Hay ciertas regiones de mis hijos que me están vedadas, a las que nunca llegaré. Hay otras -como el juego o la lectura- donde aún soy bienvenido. Enumero: construir espirales con autos, o entregarles mis Matchbox, jugar al whist o al TEG, hacer las diez preguntas de La Nación, armar duplas de voley mientras mi espalda resista, son buenos ejemplos de esa frontera que existe entre pasarla bien con los hijos y ser Ned Flanders. El mejor indicador es la risa genuina.
Pero. Cuando mi entrada no está permitida, en cambio, detecto un común denominador. Lo que me enoja de ellos es reconocer precisamente mis defectos transplantados de generación en generación. Me enoja ver mis propias limitaciones en ellos, e intuyo lo que habrán de sufrir. Me sorprendo dándoles consejos de mis viejos, e intuyo cierta responsabilidad de las generaciones pasadas, como si el material genético no hubiese variado un ápice, distribuyendo cuotas partes de bipolaridad e intolerancia a lo largo de eones.
Y así estamos inmersos en las cajas chinas del material genético, que termina venciendo por goleada a todos los intentos de sociabilización. Los veo, me veo a mí y recuerdo a mis padres, todo en el mismo momento. Los cuarenta años tienen eso, la equidistancia. Y así somos tan modernos y tan medievales a la vez, a medias entre los portazos y los msg, unos necesitando correr treinta kilómetros para estar bien, y otros encerrándose en su cuarto.
Friday, March 21, 2008
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2 comments:
Jugás al Whistirijillo y hacés las diez preguntirijillas de La Nación con tus pequeños hijos? Me suena a la versión agnóstica de la oración nocturna, es decir trasplanto mis gustos a mis críos. Cuántos chicos de ocho años juegan al whist? Sería distinto si dedicaran sus sábados a leer a David Viñas o a entablar partidas interminabes de canasta? Eso no significa que no esté totalmente de acuerdo con tu indicador de la risa, pero tampoco veo el problema de ser un Flanders si eso hace felices a todos y no los aleja de la vida real.
Me corrijo, no me siento Flanders jugando. Ayer fue Rasti, y lo disfruto. Y todo eso -igual que un libro o un Fútbol de Primera- nos alejan de lo "real" pero es una forma de sobrevivir.
En cuanto al Whist es super onda, nada de whistrijillo. Y las Preguntas... es un test dentro de un juego. Hacé la prueba y fijate cuántas veces los chicos interrumpe n para dar "su" respuesta sin escuchar ni la mitad de la pregunta... y ahí está el gen de la incomunicación dando vueltas.
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