
Al bajar viejas agendas de estantes inaccesibles, hallé hechos inconfesables. En ese entonces veía series de TV muy aburridas ("Shirley & Lavern", "Sheriff Lobo", "Flamingo Road"), pero me disculpa el hecho de que agendaba "Ver a Olmedo" los martes y los jueves. Parece que ya entonces iba como un maniático al club GEBA, usaba palabras olvidadas como gozar, embole, gastar y purgar; y que en fin, gastaba demasiada tinta en una instrospección estúpida. Los papeles dicen todo eso. Hay dos imágenes de entonces que pude confirmar: la primera del 2 de Abril de 1982 el cura que nos daba filosofía en ese 5toB del colegio Pío IX detuvo su clase, trazó una raya vertical en el pizarrón, y puso a un lado y al otro de esa línea los nombres de quienes estaban a favor (unos treinta) y en contra (Charly Mariosa, yo, y sólo dos más, tal vez Quini?). Era el bramido popular de un quinto año en la que una opinión en contrario suena muy mal. El gordo Caffarello -ahora un probo abogado y siempre gran persona-, desde su rincón de atrás a la izquierda, gritaba tribuneramente "aguante", y nos llevaba bosteramente a la guerra, con su llavero como ariete triunfal.
La segunda imagen es más festiva, y tiene lugar en mi cumpleaños diecisiete, casi dos meses después. Ya en plena guerra, Javier,Juanky y Fabián (mis amigos de entonces, mash-up de Club y de Colegio) me pasaron a buscar por Bernardo de Irigoyen y me llevaron en taxi a cenar a un Pippo de manteles de papel, y luego a tomar algo a Zanettin. Un lujo. Fue uno de mis mejores cumpleaños; ya en ese entonces lo pasaba mejor hablando con mis amigos -loosers o no- que tratando de entrar a la City. Recuerdo que en esa cena hablamos de la guerra, de buques hundidos y reales posibilidades. Creo que estábamos convencidos de que había chances; para ese entonces, me parece que yo había abandonado mi renuencia bélica inicial, tal vez por la necesidad de aceptación en el grupo, o porque hacia allí nos dirigía la prensa.
Que hay en común, me digo mientras espero el Estudiantes-Boca de hoy, algo realmente importante. La gente es lo único que hay en común. La gente es la última derivada, la razón de que las cosas vayan bien o mal. La gente que gobierna usa los mismas mentiras, ahora y entonces, para ocultar que están robando. La gente del común va tejiendo su vida, escribiendo, añorando, y descubriendo que nada cambia, y que tal vez nuestras percepciones del pasado son erradas -o que nuestra percepción las retuerce- para lograr un confort, un vinito y soportar el Fútbol para Todos, una victoria que nos dé otro campeonato, y poder así olvidarse de guerras, economías y otras batallas más íntimas.
En fin. "El tiempo conspira" decía el titular de Crónica. Ganamos la guerra. Seguimos ganando. El país va genial. Somos jóvenes y hermosos, la gente nos quiere y seguramente Zanettin sigue abierto, allí en la Nueve de Julio.