Wednesday, April 07, 2010

S(card)dering

En lo profundo de la noche uno cree que acomodando el pasado se pueden avizorar mejores perspectivas futuras. Sin hacer ruido uno baja la escalera, abre el escritorio, y saca a relucir ese pequeño infierno rectangular de logos y nombres del pasado, que es el tarjetero.

"Carpet crawlers...", decía la canción de Génesis. Miro los logos: Terra, Patagon, Netscape... pequeñas ambiciones aquí y allá, en pugna por aparentar ser los mejores. La mitad de los cartones guarda viejas anotaciones mías: "buen tipo", "sabe mucho de tecnología", "terrible mina, sin cerebro", "conejo laboral". Las tarjetas se apretujan unas a otras en un espiral de desconsuelo, resistiéndose a perder su ligazón entre sí (por empresa, por país, por alfabeto) como si un LinkedIn perfectamente real e invisible guiara sus actos. Como si la canción continuara:

"Mild mannered supermen are held in kryptonite,
And the wise and foolish virgins giggle with their bodies glowing bright"

Pero hay figuritas que no brillan. De la mitad de las tarjetas nada recuerdo, y siento que el mandato de arrojar todo a la basura sólo es detenido por la brillantez de los logos. Todos esos fugaces momentos laborales que son casi cero, serán ahora de una nulidad absoluta.

Tras esa noche de arreglos, la propia identidad cobra vida con la luz de la mañana. De algún modo hay un backup vital que garantiza que al despertarnos seguimos, de algún modo, siendo nosotros. Dónde estarán las células, los axones, las pequeñas configuraciones cúanticas que en su spin up o spin down guardan la manera en que somos, más allá de lo laboral, bastante más allá de las tarjetas o de los logos.

Son preguntas sin respuesta. En otro universo, alguien se levanta sintiéndose extraño. Sin motivo aparente revisa su tarjetero, encuentra una vieja tarjeta mía, y la arroja justicieramente al canasto.

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