Tuesday, January 08, 2013

Un nuevo comienzo

Me pregunto a menudo si tiene sentido escribir cuando no se busca ser leído. Sospecho que sólo existe el placer de la escritura, en cualquier ámbito. Es como disfrutar un marathon sabiendo que sólo se compite contra uno mismo. También ocurre al revés, cuando la extrañeza viene de afuera y me dicen “Ah, vos escribís, y para qué?” Mi respuesta de cortesía es que la acumulación de pensamientos pasados al blog me sirve de inventario propio, como guardar todo en la antesala de uno mismo, y sacar a relucir viejos trastos como quien no quiere la cosa.

Finalmente puede ser que alguien me pregunte por la mezcla de las cuestiones profesionales (que antes figuraban en el blog Snark Consulting) con las profesionales (las que se ven en este blog). Sobre todo, en este punto, no hay respuestas. Creo que es todo un juego, un experimento.

Pero hay una realidad: a siete años del inicio, ambos blogs convergieron a un nuevo espacio en Word Press.  Entonces es el final de este blog en Blogspot, pero también el comienzo de Snark, a secas, en http://blog.snark.com.ar

Friday, November 16, 2012

Constitución


Si hubiera alguien a quien hablarle, le diría que esta vez soñé en colores. Añadiría que para compensar las usuales tinieblas, la acción transcurría bajo tierra. Imagino gestos de incredulidad. Debería terminar de aclarar que en mis sueños todo ocurre de noche. No hay luces reales ni artificiales, y esto lo atribuyo a mi feroz miopía original que se hace sentir décadas después, como reclamando el lugar que ha perdido en la vigilia. En mis sueños cada objeto emite un resplandor muy débil que alcanza para nutrir los contornos y poco más. Pero esto exige que con frecuencia deba acercarme a cada letrero, cada detalle, cada rostro, para que ese pequeño fulgor, que se atenúa muchísimo con la distancia, me sirva de algo. Esto cansa, e invariablemente -al revés que en la vigilia- el cansancio en los sueños hace que uno se despierte. 

Aceptada esta rareza, esta vez soñé que con un grupo de compañeros del Pío IX cruzábamos por la galería que está en Constitución, atravesando de lado a lado una manzana entre Bernardo de Irigoyen y Tacuarí, a dos cuadras de donde yo vivía cuando era chico. Será que mi mapa mental de esta galería estaba intacto, y que tal vez por eso esta vez se veía todo. Los negocios habían cambiado o desaparecido en ruinas: no hace falta decir que esto ha ocurrido en la realidad. Mis amigos comentaban la horrible estética del lugar, la mampostería, la futilidad del entrepiso, y los negocios ominosos. Yo defendía la simpleza de la galería, guiaba al grupo entre las ruinas y contaba anécdotas de bares, peluquerías y amigos que vivían cerca. Sentía, creo, esa vaga vergüenza por el origen, que siempre nos apena -pues siempre habrá lugares que nos parezcan mejores con los años-. 

No se veían casi paseantes alrededor. Bajo el entrepiso me agaché a mirar, sorprendido, un negocio abandonado donde todavía se entreveía la mercadería, un mostrador, y los biblioratos en los anaqueles. El Rulo, Javier, Filippini y algunos más me esperaban algunos escalones más arriba. Discutían adónde iríamos a comer. Aún agachado, lloré tapándome la cara para que no me vieran. Era puro dolor por el barrio, la sociedad, y los años. No había espacio para metáforas ni para achacar culpas. La galería dolía, y las anécdotas no mitigaban nada. El grupo se dispersó mientra yo salía del sueño. 

Wednesday, October 24, 2012

Teorías capilares en Dumbo

Hacía pocos minutos había dejado atrás a Williamsburg. Tenía que reunirme con el Payaso en un bar de  Dumbo ("down under Manhattan Bridge", algún creativo mereció su sueldo). Llegué en la bicicleta bastante rápido, en uno de esos días extraños en que el mundo suspendió las presiones. El laburo cabe en la mochila, la mochila va en la bici, y uno se deja llevar por los lugares. Cada tanto salta la cadena, cada tanto uno cambia de laburo. Nada dramático. Sólo que estaba por encontrarme con el Payaso.

A esta altura pocos lo tendrán al Payaso Lugüercio como un mero futbolista. Nada de lo humano le es ajeno, salvo el kirchnerismo -ante el cual retrocede espantado-. Los pocos seguidores del blog recordarán sus teorías . Con el futbol cuántico el Payaso inauguraba nuevos merecimientos futbolísticos. Con sus ideas sobre Uruguay, o los marathones definía grupos humanos. Y con los piqueteros K en las cenizas o la Yanificación del País había anunciado el porvenir. Más que un dudoso puntero izquierdo con bajísimo promedio de gol, era el Pitoniso de La Plata.

Tras un efímero paso por Racing  y Arsenal, había firmado un acuerdo muy libre con el Saratoga Brooklyn, un equipo de tercera división de allá. Cobraba no por partido jugado, sino por gol convertido. Las matanzas con los compañeros en el área eran ya épicas. "Es un final digno" me había anunciado por teléfono.

Logramos una mesa decente en el One girl cookies, lugar a mitad de camino entre declaración de principios adolescente y géiser de homosexualidad. Dice el bueno de Elvio Gandolfo que hay gente que empieza a despedirse ni bien llega. Lugüercio hizo algo parecido, apenas nos habíamos sentado cuando me dijo que los tiempos se estaban acabando allá.

Otoño en Brooklyn es una época exenta de paranoias. Las hojas mudan de color en Prospect Park, la gente espera su Halloween en cómodas cuotas, las elecciones florecen en TV. El "allá" del Payaso era la Argentina, un lugar donde el poder pacta con la prensa titulares fulminantes cada diez minutos. Un Maelström político continuo pordía, un descenso a los infiernos sin Beatrices, una eterna posibilidad peor cada mañana. No, yo no sabía lo que pasaba allá, y de momento no quería saberlo.

"Todos los que se equivocan tienen bigote o barba; Kicillof es la excepción pero tiene patillas, Néstor les dijo en 2003 que había que volver a  los setenta, y ellos no pueden diferenciarse." Le retruqué con la frase de Perón y los imberbes, pero el Payaso estaba sacado. "Cada día destruyen un par de industrias, son errores infantiles, me fui, la AFIP me dejaba cartas, me sacaban los dólares, no aguantaba más". Ante mi sorpresa se pidió una cookie de fresa.

Yo le quería preguntar por el gol de Messi a Chile y olvidar, pero me dejé llevar por esa vana necesidad de tener razón. Argumenté que hay pelados eficazmente idiotas. Si hasta la misma presidente se había referido hace poco a Cavallo y al ministro español, notorios calvos. El Payaso desestimó mi intento. "Vos no sabés. Te fuiste hace mucho. Es como si se les metiera el pelo para adentro y no pudieran pensar. Y siempre con la moralina, hablando con mayúsculas, cuando en realidad están choreándose todo". Abundó en Sileonis, en Fernandez, en Garrés. "No, el hermano, Nidia no, ella se depila; es boluda, nada más".  En su cosmología, Abal Medina era un contraejemplo extraño. "Tratan y tratan, pero al pendejo no le crece el pelo; no tiene la culpa, es genético."

Al fin de sus alocuciones siempre había esperanza. Pero no, Lugüercio me miraba con un asombro fingido, a lo Gustavo Bermúdez, en silencio. "Va a reventar como un sapo la loca esa, y los barbudos van a tomar el poder. Y entonces? Y entonces?". Hizo montoncito. En algunas mesas nos miraban.

Tanto peor, pensé. Mi café ya estaba frío y la bicicleta me esperaba amarrada, ya a la sombra. Tenía que ir al Book Court de Brooklyn, tenían copias autografiadas de un libro nuevo y malo de Martin Amis.  Me despedí del  Payaso haciéndole el gesto universal del "7 a 0" que habitualmente lo hace sonreir. No hubo caso. Me fui pensando que en su locura esta vez no habia genialidad, sino el letargo del apego excesivo a la realidad.

Wednesday, September 05, 2012

Mandelstam

Cada tanto, pero especialmente cuando rompo con la autoridad, o cuando hago pequeños balances personales (ese pequeño juicio sumario en el espejo del auto, a la espera del semáforo verde) o tal vez cuando no puedo evitar ejercer cierta autoridad pedestre, me viene a la mente qué habrá sentido el bueno de Ossip Mandelstam cuando le exigieron ser quien no era.

Ossip era un sincericida. No podía evitar decir lo que sentía. La foto nos da a entender que terminó mal.
Su historia es algo más específica y siniestra. También está descripta con mucho vuelo en el cuento "Mandelstam" de Elliot Perlman.

Mandelstam vivió en el San Petesburgo posterior a la revolución rusa. Penó por escribir poemas perfectos en momentos en que sólo había que callar. Pues la Rusia comunista era algo a lo que nuestra pobre Argentina no puede evitar parecerse cada vez más.Y si bien fue torturado, el verdadero suplicio para Ossip era tener que ser alguien distinto de quien era.

Mandelstam escribía cosas así de perfectas:

"I was only in a childish way
connected to the established order
I was terrified by oysters
and glanced distrustfully at guardsmen

And not a grain of my soul owes anything
to that world of power
However much I was tortured
trying to be someone else".

Y esto es tan bello que no hace falta mucha explicación más. O tal vez lector, debas leer el banner más arriba, y entender cuál es el fin que guía a este blog hace una eternidad de seis años.

Tuesday, July 31, 2012

La extrañeza de vivir al Sur

Me ocurre de tanto en tanto toparme con expats que redescubren de una forma "naive" qué tan bueno es esto de vivir en Argentina. Ellos no han luchado con nuestros problemas de educación, salud o vivienda, ellos aterrizan -como si vinieran en un gran Plato Volador- de un Afuera enigmático.

Ellos. De un UFO. Out of the blue, you know what I mean?

Y no es que esté en su contra. Me siento culturalmente más cerca de ellos que de mis propios compatriotas. Pero escuchame bien corresponsal extranjero, aunque tengas razón, y aunque tus economic ratios te banquen, y aunque ambos estemos en este No Man´s Land Against Moreno, hay algo más. Aunque ambos nos opongamos a la absurda cruzada del Kirchnerismo, debo decirte que no podés hacer un digno periodismo sólo de resaltar las diferencias entre lo que es vivir en Argentina y lo que ocurre en el resto del mundo.

Because that would be too easy.

Y no queremos que sea tan fácil. Al ser Argies te vamos a exigir un poquito más. No todo es descubrir que hay minitas superbuenas, o que la gente se abrace, o que se muestre un cariño casi demasiado itálico. Me parece que no. O más bien, definitivamente no. Pero como este es blog es un servicio ilimitado de estúpida candidez, te damos algunos días más para que entiendas que no todo es descubrir al mundo (whoa!) lo que todos saben. Que en Argentina roban, mienten, matan. Eso se sabe. Lo que pretendo -y notarás en tu ingenuidad que paso al singular- es que abandones tu ingenuidad al descubrir esto y exhibas algo más de compromiso.

So let´s get rid from this candid spirit and show more commitment.

Y a la vez te agradezco por tu curiosidad, y tu libertad de espíritu, y tu gratuidad de incontables tweets superfluos destacando diferencias, pero ya está. Gracias. Pero necesitamos más. Y si no podés, todo bien, pero que quede claro que no somos boludos y que nos dimos cuenta. Hemos vuelto al plural -te habrás dado cuenta en tu spanglish de esos matices?- pues es el plural de los que buscan diluir las responsabilidades, de los que buscan perdonar o al menos hacer que las culpas ajenas sean menos dolorosas-.

Excelsior!


Monday, July 23, 2012

La reunión de los JAPs


Como detalle final del viaje, los visitantes desfilábamos en torno al zig-zag de la línea de montaje esgrimiendo un interés decoroso. En medio del tedio general, se filtró la noticia de que había alguna especie de premio. Tal parece que debíamos charlar unos minutos en la sala de reuniones con el CEO, y de algún modo, alguien sería premiado. Otro aguinaldo, decía un paraguayo untuoso. Un viaje, opinaba el chileno, achinando los ojos con pretendida astucia. Esperábamos de pie, en la antesala, entre bromas predecibles y miradas hacia la puerta. La secretaria proyectaba una fealdad augusta y democrática, como haciéndonos saber que nada bueno sale del trato con las altas esferas. 

La puerta se abrió con renuencia, dejando ver una gran sala con una enorme mesa. Los primeros en entrar sufrieron la duda bíblica: sería mejor ocupar los mejores lugares o acumularse en un rincón mientras entraba el resto? Finalmente, el batallón de JAPs –lo aclaro con vergüenza, éramos un grupo de "Jóvenes de alto potencial"- ingresó, e inadvertidamente entró también el CEO. En el centro de la mesa había un exquisito libro de hojas de seda, casi una pieza de sushi literario, por algún motivo venerado por toda la organización. Sobrevino el silencio, seguido de un inventario de presentaciones de rigor y sonrisas forzadas.  

El CEO tenía rasgos orientales y nacionalidad presuntamente peruana. Se sentó cerca de mí; sus rasgos no eran suavizados por esa visión de perfil. Él mismo se presentó en voz inaudible, y nos pidió que opináramos sobre el libro. Hubo un titubeo. Creo que fue el brasilero Odimar el primero en tomar la palabra, alabando el peso imperceptible y los trazos ágiles en la seda. Hablaba en mayúsculas, en una especie de éxtasis donde los anglicismos se filtraban casi con desdén en el español tamizado de vocales nasales. El resto de los JAPs lo siguió casi en el mismo estilo Brasil lidera. Allí fueron las cabezas bajas, el estupor y la consternación de quien se sabe escrutado. Cuando me llegó mi turno, fui igualmente escueto y vano. El libro era claramente apócrifo, esa calidad de papel no hacía juego con el burdo español de sus páginas. Creo que hasta exageré en mi brevedad.

Con una maestría mucho mayor que la del libro, el CEO fue escaneando nuesrtas vidas de manera imperceptible. Levantaba la mirada, identificaba al próximo interlocutor, y le hacía cortas preguntas, silbantes, como un latigazo. Las respuestas eran farfulladas, excesivas, altisonantes. Una parte de mí se replegó en un doblez de mi alma, y me reí silenciosamente con cada intervención ajena. Cuando llegó mi turno, el CEO se ladeó levemente, para evitar una mirada demasiado cercana. Fingí que balbuceaba la respuesta –como si la responsabilidad del momento me sobrepasara- y me dejé llevar hacia lugares comunes, como mi familia y los viajes excesivos; creo que hasta bromeé con el jet-lag. En fin, mentí a rajatabla. Cada uno en la mesa había sido fiel al libreto de su nacionalidad, como si nos viéramos urgidos a cumplir todos los clichés de la region. Las hojas del guión no se habían traspapelado, eramos tan predecibles  como la falsedad del libro-sushi.

El CEO se excusó por un llamado y abandonó la sala. En ese momento nos permitimos preguntarnos por ausentes y realizar alguna estocada más a fondo. Alguno se cobró viejas deudas de reuniones anteriores: eso no estaba mal visto. Nos dijimos, la próxima reunión será en Europa. En eso entró la secretaria y reemplazó el libro venerado por una torre más prosaica de sandwichs que empezó a decrecer. con velocidad alarmente. Munido de un fosforito de jamón y queso argumenté que la empresa se iba a la mierda. Un par de JAPs, de Bolivia ellos,  aplaudieron  mis palabras con entusiasmo. Nuevamente se abrió la puerta, y la secretaria detuvo esa expansión, y nos pidió que dejáramos libre el despacho. La torre de sandwichs quedó derruída, y del CEO no hubo noticias.  Hasta el día de hoy me pregunto si el premio fue efectivamente la torre de sandwichs o la contemplación del libro venerable.

Tuesday, June 19, 2012

El laboratorio de la Bakerloo

Me habían dicho de ese busto de Bernandino Rivadavia bajo la línea Bakerloo en Londres. Me topé con ella en uno de mis intentos por salir cerca de mi hotel en Bayswater. Ese día, como un presagio, había intentado una llamada desde un teléfono público en Hyde Park y había olvidado mi amada guía londinense en la cabina; volví corriendo y por suerte aún estaba allí. Lo mismo puede decirse del busto, estaba donde me habían dicho. Me acerqué tímidamente y con cuidado le saqué  un par de fotos. No eran buenos días como para alegar argentinidad, además Rivadavia había sido realmente un traidor. Me alejé hacia la salida de Baker Street y me llamó la atención un enorme cartel que decía "Laboratorio Argentino".

Una gran cúpula iba elevándose dejando en una esquina al busto y en la arcada opuesta la entrada al laboratorio, adornada con esquemas de partículas subatómicas. Me ganó la curiosidad y fui subiendo, preguntándome si habría algún conocido de mi vida anterior. En la escalera venía bajando el doctor M, quien había sido mi director de tesis. Supo aparentar normalidad aún en esa circunstancia extraña de otro país y otro tiempo: me saludó fríamente, y me dijo que estaban de fiesta por la inauguración de no sé qué muestra del Laboratorio, que me diera una vuelta. Siguió su camino hacia abajo y se desapareció bajo el cartel que decía "Elephant & Castle". No lo volví a ver.
 
Al subir me encontré a un par de conocidos más, devorando unos sanguchitos.Nadie estaba sorprendido de verme; ni yo hice el esfuerzo de explicar la coincidencia, ni el hecho de que hacía años que había abandonado a la Física.  Dos de los tesistas tenían frentes prominentes y entradas en las sienes, casi un cliché de la inteligencia. Había tres viejitos que discutían un esquema de decaimiento nuclear, con interjecciones y frases infantiles, invocando paternidades entre estados nucleares. Casi no había mujeres. Pregunté dónde estaban los invitados locales, y se encogieron de hombros.

Parece que el laboratorio estaba allí desde los años cincuenta, y que lo habían mantenido convenciendo a las autoridades de la ciudad de la continua "puesta en valor" de las zonas adyacentes al subterraneo. Me mostraron un plano que describía en "Teralibras" la consolidación del valor inmobiliario. De Física no parecía haber mucho, y si tocamos algún tema fue para confesarles mi desconcierto. Siempre olvido, aún en sueños, que en el Primer Mundo no se estila alegar ignorancia. Me fueron dejando solo, y  me alejé caminando hacia mi hotel, mirando con extrañeza el fulgor de la mirada de bronce de Rivadavia.

Sunday, June 10, 2012

Cómo sentirse bien, según Martin Amis


"I gestured at my litre of fizzy red wine. 
Want a drop of this? I asked him.
No thanks. I try not to drink at lunchtime.
So do I. But I never quite make it.
I feel like shit all day if I drink at lunchtime.
Me too. But I feel like shit all lunchtime if I don’t.
Yes, well it all comes down to choices, doesn’t it? he said. It’s the same in the evenings. Do you want to feel good at night or do you want to feel good in the morning? It’s the same with life. Do you want to feel good young or do you want to feel good old? One or the other, not both.
Isn’t it a tragedy?"

Martin Amis - "Money: a suicidal note" (1984)

Martin Amis nos dice que sólo podemos elegir de a ratos cuando sentirnos bien. Dos puntos interesantes al respecto: el primero es que el protagonista, John Self, siempre está a punto de estallar. Es un héroe moderno berreta, decadente, amante de los gustos efímeros; su misión en la vida es literalmene hacer dinero. Lo segundo es que este diálogo se produce entre el protagonista y el tímido escritor Martin Amis, que logra colarse impúdicamente en su propio libro.

El libro fue escrito hace casi treinta años, en los ochenta de Gordon Gekko y las post ideologías. Puede decirse que en Inglés este libro es muy recomendable, y que en Español es una tortura a manos de Anagrama. Volviendo a la vida real y a pesar de sus hábitos orientales (digo, de veranear más allá de Punta del Este) jamás me lo encontré a Amis en José Ignacio, a pesar de haberlo buscado con alguna intensidad. Pero eso no me impidió sentirme bien.

Thursday, May 31, 2012

La continuidad de los comienzos


Pensando en un excelente resumen que me pasaron sobre los cien mejores inicios de novelas, inmediatamente reparé en el tono con que un autor se propone ejecutar una historia; y a la vez caí en la cuenta de que la idea es más general. Cualquiera puede inaugurar de un modo superlativo una novela, pero el truco -el talento, más bien- está en aguantar 200 páginas ese tono enfático del comienzo que dispara la obra maestra. Como seguir, sino, después de  "It was the best of times, it was the worst of times" de Dickens, o del abrupto "Vaughan died yesterday in his last car-crash" de Ballard, o seguir la quema literaria bradburiana  "It was a pleasure to burn", o gemir con Nabokov en "Lolita, light of my life, fire of my lions".

Voy más allá. La idea de los comienzos contundentes excede, creo, lo literario, y aún lo artístico. El actor debe estar convencido del móvil que lo anima durante la obra. El futbolista ejecuta un plan que  no se agota en el minuto diez -por algo Bielsa cede al final-. Si el conferencista no sostiene su idea con agudeza, es probable que se diluya y sea tildado de fraude o de solemne. Y aún replegándome en mi propia percepción -qué otro remedio cabe- cómo explicar mis frecuentes quejas sobre la incoherencia, la otredad, mis problemas con la autoridad, o mi lamento por casas demolidas o películas que languidecen? Añoro la continuidad.

Alguien más sabio que yo dirá que busco, además, la trascendencia. No tanto, digo yo, pero completo la idea mientras me alienta el antiguo reloj de la imagen -esa otra continuidad banal, la del tiempo-. Creo que nosotros mismos somos una idea que se va desovillando a lo largo de años. No se nos pide -como en estas novelas- un comienzo extraordinario en la niñez, pero sí que mantengamos el tono en nuestras relaciones. Tomamos como natural que cada día nos despertemos siendo más o menos la misma persona, y para mí esto es un aún un hallazgo. Será un back-up vital, tal vez una descarga de la propia identidad desde la Nube que ninguna biología puede asegurar? 

Nadie podrá criticar nuestro final. Si nuestra vida tiene efectivamente un tono, su uniformidad se altera drásticamente en la muerte. A lo sumo enfermedades o accidentes contribuyen a anticipar la forzosa discontinuidad de nuestra vida. Habré de ser más claro? Nuestro final es a los saltos. Para entonces habremos alertado a nuestros lectores, y todos sabrán que en esas últimas páginas ya no seremos  enteramente responsables de nuestros actos.Y seguira el devaneo del tic-tac pero no seremos testigos de ello, y otros recordarán de nosotros tal vez nuestros comienzos, tal vez alguna forma de continuidad.

Wednesday, May 16, 2012

Un zombie no es un K

Todas las hojas son del viento. Y de los barredores, creo. Son las 7AM y vuelvo de dejar a mi hijo en la parada del subte, y no salgo de mi asombro: en la cuadra hay tres barredores municipales. El verde de sus uniformes destella bajo el claroscuro del amanecer. La mayoría aún duerme en el sueño que es el gran igualador de la sociedad. Somos tan distintos, pero soñamos casi lo mismo. Hasta que el día irrumpe con sus diferencias y decididamente ya no somos iguales.

Me pregunto por qué no veo policías y sí barredores. También me pregunto quién habrá diseñado las veredas: si el espacio de tierra alrededor de los árboles fuera algo mayor, no habría inundaciones y las hojas podrían amontonarse allí y cumplir su ciclo natural. Me pregunto por qué no veo zombies caminando por las calles. Podría haberlos. O podrían ser huestes K luego del Gran Fracaso Nacional buscando sus Planes Trabajar. Pues qué ocurrirá cuando no haya dinero de la soja o de YPF para pagar reelecciones, subsidios o meramente votos?

Hace poco leí una interesante teoría matemática sobre zombies. Me gusta el título, los autores tuvieron la audacia de mezclar matemáticas con Sci-Fi. "When zombies attack!: Mathematical modelling of an outbreak of zombie infection" es el título. El artículo tiene ritmo y es tan divertido como el falso paper de Sokal y el revuelo que causó en la Academia. Hicieron ruido en la conferencia donde presentaron el paper. "Hey, no somos tan nerds", habrán dicho. Pero son de Ottawa, una sociedad ordenada, un Maslow sin fisuras. La mayor preocupación es el frío y la tristeza. Un zombie, de mañana temprano caminando sobre las hojas sin cerebros alrededor: eso es frío y tristeza.

Hay gente que se ofende cuando uno se ríe de la Ciencia. Es gente "rigurosa". Que tan malo es entonces cuando un gobierno se ríe de una sociedad, entonces. Ejemplos: cuando se dice que no hay que trabajar, o no se controla la inmigración ilegal, o no hay leyes penales, i se controla la comunicación del estado de un modo stalinista. También cuando se defiende a los Boudou o a los De Vido,  en suma, cuando se distorsiona la realidad: los trenes no chocan, las empresas se confiscan y los dólares no existen al cambio oficial. Estas ideas han florecido en la Argentina en los últimos años. Y uno se ha encontrado que hasta conocidos o amigos se dan vuelta. Incluso se comparten claustros o clubes con ellos. Sonríen, parecen buena gente. Pero también son la claque en los ámbitos del poder, y les va muy bien en sus negocios. La AFIP no los persigue y les dan dólares para sus viajes. A veces  retrucan "Y a vos qué, te gusta Macri?". No, a mí no. "Y qué, por lo menos nos ocupamos de los pobres" Les dan casas que no sirven, con sobreprecios de Shocklender, buscando votos a futuro. "No pasa nada con Boudou, además en todos los gobiernos roban". Pero yo les hablo de este gobierno, de cosas que ocurren hoy, aquí. No en un paper canadiense.

Pero olvidemos mi enojo, como quien olvida la Constitución. Me preguntarán tiernamente por las matemáticas. Según el paper, hay tres poblaciones en conflicto, los zombies (Z), la poblacion susceptible de ser infectada (S),  y los zombies eliminados -que pueden regenerarse al tiempo- (R). Tres ecuaciones diferenciales con ciertas tasas de crecimiento. Debo explicar la analogía? Si dijera que los K son zombies el chiste perdería su gracia. Sólo diré que en el paper la conclusión es que la población no infectada debe mantenerse en cuarentena y "atacar en corto tiempo". Notemos que los zombies también  "van por todo" y extinguen los recursos del sistema. A esta altura creo que el bueno de Néstor había sentado las bases zombie-fundacionales antes que Roger Corman o George Romero. En todo caso queda claro que los K son la población Z del modelo, y van convirtiendo a actores con menores luces. Enumeremos: agitadores, bloggeros K, espectadores de 6-7-8, votantes que reciben menores prebendas, fanáticos de bajo fuste. Así, en la vida real la población S se va entregando pues "hay que pagar las cuentas". Nos pasa a todos. Pero ocurre algo bueno: a diferencia del Sci-Fi, cuando un K fenece (por causas naturales o mera suerte) no resucita.

Me dirán que extiendo mucho la analogía. Que soy un soñador. But I´m not the only know.. En el blog de Financial Times recogen el guante, lo llaman Zombie Maths y lo aplican a corridas cambiarias y a crisis de distinto tipo. Y ponen en guardia al público con la advertencia de que "el único remedio es un ataque masivo y sincronizado". Viniendo de ellos, lo tomo como un keynesianismo moral, una especie de "no nos dejemos engañar por nuestros ex-amigos K".

Trato de pensar por qué me molesta tanto la difusión K? Creo que es su pretensión de santidad lo que más  me molesta. Menem sabía que era Menem, no nos vendía otra cosa al subirse a la Ferrari, y robaba de igual modo. Con los K siento que efectivamente se me acerca un zombie y me trata de convencer de que él es bonito, que el Clarin es malo y que habrá un Cerebros para Todos. Pero todo es una mentira. Un policía es más necesario que un barrendero. Hay que educar a la gente para que sepa que no todo es comprar el celular y el LCD. Hay que dejar a la Justicia (por más mala que sea) hacer su trabajo. Déjennos pensar de manera independiente, que no seamos barridos como hojas por no ser complacientes con cada nueva locura.

Igual, no todo es tan terrible. Un zombie no es un K. Sólo quiere tu cerebro, no te exige reivindicaciones históricas,  ni le espera una interna con el peronismo sindical. Y hasta tiene el encanto de que nos recuerda la estética ochentosa de Michael Jackson.

Sunday, April 01, 2012

Malvinas, 30 años después

Desde hace unos días, tal vez alentado por el tono nuevamente triunfalista del gobierno argentino acerca de Malvinas, tenía ganas de revisar mis papeles de aquella época y confirmar la presunción de que en mi adolescencia ya tenía todo claro. Desde ya que esto era otra de mis cruzadas absurdas, la pretensión de ser coherente. Supongo que tenía ganas de escribir algo profundo y definitivo que fuera un resarcimiento personal y una abominación definitiva del gobierno. Pararme yo en los pedales de mi entendimiento definitivo de la vida, y avisarle a los periodistas dónde estaba el camino. Una boludez.

Al bajar viejas agendas de estantes inaccesibles, hallé hechos inconfesables. En ese entonces veía series de TV muy aburridas ("Shirley & Lavern", "Sheriff Lobo", "Flamingo Road"), pero me disculpa el hecho de que agendaba "Ver a Olmedo" los martes y los jueves. Parece que ya entonces iba como un maniático al club GEBA, usaba palabras olvidadas como gozar, embole, gastar y purgar; y que en fin, gastaba demasiada tinta en una instrospección estúpida. Los papeles dicen todo eso. Hay dos imágenes de entonces que pude confirmar: la primera del 2 de Abril de 1982 el cura que nos daba filosofía en ese 5toB del colegio Pío IX detuvo su clase, trazó una raya vertical en el pizarrón, y puso a un lado y al otro de esa línea los nombres de quienes estaban a favor (unos treinta) y en contra (Charly Mariosa, yo, y sólo dos más, tal vez Quini?). Era el bramido popular de un quinto año en la que una opinión en contrario suena muy mal. El gordo Caffarello -ahora un probo abogado y siempre gran persona-, desde su rincón de atrás a la izquierda, gritaba tribuneramente "aguante", y nos llevaba bosteramente a la guerra, con su llavero como ariete triunfal.

La segunda imagen es más festiva, y tiene lugar en mi cumpleaños diecisiete, casi dos meses después. Ya en plena guerra, Javier,Juanky y Fabián (mis amigos de entonces, mash-up de Club y de Colegio) me pasaron a buscar por Bernardo de Irigoyen y me llevaron en taxi a cenar a un Pippo de manteles de papel, y luego a tomar algo a Zanettin. Un lujo. Fue uno de mis mejores cumpleaños; ya en ese entonces lo pasaba mejor hablando con mis amigos -loosers o no- que tratando de entrar a la City. Recuerdo que en esa cena hablamos de la guerra, de buques hundidos y reales posibilidades. Creo que estábamos convencidos de que había chances; para ese entonces, me parece que yo había abandonado mi renuencia bélica inicial, tal vez por la necesidad de aceptación en el grupo, o porque hacia allí nos dirigía la prensa.

Que hay en común, me digo mientras espero el Estudiantes-Boca de hoy, algo realmente importante. La gente es lo único que hay en común. La gente es la última derivada, la razón de que las cosas vayan bien o mal. La gente que gobierna usa los mismas mentiras, ahora y entonces, para ocultar que están robando. La gente del común va tejiendo su vida, escribiendo, añorando, y descubriendo que nada cambia, y que tal vez nuestras percepciones del pasado son erradas -o que nuestra percepción las retuerce- para lograr un confort, un vinito y soportar el Fútbol para Todos, una victoria que nos dé otro campeonato, y poder así olvidarse de guerras, economías y otras batallas más íntimas.

En fin. "El tiempo conspira" decía el titular de Crónica. Ganamos la guerra. Seguimos ganando. El país va genial. Somos jóvenes y hermosos, la gente nos quiere y seguramente Zanettin sigue abierto, allí en la Nueve de Julio.

Friday, March 23, 2012

Hola, Cuba


En Mayo de 2062 se recuerda en todo el mundo los cincuenta años del Éxodo Argentino, uno de los hitos más resonantes en la globalización. A pesar de lo reciente del acontecimiento, los historiadores aún no se ponen de acuerdo. Algunos sostienen que fue un hecho simbólico promovido por la resistencia en contra del kirchnerismo. Otros, que fueron masas de desempleados que huían del hambre. Los menos arguyen que sólo se trataban de la filmación de un comercial de cerveza, o alguna clase de "happening".

Como fuere, se trató de una bufonada, o de un milagro. Pero estos hechos necesitan testigos; y sobrevivientes, añadiría. La primera lectura es que aquello fue una matanza. Unas diez mil balsas salieron de Puerto Madero, en un hecho que marca los contrastes de esta historia. La prensa reunida en el lugar sólo logró testimonios confusos del estilo "queremos un pais serio". Se izaron banderas con diversas consignas, la mayoría de ellas con el lema "Hola Cuba". Tras un día de navegación, sólo unas tres mil balsas llegaron a Colonia. La mayoría pereció en el Plata, víctimas del frío y de un Buquebus que les pasó literalmente por encima. La falta de bengalas de rescate -restringidas por medidas de importación de entonces- hicieron imposible el salvataje. Los sobrevivientes llegaron como pudieron a la playita cercana al faro de Colonia y allí pidieron asilo político. Los cronistas los describen varados, tiritando en la playa, con la mínima dignidad de exigir "un desayuno con café y medialunas, y nada de mate". Cae de madura la pregunta, es que de verdad pensaban llegar a La Habana?

El gobierno uruguayo no supo qué hacer durante un par de semanas; finalmente inventó una zona libre en Santa Ana -notorio pueblo alpino en playa de río- a unos veinte kilómetros de Colonia donde se fundó Villa Argentina. La pequeña comunidad vivió un tiempo de cortar la Ruta 1, lavar los parabrisas en Colonia, saquear lácteos en Nueva Helvecia, e intimar a las autoridades para gozar de otros favores. Fundaron el club "Defensores de Messi" cuyos partidos de fútbol en el estadio de Colonia siempre terminaban en escándalo y agresión al referi. El 2 de Abril de 2013 reivindicaron la Gesta de Malvinas tomando simbólicamente una pizzería de la avenida General Flores. Hacia fines de 2013 el gobierno de Montevideo logró deportarlos a suelo argentino; a cambio tuvo que revelar el secreto bancario de los ciudadanos argentinos en el Uruguay, un hecho que paradójicamente significó el fin de Punta del Este como paraíso inmobiliario. Tal parece que detrás del "Hola, Cuba" estaba la astuta mano de La Cámpora, que se sostuvo en el poder hasta pocos años después.

Siempre recordaremos a los Balseros Argentos como signo de las nuevas utopías; también tendremos claro que hay utopías estúpidas. Borges decía que los peronistas no eran ni buenos ni malos, sino incorregibles. La historia juzga lacónicamente a estos balseros como "unos peronistas extremos, con escaso conocimiento náutico".

Wednesday, March 14, 2012

La respuesta a los problemas

Paso por este lugar decenas de veces a la semana, y seguiré haciéndolo hasta que muera. Es un momento de introspección: cruzar del bar al vestuario y echar (sin hache, por favor) una mirada a los andariveles como quien consulta a un pitoniso acerca del futuro. Dependiendo de la cantidad de gente, del momento del año, y del propio ánimo la nube electrónica se forma y decide con presteza: nadaré poco, mucho, no nadaré. Otro ejemplo? La autoevaluación en el espejo del auto durante la pausa del semáforo, y la respuesta: se es cretino, vale la pena vivir, todo es un gran fracaso. Así funcionan las cosas.

Esta vez es un mediodía de Otoño y el clima esboza su propia autoayuda vital: treinta grados, lluvia o granizo, con diferencia de minutos. Imagino que hay poco tiempo para nadar hasta la próxima lluvia, entonces esta vez la cruzada absurda es nadar pensando en nada. No hay nadie, no hay ataduras, y contra lo esperado los pensamientos fluyen solos haciendo perder la cuenta de los largos. Las vacaciones ya pasaron. Los clientes no contestan las llamadas, envueltos en sus propias nubes electrónicas. Estudiantes de la Plata siempre formó grandes centrodelanteros exceptuando al Tano Piersimone y al Potro Fúriga. Por qué me enoja tanto este pais con más restricciones que Cuba. Es bueno el libro de Junot Díaz. Nunca pude escribir esa ficción sobre vikingos que navegan gracias a la rodocrosita el Espato de Islandia. Por qué me enoja tanto todo.

Si uno contemplara a ese tipo que soy yo, nadando, desde Neptuno digamos, y tuviera acceso a esa nube electrónica, tal vez saldría -en un output extraño, de un mecanismo sencillo y casi biológico- la solución a sus problemas. Y el problema no sería tal. Y la angustia -los "red means" de Holly Golightly en "Breakfast in Tiffany´s"- no tendría sentido. Uno podría ser capaz de fluir por la vida con la facilidad de un nadador en la pileta, indiferente a vaivenes ajenos.

Allí es cuando se desata la lluvia, y las gotas pesadas primero y el granizo después hienden la superficie del agua como los tiros en los quince minutos iniciales de "Saving Private Ryan". Y es cuando el guardavidas te espera al final del andarivel para anunciarte que todo terminó, que hay relámpagos, que hay que salir de la pileta.

Friday, January 27, 2012

Inmediatez y medianía



Tri tri tu tu. 3322, Chase Avenue. El taxista haitiano repite direciones. Hago tiempo mientras vuelvo de un viaje por trabajo.Veo alrededor mitades iguales de ostentación y basura . Es extraño: en un barrio francés-moishe de Miami parece haber un pacto natural entre ambas magnitudes, cuyo resultado artístico (si esto fuera una "instalación", digamos) sería un croissant en estado de putrefacción.

El timeline gira como una rueda de la fortuna, y me cuenta qué pasó en Twitter durante una semana de ausencia. Mi filtro natural me detiene en dos noticias. Por un lado parece que hubo en Davos una cena con ocho Premios Nóbel -esto significa algo, supongo-donde emergió la idea de "shortermización": superpoblación, basura, recursos escasos, cambio climático. Absolutamente 2012. La buena y vieja inmediatez por la cual algunos gremios pueden reclamar, y otros no. Una azafata es más que una maestra.

Por otro lado, en La Nación otra vez aparece un artículo de Martín Amis sobre Nabokov. Google "Martis Amis" + "Nabokov + La Nación. Surgen no menos de diez artículos en diez años. Pero también algo surge, la distinción que se hace entre talento -algo natural en Nabokov y pocos más- y fama, que puestos de manifiestos en el canon literario significa más o menos que la Academia niega el talento para que todos puedan más o menos llegar a fin de mes. Esto también lo explica bien Guilllermo Martínez, y desemboca en una masomenización de la crítica literaria.

En una vuelta de tuerca, tal vez una cosa sea consecuencia de la otra. Cómo distinguir el talento si no hay tiempo para la evaluación? Lo más fácil, en el caso de la litertura, es seguir poniendo bien arriba en la góndola a los "best sellers". Nunca mejor definida una categoría.

Todo esto suena como acelerar contra una pared de basura: el tiempo colapsa, la limpieza es imposible, no se pueden distinguir valores, no hay talento posible, solo su impostación. Sólo vale la escasa probablilidad de fugarse. El taxista me sigue hablando en haitiano básico. Argentina. Allá vuelvo.

Monday, January 02, 2012

Pamuk, Matilde, y la Argentina


Pamuk estuvo en Buenos Aires. Intenté ser uno de los afortunados en entrar a la conferencia del Malba, pero no tuve suerte. Traté de seguir los acontecimientos desde el monitor del hall. A los cinco minutos, Matilde -la presentadora- me desalentó con su intento de mostrar que ella era la que debía brillar, y no el poseedor del Nobel. Eso, y que había que hacer las compras de Navidad, me empujó a la salida.

Como a menudo sucede, no hace falta ser testigo directo, sino estar invadido del suficente contexto. Me fui recordando mis lecturas del "Black Book" y leí posteriormente sobre esa cierta desilusión del autor sobre aquello en lo que se convirtió Buenos Aires.

El mismo libro tenía la respuesta, sobre los maniquíes turcos, pero también sobre nuestros ciudadanos: "Once upon a time, they had lived all together, and their lives had had meaning, but then, for some unknown reason, they had lost that meaning, just as they’d also lost their memories. . . "

Que seamos capaces de darle significado a nuestras vidas es mi deseo (?) en estas fiestas (?).

Thursday, December 29, 2011

Como ancla

Una mano hiende el agua en el camino de cincuenta metros y deja estela. Se hunde, captura una porción mínima del elemento, y deja la restante masa inmóvil de la pileta fría en Palermo, en la tarde de Diciembre, antes de la virazón. Esto sucede en un segundo. El hombre piensa entre brazada y brazada: intuye quién va delante, quién atrás, intercala sucesos del día como cuerpos en el andarivel, sopesa amenazas de carriles cercanos, pierde la cuenta de los largos nadados. El reloj del extremo de la pileta le devuelve cierto registro del esfuerzo. Es tan duro nadar cuando ya no se puede correr. Más aún cuando no se es –para nada- un buen nadador. El viento lamina la superficie del agua, dejando un registro único e irreversible.

El cuerpo sigue al esfuerzo de la mano, se adelanta el brazo contrario, la patada trata de ser armónica. Cada tres brazadas asoma la cabeza, ya a un lado, ya al otro, buscando el aire necesario para propulsar el movimiento. Sopla el viento y las hojas llegan al borde de la pileta; de pronto lo pasa un gordo de sunga verde y lo golpea, brindándole una razón para ser un mejor oponente e intentar nadar más rápido.

La tranquilidad abandona el nado cuando se acumulan los nadadores en el andarivel. Eso, y las diferencias de velocidades. Un nadador rápido puede ir tres o cuatro veces más rápido que un nadador lento. Los encuentros indeseables con gordos de sunga verde no son infrecuentes. Nadie lo hubiera supuesto, pero la natación es un deporte de contacto.

En los pensamientos del hombre hay espacio para algo más que coordinar la brazada con el pie contrario. El año se va despacio –tanto como su avance por la pileta, el borde que da al norte aún lejano- y él sigue igual. Le cuesta afrontar su nueva rutina de piletas, su cambio de deporte impensado, se siente un ancla obligada a avanzar por causa de algún designio inasible.

La mano sopesa la cantidad de agua. Le maravilla la percepción transmitida por la vibración del agua –poco difiere su cuerpo del líquido circundante-, su universo en ese instante-. Ese radar le advierte la presencia de algún nadador cercano, próximo al choque embarazoso. Llega al borde. Se dice, descanso un largo de pecho, y allí va, hacia el sur, portador de su propia imagen borrosa para quien pudiera verlo. En pecho le es más fácil abandonarse a sus pensamientos, de nuevo existe el riesgo de perder la cuenta de los largos.

En pecho demora veinticuatro patadas en llegar al otro borde, lo sabe. Alguna vez la profesora le ha dicho que es raro que tenga tantos problemas con el crawl, cuando en pecho hace todo bien. La mala elongación? El aprendizaje de grande? No se engaña, no se miente en la estúpida expectación de sí mismo y de sus miserias. En pecho puede mirar hacia adelante: ve las ondas que forma el viento en la lápida del agua.

Ya llega al borde sur. Del otro lado del vidrio se ven algunos paseantes que van del bar al vestuario. Queda poca gente –es lunes, es tarde, está por llover-. Le quedan unos largos más. Se duchará y volverá a su casa. Los chicos están un poco más grandes, no lo extrañarán como antes.

Queda el crawl ahora, todo lo que pueda. Acelera el ritmo y siente su propio corazón. Cava más hondo en la estructura líquida, imagina su brazo avanzando paralelo y patea apenas, corrigiendo imperfecciones. Por unos instantes le parece que lo logra, que yendo más rápido hay más armonía, que horada finalmente el entramado del agua como quien devela un secreto. En ese instante siente que proyecta una huella piadosa hacia delante, allanándole el camino, pero no. A mitad de pileta debe bajar el ritmo, se fatiga, se hunde un poco recuperando la propia identidad, la del ancla que reclama para sí el fondo. Será algo en la carne o en el alma, un estigma, la densidad de todo cuanto lo preocupa? Ahora asoma la cabeza cada dos brazadas, siempre del lado derecho, restañando el antiguo ritmo, el que mal aprendió de chico. Así llegará de nuevo al borde norte, adonde empieza la presunta calma de volver a nadar pecho.

Thursday, December 22, 2011

Navidad

No me verán vestido de Santa Claus,

Pero haría un excelente Closs-golpeador

Mis renos tienen problemas de actitud

Hacen huelga y entorpecen mi trabajo

Reparto en las casas miradas lacerantes

No hay sombra de regalo en mis alforjas

Y no es que desee el mal, para nada;

Sino que desconfío de todo lo masivo.

Monday, October 31, 2011

Los dólares y el alienígena de Solaris

Un lunes a una semana de las elecciones, el tipo está sentado con su laptop en el bar de Jorge Newbery, pensando. Quiere olvidar por un momento que es minoría, y vuelve a las fuentes. Juzguemos los hechos, se dice. Tal vez el país sea simplemente de otros: de los que dan y reciben planes trabajar, de los que mienten la inflación mensual, de los periodistas y artistas comprados, de los que mantienen sus trabajos en los ministerios y los entes estatales. El tipo toma su café y se dice que tal vez haya que irse, pero en tanto tengamos la fiesta en paz con la familia, olvidemos lo que dicen esos contactos de Facebook. Lleguemos a fin de año.

Pero no. A menos de una semana de triunfar con el 54% de los votos, se acaba de restringir la compra de dólares en ese país del Sur. El ministro de Economía declama con voz engolada que "la reglamentación ya estaba en vigencia" y que los "comentarios en contra son intencionados". El tipo se pregunta quién tendrá razón. Llama con urgencia a un amigo completamente neutral, un alienígena de Solaris que cada tanto lo viene a visitar. Con la lucidez de los náufragos, el tipo cree que el extraterrestre sabrá darle un consejo cierto.

El alienígena se teletransporta con gran humildad no exenta de suficiencia. Sabe que todo el bar lo está mirando -no tiene una forma ni un color definido; sería un buen político-. El tipo le cuenta, hace una pausa, le pide un agua innecesaria; el alienígena se informa, medita la situación y con presteza le responde. En su opinión, la misma gente que decide imprimir pesos argentinos, generar inflación y luego negarla con índices falseados del Indec es la que indaga sobre el origen de su ahorro, y es la misma que le impide cambiar sus divisas empobrecidas por dólares. Dicho esto, se restrega con satisfacción sus diecisiete tentáculos. "Uno por cada luna de Solaris IV", le aclara. En pocos segundos un ejército de servilletas limpia la mesa del bar, una en cada tentáculo. El ruido es escalofriante.

El pobre tipo escucha el veredicto del extraterreste -impávido, pues al fin y al cabo es sobreviviente y nada lo inquieta demasiado- e intenta explicarle a su vez lo que él siente. "Yo trato de comprar dólares para no perder tanto con la inflación... ". El alienígena lo mira fijo con su único ojo que no parpadea, algo dañado por las cenizas volcánicas, y le aconseja que sea práctico. Que no se queje, que antes de paranoiquear se fije en el sistema de la AFIP cuántos dólares puede cambiar.

Esperan juntos frente al monitor el veredicto. El alienígena imagina que esto no es banda ancha, pues la página carga muy lenta. "Esto parece un dial-up de Deimos", se dice. Con lentitud pero con majestuosidad aparece la leyenda espartana, gubernamental y rigurosa: "AFIP: 2011 - Año del Trabajo Decente, la Salud y Seguridad de los Trabajadores". Más abajo figura una cifra: doscientos dólares.

Hay una pausa. Pasa una ambulancia por Jorge Newbery, hacia el Norte. En ese momento el tipo se da cuenta de que con doscientos dólares ni paga la tarjeta. Paro cuando se repone de la sorpresa, el alienígena ya se ha subido a un Dodge Polara que se aleja por Charlone.

Wednesday, October 05, 2011

El Nacional Wachiturro

Vivo acá cerca, a la vuelta del Nacional Wachiturro, desde hace tiempo. La gente me pregunta cómo es que sé tanto, como es que escribo, cómo que sé en qué año estamos. Soy de los Nestoncios, les digo. Y la verdá es que en el barrio todos somos Nestoncios, ésa es la única manera. Y miren, estoy acentuando las palabras, ustedes vagos sepan disculpar. Queda mal, me miran raro, yo acá con el lápiz y el papel –se acabaron las Laktoks-. Además en este Año Dieciocho después de Él, o 2021 como se decía antes, ya somos menos los Nestoncios, porque por acá está lleno de Kristinos. Ellos tienen la plata y la falopa.

Estamos en la Favilla que rodea Cañuelas, que pertenece al Gantrigulo de la Pampúmeda. Los Viejardi le decían el Triángulo entre Buenos Aires, La Plata y Rosario, antes de que viniera Máximo a poner orden. Acá había espacio, me dicen, y yo pregunto espacio dónde? Debajo de las autopistas? En la Favilla estamos tranca, perdón, estamos tranquilos. Lo dije? Estamos en el Año Dieciocho. Ahora está Máximo, pero no sé más. Hay un montón de canales en la tele, pero no sé más. Pregúntenle a los que viven ahí tirados. Alguien sabe algo?

Algunos dicen que no hay que robar, que hay que trabajar. Después de Néstor vino Kristina, y después vino Máximo, y ahora hay Guerra Charrúa, y esto se complica porque en unos años hay un Mundiale. Se dice así, no, Mundiale. Pero la gente de la Favilla chorea. Digo, roba. Es la única forma de vivir, dicen, desde que se acabaron los Plane, y vale el “robo salarizado”. Te chorean un Plan, esto está bien, y por arriba de eso está mal. Yo tenía una maestra, Rosario, que me preguntaba “Negrito, qué vas a hacer cuando seas grande?” Me lo preguntaba cuando nos daban las primeras Laktoks (las dos veces con K, era así no?) del plan Konektar. Los pibes le contestábamos “vamos a chorear” porque no nos importaba mucho el resto. Todo esto, antes del robo salarizado, de la soja, las autopistas, y el Gantrigulo. Cuando había noticias, cuando te avisaban cuando venían los Mundiale.

Tengo 25 años, les dije, y cuatro bepis. La maestra Rosario del Nacional Wachiturro era copada, nos dejaba jugar al Kounter o escuchar kumbia y con eso se nos iba de a poco la pila de la Laktok. En la escuela no había enchufes, así que nos dejaban así. Nos mirábamos todos al rato, y alguno siempre pelaba falopa. En los recreos valía, igual que ahora el robo salarizado. Ojo, afuera del GranTri Gulo no se afana, porque vienen los Federales o los Charrúas y te cortan los dedos, o te dejan sin pepas o sin Mundiale.

Como escribo dicen que soy viajado, como los Viejardi, pero yo nunca salí de acá. Dicen que la Pampúmeda es rica en vegetales y minerales, aunque la soja barrió con todo. En las paredes dice AiKe Laburar y me parece que es lo que decía la Rochi, y barremos el polvo. No llueve mucho. Pedimos monedas por barrer, laburamo lo pibe. No choreamo como los Kristinos. Esos pibes tienen gasoil, se van de la Pampúmeda a Lotrolado, a BandoRienti, se cagan a tiros con los Máximos o con los Charrúas. Pero cada tanto hay Mundiale, y eso nos une a todos. Somos el mejor país, la gente se muere por venir acá. La gente de Luropa, esos rubios putos.

Hablando de la Rochi, buena mina era, medio ortiba sí. “Hay que estudiar” decía, pero bien que mandaba mensajitos por teléfono todo el tiempo. Cuando se armó la joda entre Nestoncios, Kristinos y Charrúas, piró para Uruguay. Pero es todo lo mismo, me dicen los que pudieron volver del Puente, sale caro. Tengo 25, les dije? Rosario nos decía que las pepas hacían mal a la cabeza. Ella decía, como la pared, Aike Laburar, ni fumaba, pero tenía muchos gatos, se gastaba todo en comida para gatos. Una vez le pregunté si era tan ortiba, que ortibeara a las Laktoks. Que dijera que estaba mal. Como nosotros ahora, que denunciamos y cagamos a tiros a los Kristinos. Ella me miró, y mostró la Laktok. “Un negocio, como la soja, pero no se puede hacer nada” me dijo. Nada más. Y me decía que el problema eran los wachiturros, que eran los raros entonces. Ahora, todos somos wachiturros. Los Nestoncios, digo. “Me conformo con vos sepas dividir”. Y yo sabía, yo era rapidísimo en eso, hasta podía dividir por cuatro. Una pepa para cada bepi, cuatro.

Ahora el Principe Máximo gobierna desde Río Turbio. Le gustaba el nombre del lugar, dicen. No se lo ve hace años, lo mismo que a la Reina Madre, que está oculta por los Kristinos. Pero el Nacional Wachiturro es lo más grande que hay, vienen los negros Hermanos Latanos a estudiar, hermano Colombiano, hermano Venezolano, los que también juegan Mundiale. Dicen que allá no se educa, que el Gantrigulo es una Esesión. Yo creo que la Maestra Rosario era una Esesión, y hasta salió en las noticias. Pero le decía señor, el Nacional Wachiturro, es el mejor, y hasta cumplió la Norma. Llegó a tener una Laktok por alumno, que es lo que decía Él en el año Cero. Está escrito, "cumplir las normas de Teknópolis", eso.

Hoy cumplimos. Cursan tres pibes ahora, y hay tres laktoks. Cuando entren los cuatro bepis al Nacional veremos cómo cumplimo la Norma. Habrá que chorear. Pero qué quiere, señor, los tiempos son malos, pero todo mejora con los Mundiale.

Monday, September 19, 2011

Coetzee y la tía L.

Al domingo le quedaban pocos pulsos. El sol que quedaba agotaba su esperanza de primavera, y del resto sólo podía exprimirse invierno, y alguna alegría del triunfo agónico de Estudiantes. De la clase de elongación sólo quedaba un racimo de esqueletos en tensión derramándose hacia la salida del club. Vamos a ver a la Tía L., que está en el Mater Dei, me dijiste, y de paso vemos si hay algo en el #Filba, y lo digo así, con hasthag.

El bombardeo de rigor de imágenes religiosas en el sanatorio superó lo que hubiera dictado el nomenclador en una visita papal. Sobrevivimos a eso y a la presencia de primos de diverso tenor tratando de insuflar ánimo a la tía L. Estaba el primo rugbier, fascinado con el mundial de Nueva Zelandia, el primo "hágalo Ud mismo" con su callada presencia de artesano, y tácitamente nosotros, esperando que el contador de oxígeno de la tía se acercara a un decente 95 para retirarnos en buen orden.

La mayor bondad del Mater Dei es que queda a una cuadra del Malba, y esto nos condujo con rapidez a una buena fila 2 en el evento de Coetzee desafiando el escrutinio policial. En el proscenio surgió una divinidad cultural K que atronó con el poco feliz "buenas noches a todos y a todas", dejando escaso margen para la esperanza. El público aplaudió a destiempo al bueno de JM que se desplazaba fantasmalmente hacia un costado del proscenio, buscando un lugar donde guarecerse de la plebe. Una celebridad local de anteojos -de un estilo Flacso inferior-, desgranó tramas y algunos finales de varias novelas del sudafricano. Te dije, está contando los finales, y asentiste levemente.

Coetzee finalmente deambuló hacia el escritorio ostentando un rostro tedioso a prueba de balas, balbuceó un saludou en espagnol y luego leyó -en riguroso Inglés- "The old woman and the cats" que resumiremos del siguiente modo: "un joven va a visitar a su anciana madre, que vive en un remoto pueblo de España rodeada de gatos, y sobre ellos sobreviene la incomprensión". Que es más o menos la historia de cada uno de nosotros, quitando los aspectos gatunos e hispanos. Se hizo un silencio plausible, porque la mitad de la audiencia estaba cómodamente adormecida -otro tributo a Roger Waters, pero en Malba- y Coetzee pagó su cachet firmando ejemplares y musitando cero punto cero palabras con la plebe wachiturra que se aproximaba a saludarlo, esgrimiendo sus libritos como víctimas propiciatorias. El mascarón de proa de su rostro revelaba en el plano corto aún más odio.

Me quedan muchas preguntas sobre los valores humanos de todos los implicados -Coetzee, entrevistadores, personal de seguridad-, todos excepto la buena de Tía L., que aguarda en el Mater Dei sin gatos ni hijos, pero a la vez sin incomprensiones.

Tuesday, August 16, 2011

Villa Crespo siempre fue zurdita


Tras la agitación inicial, las tareas repetitivas iban dando maquinalmente lugar al sueño. Cada tanto un murmullo me llegaba del costado, un comentario de una fiscal. Buscar en la lista, entregar el sobre, tomar el documento, sellar, firmar. Dudar cada vez sobre la fecha de hoy. Un susurro: “pero vos viste eso que se hizo los labios, este tipo!” No, no había visto. Sueño, té o mate, zumbidos de luz de tubos fluorescentes, y el eco de pasos en la entrada, cada tanto.

A mi izquierda, la Fiscal del kirchnerismo le sacaba un poco el cuero a cada votante. A su modo, ella emitía su voto. Ya habían pasado las ancianas depresivas de las 8, el viejito de la libreta cívica de 1915 que hubo que ayudar, las de la villa que venían a mediodía esgrimiendo embarazos, y los primos Chediek que preguntaban unos por otros, y ocupaban un quinto del padrón. Más tarde había aparecido una mina impresionante, todo mohínes y ombliguito. La fiscal peronista había sido implacable en el veredicto: “trola”.

Atrás había quedado el apuro de la mañana temprano por pegar las listas en la pared con una cinta Scotch irrecuperable, o la recarga de tinta a la almohadilla del sello. Y mucho más atrás, la capacitación en la Facultad de Derecho. Pero hoy, minuto a minuto se había desgranado el día, en el salón de esa escuela pública de Chacarita. La nueva experiencia de ser presidente de mesa era cansadora por la repetición de actos, reacciones, y reflejos, sólo alterados por el vistazo al Twitter y los cuchicheos. “Vos sabés que estamos en la Cueva?” me había contado la fiscal peronista, sobreponiéndose al sueño. "Esta parte del barrio es muy rara..." Yo no tenía muchas noticias de ese cuadrado extraño de pocas manzanas, encerrado por vías, Corrientes, y el Cementerio. La zona parecía tener una identidad política propia, unidades básicas, y fiscales que se conocían y chicaneaban de hacía rato. De nuevo, casi equivoqué la fecha.

El padrón era una buena muestra de la sociedad porteña, 350 apellidos que empezaban con C, que vivían en Chacarita y Villa Crespo, y que desfilaban a lo largo de diez horas mostrando toda la escala social. “Mirá las calzas con que vino a votar esa turra”, dijo una. Un señor en jogging se quejaba de que el sello oficial era cuadrado, y no redondo. Otra señora estaba pasada de anfetas, repartía besos a conocidos, y estaba decidida a cantar su voto. Más allá, una pareja había dejado a su nena saltando y gritando sobre la mesa de votación. Toda la sociedad estaba allí, hasta mi propios hijos. Allí el comentario fue "cómo, tenés una hija que ya vota?". Aunque eso mismo es lo que yo me pregunto cada día.

Llegaron las seis de la tarde, y cayeron todos los fiscales como buitres sobre su presa. Pedían firmar planillas en blanco “para acelerar”, se ofrecían a ayudar a contar votos, o simplemente prendían sus cigarrillos. Algunos decían sentir la política, otros confesaban que lo hacían por plata. La noche había caído sobre el aula y se había establecido una extraña cofradía sobre esas diez personas que se mantenían en el aula, contando boletas y haciendo chistes sobre la aparición de tal o cual agrupación. “Mirá, una de Altamira” gritaba uno, y se reían, sin afanes reivindicatorios. El cansancio los había aflojado.“Ya no hay un peronismo de Perón. Nadie se banca a los K, pero somos tan boludos que no hubo oposición” me dijo la fiscal de Perón. El pelado de Altamira me besaba las manos: diez votos de la izquierda en mi mesa eran oro, y encima más que los cinco votos de Carrió. “Villa Crespo siempre fue zurdita”, concluyó, en su pequeña victoria.

Salí un momento afuera, ya hacía frío. Estaba fumando el delegado de la Junta Electoral. “Todavía no se sabe, pero Cristina ganó por paliza” me dijo. Volví al aula y terminamos de volcar los totales a las planillas. Sólo quedábamos un par de presidentes de mesa, los del Correo, la gendarmería, y una fiscal general algo mayor mascullando que “alguien le había robado sus papeles”. Acomodé mi mochila y pensé en pequeñas Argentinas fragmentadas, en el caloidoscopio de vidas pequeñas que deciden, y vidas grandes que aparecen en la Tele. Comparé la pequeña felicidad interior de votar con los estúpidos ademanes de Boudou en los actos. Pensé, finalmente, en el aspecto sombrío de los viejitos tambaleando hacia su última elección, y en un país condenado a votar según el resumen de la tarjeta de crédito. Salí a la calle Otero y fui caminando hacia la avenida del Cementerio.

Monday, June 20, 2011

Los piqueteros de las cenizas


La última vez que vi al Payaso, lo había notado algo caído. Esta vez, se trataba de algo peor.

Nos encontramos en "Los Galgos" de Callao, un lugar que nos recuerda a cada instante la fragilidad de todo. Su llamado había sido perentorio "tengo noticias sobre la Cámpora y las cenizas". Me gustan estos encuentros, pues Lugüercio ofrece información de primera entregada por los intermediarios del fútbol y por periodistas deportivas, dos de las especies con mejor futuro en nuestra sociedad.

Mientras caminaba por el Congreso hacia el café, -en un feriado absurdo, invernal, sin partidos siquiera- iba dejando atrás las distintas cafeterías que remiten al presente furioso, todas juntas: Starbucks, The Coffee Store, aún Aroma. Payaso había elegido la oscura decadencia de "Los Galgos" para darme malas noticias, que ni siquiera eran futbolísticas.

-El gobierno busca un golpe de efecto desesperado. No sabe qué hacer con los "indignados" del conurbano, y cómo limitar las aspiraciones de "La Cámpora". A alguien se le ocurrió un plan maestro, sacarlos de Buenos Aires. Parece que los van a mandar a todos al Sur a palear las cenizas del volcán.
-Ah. Genial. Con qué fondos? Dónde van las cenizas?
-Eso no importa. La plata sale de lo que iba a ir a las casas de Shoklender. Usan el aparato de La Cámpora para poner cien caciques Kirchneristas de menor nivel, y lleva cada uno a un contingente de cien "morochos" de los Planes Trabajar, a la zona del volcán.
- Qué bueno, qué patriótico, vuelven las falanges romanas. Cambian subsidios por trabajo. Me parece bien. De todas formas, me pregunto dónde van a tirar las cenizas.
- Dicen que en el pozo de futuras autopistas, aunque nadie vió un plano aún.
- Ok, probablemente no estén muy organizados. Típico. Y los morochos qué dicen?
- Bueno, hay problemas. Para empezar quieren viajar en avión.
- Y sí, si los Barras fueron al Mundial en avión...
- Claro. Y se niegan a las carpas, y piden ocupar las casas de la gente que se fue de Angostura.
- Están exportando su know-how al interior del país. Lógico.
- Y piden duplicación de subsidio por zona geográficamente desfavorable.
- Entendible. Igual el plan me parece bueno, formativo de nuevas frases: "andá a palear cenizas al Sur". Me gusta. Lo que no entiendo es esto, vos por qué te preocupás?

Se hizo el primer silencio desde que había llegado. El payaso Lugüercio estaba más viejo, más cansado de Racing y del universo. A las sombras de la tarde lo vi por primera vez como lo que era, un casi ex-jugador, un filósofo que en el futuro crearía sospechas acerca de su pasado futbolístico. Levantó la mirada de su café.

- No sé si sigo en Racing...

Monday, May 30, 2011

Lo que yo te digo, es esto (Nov 2001)


Pléyade de palabras en una reunión de jueves a la tarde donde todo está ya resuelto por las altas esferas. Sólo queda, entonces, preocuparse por la ausencia del café, pues la máquina expende solamente leche –como para terminar de volver demente a la población oficinesca-.

El reparto de jerarquías en torno a la mesa es desigual. Está la masa, está el que habla, y está el jefe, que espera agazapado, rogando que termine una metralla de artificios y argumentos que nos barre a todos por igual. El discurso es longilíneo, se dispara alocado hacia los bordes mismos de la sinrazón, y sube hacia los ductos de ventilación. El jefe recibe en su lomo la pesada mochila de saberse Telefónico, interpreta –cree interpretar- la necesidad de un saneamiento ambiental en el tono de la reunión, su mano comienza a subir atrapando los últimos fonemas arrojados, y con esto congela a su oponente -pero me quedaban argumentos, quedé bien con los muchachos, a ver qué me dice-.

Se hace un silencio, o casi. Muere alguien en una guerra, a pocos kilómetros, y faltan días para que estalle la Crisis. Un email llega al inbox de alguien, probablemente otro mensaje sin importancia. En ese instante el mundo se hace grietas a lo largo de un lago de semen congelado, pues todos ya estaban pensaban en sexo. Habrá vida en este planeta? Habrá alguien a quien no le interese tener razón?

La mano del jefe llega al extremo descendente del arco y logra callar al impertinente, quien aferra sus manos al plástico de la mesa, y avanza levemente su torso hacia la respuesta. El resto se echa hacia atras, y escucha la palabra del amo.

-Lo que yo te digo, es esto…

Saturday, May 28, 2011

Evolución de felicidades en novelas


En el blog del Chicago Sun Times figura el video de una increíble charla del bueno de Kurt Vonnegut, describiendo las novelas simplemente desde el análisis de la felicidad de sus protagonistas.

Vonnegut traza un diagrama X-Y en el pizarrón, y con una tiza describe saltos de felicidad, valles de depresión, y altibajos. Hay un notable ejemplo final con un zig-zag de dichas y desdichas que son los regalos del hada a Cenicienta (zapatos, vestido, medios de transporte), con toques de gran humor. E inevitablemente nos deja pensando en que los grandes análisis literarios se centran en aspectos más complejos y menos esenciales. Y algo más: la vida es eso, un zig-zag de detalles que favorecen o destruyen una meseta bovina de falsa felicidad.

Con lo cual, oh queridos lectores, nuestra propia puede resumirse en un balance similar de felicidades. O tal vez en la letra de una canción: nacimiento, escuela, trabajo, muerte, cada uno con su zig-zag. Tal vez no nos damos cuenta de qué manera suman y resta nuestras acciones a este balance, o si todo se resume a una nube electrónica en nuestro cerebro. Vonnegut no la tuvo nada fácil: siempre fue un inconformista, combatió en la segunda guerra, fue tomado prisionero y sobrevivió al bombardeo de Dresde en un oscuro matadero. Esto le sirvió de inspiración luego para escribir Matadero 5, transformando sufrimiento en arte, y transformando una experiencia inhumana en arte.

Pero Vonnegut hace más.
Por mera Wikipedia veo que fue más allá del gráfico, y nos da felicidad, en la forma de consejos drásticos sobre cómo escribir una novela:
  1. El lector es un extraño. Respételo, haga que no sienta que ha perdido el tiempo.
  2. Darle al lector al menos un personaje en el cual pueda anclarse.
  3. Cada personaje debe desear algo. Al menos, un vaso de agua.
  4. Cada frase debe o bien revelar algo más de un caracter, o bien hacer avanzar a la acción.
  5. Empezar tan cerca del final como sea posible.
  6. Sea sádico. No importa qué tan dulces sean los personajes; hága que les sucedan cosas horribles, para que el lector pueda saber de qué madera están hechos.
  7. Escriba para satisfacer a una persona. Digamos que si Ud. abre una ventana y hace el amor con el mundo, a su historia le va a agarrar neumonía.
  8. Dele a sus lectores tanta información, y tan rápida, como sea posible. Al infierno con el suspenso. Los lectores deben entender qué está pasando, dónde y por qué, para que ellos mismo pudieran terminar la historia, aún si las cucarachas se comen las últimas hojas.
Tal vez estos consejos produzcan autores más felices?
Yo no sé. Tal vez Vonnegut se esté riendo desde la Nube 5, en este momento.

Friday, May 20, 2011

La batalla de Jamiroquai


-Dale, dale, dale pibe. Sos socio? Entrá, dale.

El club está sospechosamente activo para esa hora, pero yo iba precavido y dejé el auto lejos. "El security se puso heavy": recordé la canción, mientras los de seguridad dejaban entrar socios al club y un camión con remolque amenazaba la pintura de los autos que se habían puesto demasiado cerca del operativo del Quilmes Rock. Hoy tocaba Jamiroquai y me interesaba estar presente en ese limbo de socios yendo un ratito y artistas que no pueden demorar el ensayo.

Debajo de esa niebla de finales de Mayo en el estadio arruinado por los sucesivos shows el siguiente inventario, casi al unísono: unos cuatro operarios de Fenix producciones fumándose un porrito, mientras a diez metros dos viejos en slip raído caminando hacia la revisación de la pileta, situada al borde del escenario. Cerca del bar, dos plomos VIP de Jamiroquai se quejaban en un dudoso inglés acerca de la inexistencia de Wi-Fi, y casi colisionan con socios nada VIP de GEBA que buscaban un lugar donde hacer la clase de yoga.

Luego de unos largos absolutamente terapéuticos en la pileta olímpica -milagrosamente ignorada por los recitales- salí a ver qué pasaba en la prueba de sonido. Para mi sorpresa, nadie me molestó mientras sacaba fotos. Al irme, vi algunos músicos apuntando sus iPhone hacia los viejos de slips raídos, que se iban caminando con el carnet al día hacia la zona de piletas.

-Ah pibe. Ya te vas? Te quedaba media hora, te quedaba.

Wednesday, May 11, 2011

Intermezzo atroz

-Todo está mal. Hace rato que estoy enojado con la vida...
Esto me lo dice el Payaso, sacándose cada tanto el jopo a lo Bermúdez que lo atormenta.
-Todo me alarma, me pone mal. Desde que empezó el año que está todo mal.

Hasta aquí el almuerzo en U Comodo Vostro venía bien. No siempre el plato del día son spaghetti con salsa de broccoli y panceta, y el almuerzo tardío en Chacarita parecía el mejor preludio para una siesta.
Le pregunté si tenía algo que ver el hecho de que él ya no fuera más titular en Racing.
Hizo un gesto con la mano, me dijo que no.
Dame ejemplos, le pedí. Y él empezó.

-El césped de la calle Jorge Newbery contra el cementerio de La Chacarita -parte del Trapezoide Infernal- está llena de basura infinitesimal (migajas de plásticos y CD, residuos de villa, micro material industrial) que nunca nadie levantará. El caos del tránsito en Buenos Aires es tan atroz que ya es común estacionar en doble fila, y el desconcierto es tan grande que no hay multas por esa razón. La gente habla mal. Los periodistas en radio y TV hablan mal, todos los subjuntivos ya son meros condicionales. Chiche Gelblung tiene razón. Esto es grave, pero lo repito: Chiche Gelblung tiene razón. La mayoría de los padres mataría a sus hijos. Moyano nos deja sin combustible para apretar al gobierno y conseguir más poder, y los playeros de las estaciones de servicio ni siquiera pueden poner el cartelito de "no hay nafta". Nuestros amigos se venden al gobierno de turno sólo por tener algún negocio con ellos. Las chicas usan polainas y botas de cuero en este Otoño de veinte grados promedio, y no te miran: miran a su celular. Los chicos, en particular en Palermo, son todos gay. Sábato se muere justo antes de los cien, sin que yo lo pueda devolver su cartita. Y lo peor, me acabo de enterar que el que tiró la bengala en el recital de La Renga se llama Fontan... y el cantante de Callejeros, de la masacre de CroMagnon... se llamaba Fontanet. Te das cuenta? Te das cuenta?

Hubo una pausa. Levanto la cabeza de mi Carcassone -era todo lo que podía pagar- y el Payaso me miraba fijo, como pidiéndole que le pusiera orden a su pequeño universo racinguista. Le pregunté si veía alguna conspiración universal en todo esto. Pensé en Roma, y en esa noticia sobre el pronóstico del terremoto para hoy.

-No, me dice. No es paranoia. Es así. Es entropía pura, la tendencia es el desorden, y que todo empeore. Todo esto...
-Y que Hauche y Bieler sean titulares en vez de vos?
-No sé... bueno, puede ser.

Afuera del restaurant pasó una atorranta, y la entropía disminuyó un poco.