Libro, pero con un viso (Visa) mayor de realidad. Mientras tanto mi gerente se enoja, Remes Lenicov renuncia y yo quiero mi capita de Harry Potter para desaparecer.
(Abril de 2002, de la serie "El país y los estas(h)idos)
Sunday, May 04, 2008
El hermano de Meteoro
En el presunto apogeo de la primera madurez sin hijos, y en la apariencia pelatus in extremis del sujeto –lo veo y creo verlo a Wainraich- subyacía una cierta modernidad, manifestada principalmente en la música dance que se escuchaba a todo lo que da los domingos a la mañana. Pero no mucho más. Nada de deportes, amigos que frecuentasen, o saludos con sus vecinos. Sólo encuentros circunstanciales con él a propósito de indeseables, valor de las expensas, búsqueda de garage o fenómenos atmosféricos. Las trivialidades nos condenan y nos hermanan a la vez.
Ocurrió que la chica desapareció hace cosa de un mes. Los hechos señalan que desde entonces el hermano de Meteoro le pregunta a sus vecinos sobre los ruidos de la bomba de agua, ya no se escucha música al regresar de la disco, y se ve su auto tirado en la puerta del duplex. La tesis pacata es que el amor pone sensible a la gente. Mi sensación es que al cruzar una frontera como la del abandono, ciertos individuos pueden rescatar alguna sensibilidad y encontrar matices donde antes no los había. Todas estas conjeturas absurdas se derrumbarán cuando la chica retorne, yo me la cruce, y le diga, solemne, “nena, me cagaste el post”.