"Grandes calamidades nos acechan" me dijo el Payaso Lugüercio, una vez que nos vimos en un bar de Canelones luego de su malhadado pase a Racing. El pensador -que algunos aún sospechan futbolista- estaba más desorientado que de costumbre, o "crispado", palabra absolutamente en boga en la inteligentzia porteña.
Mientras apuraba su cerveza Pilsen, el pensador se puso a hablar sobre el horror que le produjo Facebook. "Es el nuevo Horrorcrux!", comenzó a musitar. Febrilmente comenzó a enumerar los problemas actuales del Facebook:
- Los que se van de vacaciones y postean absolutamente todas las fotos.
- Los que tratan de exhibir a cada momento lo trendy o viajados que son.
- Los que no corren riesgos, dan sólo opiniones medianas, o apenas postean pulgarcitos para arriba de “like”.
- Los contactos demasiados fieles que contestan seriamente a cualquier burrada, como si fuese una tesis doctoral.
- Los profesores que son “amigos” de alumnos, y caen en excesos de intimidad o de franqueza.
- Los que abruman con la continua exhibición de sus hijos.
- Los que te taggean en una foto con la que no te sentís identificado.
- Los que creen que la letra de una canción los identifica a cada momento, y convierten eso en su status.
- Los que se unen a miles de grupos acerca de “lo que está bien” (ortografía, política, ecología), dejándote a vos desbarrancado en el lado oscuro de la fuerza.
Lugüercio no admitió réplica, y pidió una pamplona. Se refirió a la "banalización de los contactos" y me explicó lo que era un Horrorcrux en la épica Potteriana. Voldemort necesitaba destruir su esencia mediante crímenes para lograr la inmortalidad, materializándola en objetos. "Lo mismo hace el usuario de FB al proyectar personalidades disímiles" gritó. Y luego susurró que son vanos, que son tontos, que se reparten en distintas personalidades, "casi como horrocruxes comunicacionales".
Lugüerció tambaleó. Lo llevé mansamente a la puerta del bar. Una pareja con sendas laptops se escribía mutuamente en su Wall-to-Wall, casi como dándole razón. Recordé una amiga que hace un tiempo escribió "a partir de hoy no recibo más florcitas, besitos, abracitos de Facebook. Sólo las acepto personalmente". Me fui convencido de que se la voy a presentar a Lugüercio.