Hay tres ámbitos que se entremezclan estos días, como esas esferas diabólicas de la mala película de Sci-Fi “Event Horizon”. La primera esfera se refiere a la interacción cotidiana con la gente. Me interesan los cambios en el lenguaje cotidiano, y anoto conmovido esta lista de ítems, sin orden particular: las afirmaciones se reemplazaron por “dale”, la vacilación por “ponele”, la adjetivación en exceso se combina con sujeto tácito y todas las frases adquieren doble sentido - “este año le entro a cuanta (carrera) chica se me cruce”-. Me interesa algo menos el uso distorsivo de posesivos, que revierte la carga de la acción (“me viste esa película?”) y la forma en que las mujeres de treinta vocalizan como perras en celo, o se operan como si la mueca del alma debiera reflejarse en el rostro. Me desespera, finalmente, el estilo desganado de los casi varones en Chacalermo, que arrastran las palabras y carraspean, y dicen “m´tendés?”, se compran zapatillas cool con deditos, y dejan flotando en el aire su duda perpetua de uf, dejar a mamá y emanciparse a los uf, treinta y siete.
En una segunda esfera, más allá de los diálogos y del país Fort hay un país Yan donde la gente se entierra cada semana en una ciénaga distinta, para paranoiquear acerca del caso particular y no discutir el caso general. A la hora de pensar y debatir en cada edificio se libran batallas menores pero importantes: Vecina 1 habla de “su seguridad” y de que “en su lista de prioridades no entran las ratas”, pero huye de los problemas reales del consorcio. Vecina 2 es falsamente artista, y nos sacude a toda hora con ritmos étnicos impropios, en nombre de un arte que espero no esté subvencionado por un gobierno claudicante. Vecino 3 es reciente esposo y todas las noches pac, pac, pac aplasta milanesas y mira fijo el ténder mientras su esposa mira la tele (“mirá, de nuevo Romina Yan”) pero él pac, pac, pac deja finitas las milanesas y nadie le avisó que se puede pedir en el comercio un corte más fino. En fin, la excesiva yanificación del país se debe a “la extensión del ámbito privado en los medios masivos”. Y me acabo de citar a mí mismo, autoproclamando mi autoridad en la materia, con la fuerza de quien achata milanesas para lograr el coito mensual. El fenómeno parece potenciarse cuando el acontecimiento pertenece a algo que hemos visto desde pequeños, y que esto “nos sumerge en un plural de amistosa concordancia”, y lo hice de nuevo, me cité por segunda vez. Y cuando estoy por hablar sobre la tercera esfera, anoto mentalmente que quiero evitar esa mirada despectiva que esgrimen los pasajeros de Business cuando ingresa al avión la masa que va a Economy. Realmente, no hallo el punto medio: temo que el país Yanifique (así solito, sin partículas reflexivas) ante la muerte inesperada de un integrante del elenco de Montaña Rusa, por caso.
La tercera esfera es la meritoria, es la de un país que vive solo en mi imaginación donde mi cruzada absurda permanente es hallar el sentido (Pamuk otra vez?) de acontecimientos crudamente desvinculados. Imagino al Payaso Lugüercio frustrado por el fútbol y las marathones y yendo a jugar a un equpo de nombre rimbombante, como Tanque Sisley de Uruguay, e imaginar al Payaso desvelado por la etimología del nombre de su equipo. O tal vez sea la máquina de Coca Cola, tan argentina en su operación, tan permeable al segundo intento de pago a pesar del letrero “sin cambio”, y los vestigios del accionar de un programador local que planeó el detalle, tal vez olvidando un módulo de voz que dijera “está bien” ante la persistencia del cliente.
O quizás cuando escucho el “Love me tender” de Elvis Presley en la musiquita de los contestadores telefónicos, sentir que eso es un Evento Lindante con la Mayor Boludez Posible (ELMBP), por esas varias notas levemente iguales que se traducen en un “píiiiiiiiiiiiiiii” insoportable. Ese debería ser el himno de mi país, uno que tuviera muchos Tanques Sisley de etimología improbable, que aboliera de sus símbolos, confesara su inutilidad, y le comunicara a sus ciudadanos que “no habrá más Rominas Yan, no habrá más vecinos, háganse cargo de Uds mismos, que nosotros nos vamos a alguna isla del Mar Jónico”.