Nabokov tiene razón, todo es bostezo y olvido. Julian Barnes, más acá, también la tiene cuando acuña que la vida es una maldita cosa detrás de la otra. Y cuando las citas son abrumadoramente reales, uno ni siquiera usa comillas. En cambio, parapetado contra el fin de año, yo sigo acumulando evidencia en contra de toda esta gente brillante y segura de sí misma, nítida, casi en relieve contra el claroscuro de la vida.
Hubo viajes, de distinto signo. Hubo otro DF, otra Caracas, y una Cartagena decadente, unidas por un calor envolvente de 35C; pero también un París para compensar, y un Madrid para promediar, ambos gélidos. En todos estos lugares, la gente estaba segura de sus opiniones, y yo los miraba desde la antesala de mí mismo, como haciendo con mi alma ese gesto itálico del montoncito. Pero hubo una excepción contra tanta certidumbre.
En un rincón de Paris, frente a Notre-Dame está la Shakespeare & Co, una librería donde se refugiaba Hemingway y donde se encontraban los libros prohibidos en los años 30. Allí, como en otros sitios parisinos, lo único cierto es la belleza serena de los anaqueles repletos de libros; no hay pregones, no hay frases rimbombantes, ni necesidad de establecer superioridad moral, de negocios, frente al otro. De allí rescaté un buen Galactic Pot-Healer, de Philip Dick, otro que no se la creyó mucho, donde se reescribe la fábula del pequeño y humilde que resulta ser grande. Otro Keyser Soze, otro Mulo. Los antecedentes en distintas ramas del arte son demasiados.
Lo que quiero decir es que uno ya es grande para jugar al nihilista, y que debe aceptar que el resto del mundo espera pequeñas certidumbres de uno, y que tal vez -como en la novela de Dick- lo que uno hace en diversos ámbitos es más importante de lo que parece. Aunque bien pueda ser que deba reescribir esta basura, y me arroje de lleno en la procastinación y en la fascinación por mi propia inseguridad.
Friday, December 03, 2010
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2 comments:
Bonito texto, don Colli, me recuerda la maravillosa vulgaridad de ser humano... y saberlo.
ChivaShiva
El tener demasiado presente esa vulgaridad es un riesgo. Por eso nos terminamos sumergiendo en libros y en Exceles?
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